Monk me recomendó un motel, dijo que era el mejor de la ciudad y que debía ir en cuanto antes. Así que una noche decidí ir con Laura. Mientras ella se daba una ducha, yo me encontraba en la cama pensando en que nunca antes había visitado un motel por todas las cosas que dicen acerca de los moteles. Cosas como que son desaseados y graban a las personas con cámaras ocultas. A pesar de eso, le dije a Laura que íbamos a pasar una noche espectacular. Vi el vestido que había colgado en el closet. El vestido era de rayas blancas y negras, en una ocasión Laura lo usó y me pareció que le quedaba perfecto. Lo compró en una tienda de ropa usada. Laura salió del baño, y guiñó el ojo izquierdo, se quitó la toalla y empezó a secarse. Yo estaba con muchas ganas de coger, quería comerla en ese mismo instante, pero me contuve las ganas. Cuando terminó de vestirse, arreglarse el cabello y ponerse maquillaje, se subió al Corolla, y yo aceleré con ansias de llegar pronto al Fantasy, así se llamaba el motel. Pasamos los semáforos de Tiscapa, íbamos por la Avenida Bolívar, y llegamos a otro semáforo. Era mayo, fecha en que crecen los malinches. Laura se acomodó los lentes cuando me detuve de improviso por distraerme con los letreros luminosos de la calle. Estábamos en los semáforos, teníamos que girar a la izquierda, el semáforo estaba en rojo, un auto estaba detrás de nosotros y otro delante. Cuando el semáforo alumbró la luz verde giré a la izquierda junto con el otro auto y me dirigí al motel. Vi el enorme rótulo colgante y me entró una sensación de euforia. Cuando llegamos, subimos una rampla de concreto y vi decenas de casitas. Un hombre nos hizo señal para que giráramos a la derecha, yo no sabía qué hacer así que seguí al hombre que me indicó entrar por un porche de una de las casitas. Apagué el auto, volví a ver a Laura y me sonrió.
Bajamos del auto y vimos una puerta blanca. Al abrir la puerta empecé a buscar en medio de la oscuridad el interruptor de la luz. Cuando lo encontré prendí las luces y alumbró una pequeña sala con sillones y una mesa de centro. Vi el cielo raso de color blanco, no era cualquier cielo raso, tenía relieve. Le dije a Laura que nos sentáramos un rato a fumar un cigarrillo pero ella prefirió curiosear. Me senté en el sofá y empecé a fumar. Laura prendió las demás luces. Me levanté del sofá, apagué el cigarro, y caminé hasta donde estaba Laura. Lo primero que vi fue una enorme cama en forma de corazón. Pensé en nuestra cama que era como la mitad de la que vimos en el motel. No pude contenerme la risa y le dije que eso yo no lo había planeado. Levanté la mirada y vi un espejo arriba del techo. Por un momento pude imaginarme cómo me vería con Laura. Seguí observando y vi un televisor. Empecé a buscar el control remoto, lo divisé puesto en la mesa de noche. Enseguida prendía la televisión y apareció una película pornográfica en donde un negro con su gran falo se lo introducía en la boca a una chica blanca. Estaba a todo volumen y empecé a bajarlo apretando el botón. Vi un teléfono y lo tomé, una voz femenina me contestó y le dije que quería quitar la película pornográfica, me dio las indicaciones de donde tenía que tocar el interruptor detrás del televisor, y eso fue lo que hice. Laura caminaba por toda la habitación, parecía sorprendida por los espejos. Su reflejo estaba en todas partes: en las paredes, en el techo, y en los pilares de la cama. Poco a poco nos desnudamos y nos lanzamos a la cama. Miré al espejo colgado en el techo y vi el reflejo de los senos de Laura. Empezamos a besarnos, jugaba con su cabello, y me hundí en sus senos. A la hora nos dio hambre y decidimos ordenar unas hamburguesas que tenían en el menú que estaba puesto en la mesita de noche. Escuchamos que alguien tocaba una puerta pero no era por donde habíamos entrado sino otra puerta, a lo lejos divisé una pequeña puerta y la abrí. Era como un casillero, ahí encontré las dos hamburguesas con papas fritas y dos cervezas. Decidimos que era hora de irnos pero no sabíamos cómo pagar así que tomé el teléfono de servicio y me comuniqué con alguien que al aparecer era la encargada de las llamadas. Le dije que queríamos pagar pero no sabíamos cómo. Me orientó que unos minutos llegaría el recibo. Y esperamos. A los minutos tocaron al casillero y abrí la puerta. Encontré el recibo y casi me desmayo al ver el precio del servicio. Al parecer habíamos entrado a la habitación más especial de todo el motel. Caminé hasta Laura y le mostré el recibo. Ella se sorprendió y dijo en forma de burla que ni siquiera usamos el alacrán. Se refería al aparato para juegos sexuales. Tuvimos que juntar entre los dos para pagar. Nos vestimos y salimos en seguida del lugar. Mientras íbamos en el auto hablábamos sobre lo sórdido que había sido ver aquella cama en forma de corazón y los espejos en todas partes. Llegamos a la casa y nos dormimos. Luego de esa vez volvimos a visitar otras habitaciones, una por una, todas tenían una temática particular.
Zenthan se presentó con dos oficiales más para averiguar qué había sucedido en la Calle Billy the Kid. Salió de la patrulla y se acercó al cuerpo ensangrentado que yacía en el pavimento. De inmediato reconoció que se trataba del guitarrista y cantante de blues Philip Blast por sus ropas coloridas y el bigote castaño que ahora estaba empapado de sangre. Una joven alta y rubia de ojos azules permanecía en la puerta del edificio. El detective conocía a Philip por sus tocadas en el famoso bar bohemio Salambó donde se reunían poetas y escritores como Solaris, autor de varias novelas también amigo del guitarrista. La joven tenía los brazos cruzados y su rostro se veía inflamado. Zenthan levantó la mirada y observó que la ventana del quinto piso del edificio estaba hecha peda
Zenthan revisaba en su gabinete de metal los archivos de algunos casos resueltos en Ciudad Macabria. Mientras leía el desafortunado asesinato del periodista “Lenin Martí” el teléfono empezó a sonar. Llamó a su asistente para que atendiera, pero ella había salido a conseguir el café matutino. El teléfono sonó por tercera vez así que no tuvo más opción que contestar. Quien hablaba desde el otro lado era el magnate Benito Altare dueño de la empresa constructora “Fortune”. Hacía semanas que Benito lo había invitado a una cena privada en su yate para discutir sobre asuntos de la ciudad. Sin embargo, esta vez se trataba de algo diferente a una charla amena. El magnate le solicitó a Zenthan venir a su casa lo más pronto posible. Era algo que el detective vivía a diario, pero que su amigo Benito Altare lo llamara de emergencia era demasiado ex
Elías Munguía entró al edificio y la secretaria del detective Boris Jacob le dijo que en un momento lo atenderían. Afuera se escuchó la sirena de un camión de bombero. Elías se levantó del asiento para tomar agua, mientras permanecía de pie, vio que el detective abrió la puerta de su despacho para hablar con su secretaria. Elías llevaba gafas oscuras y una bufanda que cubría su rostro para evitar que lo identificaran. Temía por su vida. A los pocos minutos, un obrero constructor salió por la puerta del despacho, y la joven secretaria le dijo a Elías que podía entrar. Elías abrió la puerta, vio al detective al lado de una ventana fumando un cigarro y dijo “buenos días”. Boris le estrechó la mano y le pidió tomar asiento. Elí
El Departamento de Policía de Ciudad Macabria recibió una llamada de un joven para alertar sobre la escena de un crimen en la Avenida Gilbert. La asistente del detective Zenthan entró a su oficina para explicarle lo sucedido. El detective se levantó de su silla y se encaminó en su Ford Fairlane a la dirección indicada. Las casas de la Avenida Gilbert eran para ciudadanos pudientes con trabajos ejecutivos en el centro de la ciudad. Nunca antes se había escuchado de un doble asesinato en ese lugar seguro y alejado de los barrios aledaños donde proliferaba la delincuencia. Sin embargo, al llegar veinte minutos después, un joven caucásico con cuerpo de defensa de algún equipo de fútbol americano temblaba afuera de la casa junto a la puerta. Zenthan estacionó el auto, encendió un cigarro y se acercó al joven para preguntarle qué había ocurrido. Terminó de fumar el
Siempre quise sus abrazos, reconocí a mi madre a temprana edad, lo supe al instante y, cuando la veía asomar la cabeza en la habitación donde yo jugaba solitario con mis juguetes preferidos, ella sonreía y salía del cuarto. Su sonrisa era superior a cualquier lujo y exceso de mi infancia. Reconocía su rostro a lo lejos, esa sonrisa perfecta la tenía memorizada, pero me era imposible recordar sus manos, sus caricias de madre no existían en mi registro sensorial. Al despertar sobresaltado, con miedos y angustias desconocidos, alguien permanecía a mi lado presto a atenderme, pero no era mi madre. Me dic cuenta de su rechazo a amantarme. Alguien me comentó que al nacer me entregaron en sus brazos y ella se limitó a mirarme, sonrió cansada, debería de estarlo, e hizo un gesto con su débil mano para retirarme de su vista. Desde entonces anduve de regazo en regazo. Me alimentaron con suplementos de la leche materna. De los mejores, no me quejo. Recuerdo tantas voces y tantas caras,
La crisis bancaria se ocultaba en las oficinas del INTERBANK, era inevitable, y los cuentahabientes pronto se percatarían de que sus ahorros se habían esfumado por culpa de los hermanos Centeno Roque. Y, estos cuentahabientes harían enormes filas en las sucursales del banco para ir a solicitar si acaso les quedó algo de dinero. Mientras tanto a las siete de la noche, Roger Guevara conducía su auto con dirección a su casa. El tráfico estaba pesado, y Roger se desesperaba en los semáforos de Enel Central, tenía mucha hambre, y también ganas de una cerveza, las ganas eran desesperante, deseaba estar en un bar tomando cerveza tras cerveza, la idea le revoloteaba en la mente, se imaginaba la fría cerveza en la barra tomándola despacio, y deslizándose el líquido amargo de una Toña, prefería la Toña porque es más amarga, siempre ha tenido una obsesión por la
La mañana parecía que anunciaba un presagio maligno, y en efecto, Norma fue la primera en levantarse a las cuatro y cuarenta para alistar el desayuno de sus hijos. Prendió la radio y el presentador anunciaba la quiebra del INTERBANK. Al escuchar esas palabras –INTERBANK-, corrió a su habitación para despertar a Roger.La familia Guevara iba a presenciar uno de los episodios más desagradables de la historia nacional. Roger se desperezó y vio con malos ojos a su esposa por despertarlo diez minutos antes de las cinco. Sin embargo, Norman se tiró a la cama, y le dijo que se vistiera de inmediato y fuera a a escuchar la radio. Roger estiró los brazos, pensó que se trataba de la muerte de alguna figura pública, pero nunca de la quiebra del banco donde trabajaba como cobrador judicial. “Pero apurate”, le dijo Norma. Y, Roger con toda la pereza y lentitud del mundo salió
El parque de diversiones de la ciudad volvió en verano, y como siempre, estaba ubicado cerca del Puerto de Walsh, podíamos llegar en veinte minutos caminando desde nuestra casa en la Avenida Gilbert. Los rumores de mis vecinos eran sobre la nueva casa embrujada, con mejores atractivos y espantos que me harían temblar de miedo. A René le apetecía más el carrusel, pero ya estábamos algo grande para eso, en su defensa agregó que el ciclo infinito del aparato combinada con la música circense le ayudaba a pensar con claridad. No entendí nada de lo que decía, sin embargo, le pedí que me acompañara. Primero elaboramos una coartada para que nuestra madre no tuviera sospechas de nuestras travesuras. Fue algo sencillo, la idea se le ocurrió René, le dijo a mamá que iríamos a la biblioteca. Ella estaba o