Zenthan se presentó con dos oficiales más para averiguar qué había sucedido en la Calle Billy the Kid. Salió de la patrulla y se acercó al cuerpo ensangrentado que yacía en el pavimento. De inmediato reconoció que se trataba del guitarrista y cantante de blues Philip Blast por sus ropas coloridas y el bigote castaño que ahora estaba empapado de sangre. Una joven alta y rubia de ojos azules permanecía en la puerta del edificio. El detective conocía a Philip por sus tocadas en el famoso bar bohemio Salambó donde se reunían poetas y escritores como Solaris, autor de varias novelas también amigo del guitarrista.
La joven tenía los brazos cruzados y su rostro se veía inflamado. Zenthan levantó la mirada y observó que la ventana del quinto piso del edificio estaba hecha pedazos. Encendió un cigarro, expulsó una bocanada, se acercó a la joven y le preguntó porqué llamó a la estación de policía en vez de a los paramédicos. Ella respondió que llamó a la policía porque Philip intentó agredirla luego de ingerir grandes cantidades de cocaína. Agregó que el guitarrista entró al baño y fue ahí cuando aprovechó para llamar a la estación de policía porque se sentía insegura. A los pocos minutos, Philip salió del baño y dijo que la mataría amenazándola con una daga, intentó huir, y mientras abría la puerta vio al guitarrista tomar impulso y saltar por la ventana. Y dijo que cuando bajó del edificio para verificar si Philip estaba con vida no pudo por temor y fue ahí cuando llegaron las patrullas. El detective le preguntó su nombre. Ella contestó: Janis Robert. Los paramédicos llegaron luego que uno de los oficiales los llamara. Recogieron el cuerpo y se lo llevaron a Medicina Forense.
Zenthan le pidió a Janis que lo acompañara a la estación para realizarle una entrevista. La joven movía los ojos y se lamía los labios como si estuviera drogada con cocaína. El detective le dijo que abordara la patrulla y ella se subió.
En la sala de entrevista, Zenthan se dio cuenta que Janis estaba drogada, así que esperó algunas horas para que le pasaran los efectos. Cuando por fin entró a la sala y la vio tranquila, el detective tomó asiento, se rascó la barbilla y vio que la joven ocultaba la mirada como lo hacen los mentirosos. Zenthan leyó el expediente de Janis: robo en el supermercado a los quince años, intento de parricidio, internada por abuso de drogas y alucinaciones en el Centro Psiquiátrico de Walsh, dada de alta hace dos años.
El detective puso el expediente en la mesa mientras Janis levantó la mirada y le explicó que su padre abusaba de ella por eso intentó matarlo. Zenthan que era lamentable haber vuelto a las drogas. Luego le preguntó cómo conoció a Philip. Janis le contó que trabajaba como mesera en el bar Salambó, y Philip se fijó en ella. Dijo que Philip le compraba ropa y le daba dinero a cambio de acostarse con él.
Zenthan encendió un cigarro y le ofreció a Janis, ella de inmediato lo tomó y le pidió cerillos de fósforo. Cruzó las piernas, se sacudió el cabello y dijo que Philip en las últimas semanas consumía demasiada droga y a veces se acostaban sin su consentimiento. El detective fue directo y le preguntó si salía con alguien más que Philip, los ojos de Janis se pusieron maniáticos al escuchar tal pregunta. Dijo que estuvo saliendo con otros muchachos que también le ofrecían dinero a cambio de sexo. Pero el detective dijo que no se refería a eso, sino que si tenía un novio. Janis permaneció pensando unos segundos y dijo que no. Sin embargo, Zenthan notó la mentira, y le ofreció una salida a su problema. Le dijo que si sabía quién había tirado a Philip de la ventana ella estaría libre de cargos. La joven se levantó de la silla y dijo que no iba a tolerar la estupidez que le había dicho y exigió un abogado porque ya no respondería a sus preguntas.
El detective salió de la sala y le dijo a otro oficial que vigilara a Janis, pero la joven abrió la puerta y dijo que llamaría a una amiga. El oficial que la vigilaba le indicó donde estaba el teléfono. Zenthan le dijo al oficial que la dejara libre. Después que Janis hizo su llamada el oficial le dijo que se podía ir. La joven salió de la estación de policía y se fue a pie a medianoche a la casa de su amiga que quedaba a pocas cuadras.
El oficial Macoy le preguntó al detective si ella había matado a Philip, Zenthan dijo que fue su novio, y debían averiguar dónde se encontraba antes que huyera de la ciudad.
El día del funeral de Philip Blast llegaron todos los reconocidos artistas de Walsh. Lirius Hunt, el poeta que participó en la Gran Guerra, declamó un poema, luego llegó el predicador y leyó algunas palabras de la biblia. Dieron sepultura al guitarrista en medio de una triste borrachera que se produjo entre sus amigos bohemios del bar. El detective fue al funeral, y vio que Janis no se apareció. Se acercó a Solaris para preguntarle si conocía a la joven. El escritor le comentó que Janis se acostaba con todos los visitantes del bar por unos cuantos billetes, agregó que estuvo con ella una vez, pero era demasiado loca para su gusto, le gustaba el sexo violento, y se drogaba en exceso. Zenthan agregó que era algo extraño que no se presentara al funeral de Philip. Solaris comentó que tal vez se sentía demasiado atormentada por haber visto al guitarrista lanzarse por la ventana. El detective le sonrió y le dijo que como escritor de novelas negras era bueno, pero en la vida real el mundo detectivesco era diferente, y los mínimos detalles debían ser puestos a prueba.
Después del funeral, Zenthan fue al piso donde Philip vivía, el cual había acordonado días atrás. Llegó con otro oficial en busca de pistas. Observó que la habitación era un desastre, también le llamó la atención que la guitarra Gibson de color rojo estaba en el piso partida a la mitad. Entró al baño y encontró en la repisa diferentes píldoras en frascos sin etiqueta. El oficial que acompañaba al detective lo llamó con urgencia para mostrarle el bolso de Janis.
El detective revisó el bolso hasta encontrar una libreta con números telefónicos, direcciones y nombres. Había uno en especial marcado con un corazón. El oficial quedó viendo al detective y salieron corriendo del edificio en busca de la dirección que estaba marcada con un corazón.
Después de conducir durante cinco minutos, llegaron a la Avenida Antoine. Siguieron hasta dar con el número de casa D574, el oficial se bajó del auto y siguió las órdenes de cuidar el perímetro. Zenthan caminó hasta la puerta de la casa y notó que no estaba cerrada. De manera sigilosa extrajo su revólver y vio que no había nadie en la sala aunque el televisor estaba encendido. Escuchó algunos gemidos de mujer y siguió el rastro hasta llegar a una habitación donde encontró a Janis teniendo sexo con un hombre atado a la cama. El detective se quedó observando por un momento mientras Janis movía su espalda cubierta de tatuajes de flores y calaveras.
El hombre que permanecía atado también tenía vendado los ojos. Janis siguió moviéndose con velocidad hasta gritar el nombre del joven que era el mismo anotado en su libreta. Los gemidos aumentaron, mientras el hombre le dijo que estaba a punto de terminar. Ella se levantó para masturbarlo, pero al voltearse vio al detective en la puerta y gritó del susto. El hombre también gritó y empezó a preguntar qué sucedía. Janis corrió al baño y salió con una toalla puesta. Estaba furiosa, se acercó al detective y empezó a empujarlo para que saliera del cuarto. Mientras Zenthan caminó hasta la sala le dijo a Janis que habían enterrado a Philip hacía unas horas. Janis dijo que no pudo asistir porque el hombre con quien estaba en la cama le ofreció mil dólares, además que era un cliente frecuente y no podía rechazar esa cantidad de dinero.
El hombre atado llamó a Janis mientras ella seguía contándole al detective el porqué de su inasistencia al funeral. Luego le pidió que esperara a terminar su trabajo si acaso quería hablar con ella. Zenthan dijo que esperaría, Janis regresó a la habitación y veinte minutos después salió vestida. El detective le preguntó si el joven con quien se acostaba era su novio. Janis le dijo que no tenía que responder a sus preguntas, pero lo haría para que dejara de sospechar del joven. Le dijo que hace meses intentaron ser pareja, ella estaba enamorada, sin embargo, el joven solo le ofreció mantener relaciones por dinero. Zenthan le mostró la libreta donde estaba marcado con un corazón, y le explicó lo mismo que hacía unos momentos. El detective empezó a sospechar de una posible amenaza de muerte. Podía ser que alguien amenazó a Janis para que no dijera nada acerca del homicidio de Philip. Por eso Zenthan le preguntó en voz baja si estaba amenazada por alguien para guardar silencio. Janis rompió en llanto y le contó al detective lo que de verdad sucedió esa noche. Antes de todo le dijo que habían pasado drogándose y teniendo sexo toda la tarde.
Luego, Janis le contó al detective las cosas tal como sucedieron. Thomas Paen era quien le conseguía cocaína a Philip, pero había pasado meses sin pagarle. Consumía más droga de la que podía pagar, el dinero que obtenía por sus tocadas en el bar Salambó eran insuficientes para cubrir su vicio, ella dijo que trató de ayudarlo a pagar la deuda acostándose con varios hombres, sin embargo, para Philip nunca fue suficiente.
Así que Thomas Paen se presentó esa noche en la habitación para cobrarle a Philip. Janis le dijo que le ofreció su guitarra Gibson valorada en dos mil dólares heredada de su padre. Eso hizo enfurecer a Thomas quien tomó la guitarra y la partió en dos arrojándola al piso. Janis agregó que hizo todo lo posible para tranquilizar a Thomas incluso se acostó con él frente a Philip como pago del mes. Aunque el intento fue inútil, porque le debía más de diez mil dólares de la mejor cocaína del continente. Por eso Thomas extrajo una daga y la puso en la garganta de Janis diciéndole que tenía media hora para conseguir el dinero. Philip le dijo que podía matarla si quería porque no tenía nada en sus bolsillos. Thomas se enojó aun más y le dio un manotazo a Janis en la cara. Se acercó a Philip y lo llevó al baño. Janis le dijo al detective que en ese momento tomó el teléfono y marcó a la estación de policía pidiendo auxilio. Cuando los dos hombres salieron del baño parecía que todo se había arreglado, pero no fue así, Philip tomó la daga de Thomas y se lanzó sobre él. Mientras forcejaban, se acercaron a la ventana y Thomas logró quitarle la daga a Philip, luego lo noqueó de un golpe en la barbilla, y lo levantó como un muñeco lanzándolo por la ventana. Después de eso, Janis dijo que la amenazó de muerte si decía algo. Thomas huyó de la escena del crimen.
El joven salió de la habitación y preguntó qué estaba sucediendo. Janis le dijo que guardara silencio. Zenthan le prometió protegerla si colaboraba con la investigación ayudando a encontrar a Thomas Paen y llevarlo ante la justicia. Janis se burló del detective y le dijo que Thomas Paen era el sobrino del jefe de la mafia, si hacía algo al respecto tendría una guerra garantizada en toda la ciudad. El detective mantuvo su mirada seria, sabía que no tenía oportunidad contra el sobrino del jefe de la mafia. Sin embargo, el crimen estaba resuelto, pero no habría justicia por la muerte de Philip Blast.
Zenthan salió cabizbajo de la casa luego de una hora que pasó hablando con Janis. Se sentía derrotado, y angustiado por la muerte inmerecida del guitarrista. El oficial acompañante se acercó al detective para decirle que nunca lo había visto tan decepcionado. Pensó en el reporte que le entregaría al jefe, y que también él se sentiría impotente ante la situación. Miró al cielo, y recordó las noches que fue a escuchar a su amigo guitarrista. Por unos segundos vio las luces amarillas enfocando a Philip mientras tocaba su Gibson y cantaba sobre desamores urbanos.
Zenthan revisaba en su gabinete de metal los archivos de algunos casos resueltos en Ciudad Macabria. Mientras leía el desafortunado asesinato del periodista “Lenin Martí” el teléfono empezó a sonar. Llamó a su asistente para que atendiera, pero ella había salido a conseguir el café matutino. El teléfono sonó por tercera vez así que no tuvo más opción que contestar. Quien hablaba desde el otro lado era el magnate Benito Altare dueño de la empresa constructora “Fortune”. Hacía semanas que Benito lo había invitado a una cena privada en su yate para discutir sobre asuntos de la ciudad. Sin embargo, esta vez se trataba de algo diferente a una charla amena. El magnate le solicitó a Zenthan venir a su casa lo más pronto posible. Era algo que el detective vivía a diario, pero que su amigo Benito Altare lo llamara de emergencia era demasiado ex
Elías Munguía entró al edificio y la secretaria del detective Boris Jacob le dijo que en un momento lo atenderían. Afuera se escuchó la sirena de un camión de bombero. Elías se levantó del asiento para tomar agua, mientras permanecía de pie, vio que el detective abrió la puerta de su despacho para hablar con su secretaria. Elías llevaba gafas oscuras y una bufanda que cubría su rostro para evitar que lo identificaran. Temía por su vida. A los pocos minutos, un obrero constructor salió por la puerta del despacho, y la joven secretaria le dijo a Elías que podía entrar. Elías abrió la puerta, vio al detective al lado de una ventana fumando un cigarro y dijo “buenos días”. Boris le estrechó la mano y le pidió tomar asiento. Elí
El Departamento de Policía de Ciudad Macabria recibió una llamada de un joven para alertar sobre la escena de un crimen en la Avenida Gilbert. La asistente del detective Zenthan entró a su oficina para explicarle lo sucedido. El detective se levantó de su silla y se encaminó en su Ford Fairlane a la dirección indicada. Las casas de la Avenida Gilbert eran para ciudadanos pudientes con trabajos ejecutivos en el centro de la ciudad. Nunca antes se había escuchado de un doble asesinato en ese lugar seguro y alejado de los barrios aledaños donde proliferaba la delincuencia. Sin embargo, al llegar veinte minutos después, un joven caucásico con cuerpo de defensa de algún equipo de fútbol americano temblaba afuera de la casa junto a la puerta. Zenthan estacionó el auto, encendió un cigarro y se acercó al joven para preguntarle qué había ocurrido. Terminó de fumar el
Siempre quise sus abrazos, reconocí a mi madre a temprana edad, lo supe al instante y, cuando la veía asomar la cabeza en la habitación donde yo jugaba solitario con mis juguetes preferidos, ella sonreía y salía del cuarto. Su sonrisa era superior a cualquier lujo y exceso de mi infancia. Reconocía su rostro a lo lejos, esa sonrisa perfecta la tenía memorizada, pero me era imposible recordar sus manos, sus caricias de madre no existían en mi registro sensorial. Al despertar sobresaltado, con miedos y angustias desconocidos, alguien permanecía a mi lado presto a atenderme, pero no era mi madre. Me dic cuenta de su rechazo a amantarme. Alguien me comentó que al nacer me entregaron en sus brazos y ella se limitó a mirarme, sonrió cansada, debería de estarlo, e hizo un gesto con su débil mano para retirarme de su vista. Desde entonces anduve de regazo en regazo. Me alimentaron con suplementos de la leche materna. De los mejores, no me quejo. Recuerdo tantas voces y tantas caras,
La crisis bancaria se ocultaba en las oficinas del INTERBANK, era inevitable, y los cuentahabientes pronto se percatarían de que sus ahorros se habían esfumado por culpa de los hermanos Centeno Roque. Y, estos cuentahabientes harían enormes filas en las sucursales del banco para ir a solicitar si acaso les quedó algo de dinero. Mientras tanto a las siete de la noche, Roger Guevara conducía su auto con dirección a su casa. El tráfico estaba pesado, y Roger se desesperaba en los semáforos de Enel Central, tenía mucha hambre, y también ganas de una cerveza, las ganas eran desesperante, deseaba estar en un bar tomando cerveza tras cerveza, la idea le revoloteaba en la mente, se imaginaba la fría cerveza en la barra tomándola despacio, y deslizándose el líquido amargo de una Toña, prefería la Toña porque es más amarga, siempre ha tenido una obsesión por la
La mañana parecía que anunciaba un presagio maligno, y en efecto, Norma fue la primera en levantarse a las cuatro y cuarenta para alistar el desayuno de sus hijos. Prendió la radio y el presentador anunciaba la quiebra del INTERBANK. Al escuchar esas palabras –INTERBANK-, corrió a su habitación para despertar a Roger.La familia Guevara iba a presenciar uno de los episodios más desagradables de la historia nacional. Roger se desperezó y vio con malos ojos a su esposa por despertarlo diez minutos antes de las cinco. Sin embargo, Norman se tiró a la cama, y le dijo que se vistiera de inmediato y fuera a a escuchar la radio. Roger estiró los brazos, pensó que se trataba de la muerte de alguna figura pública, pero nunca de la quiebra del banco donde trabajaba como cobrador judicial. “Pero apurate”, le dijo Norma. Y, Roger con toda la pereza y lentitud del mundo salió
El parque de diversiones de la ciudad volvió en verano, y como siempre, estaba ubicado cerca del Puerto de Walsh, podíamos llegar en veinte minutos caminando desde nuestra casa en la Avenida Gilbert. Los rumores de mis vecinos eran sobre la nueva casa embrujada, con mejores atractivos y espantos que me harían temblar de miedo. A René le apetecía más el carrusel, pero ya estábamos algo grande para eso, en su defensa agregó que el ciclo infinito del aparato combinada con la música circense le ayudaba a pensar con claridad. No entendí nada de lo que decía, sin embargo, le pedí que me acompañara. Primero elaboramos una coartada para que nuestra madre no tuviera sospechas de nuestras travesuras. Fue algo sencillo, la idea se le ocurrió René, le dijo a mamá que iríamos a la biblioteca. Ella estaba o
Monk me recomendó un motel, dijo que era el mejor de la ciudad y que debía ir en cuanto antes. Así que una noche decidí ir con Laura. Mientras ella se daba una ducha, yo me encontraba en la cama pensando en que nunca antes había visitado un motel por todas las cosas que dicen acerca de los moteles. Cosas como que son desaseados y graban a las personas con cámaras ocultas. A pesar de eso, le dije a Laura que íbamos a pasar una noche espectacular. Vi el vestido que había colgado en el closet. El vestido era de rayas blancas y negras, en una ocasión Laura lo usó y me pareció que le quedaba perfecto. Lo compró en una tienda de ropa usada. Laura salió del baño, y guiñó el ojo izquierdo, se quitó la toalla y empezó a secarse. Yo estaba con muchas ganas de coger, quería comerla en ese mismo instante, pero me contuve las ganas. Cuando terminó de v