―Bueno, Anna, este bebé está listo para salir ―dijo la ginecóloga que atendía el embarazo de Anna ―Creo que podemos hacer la cesárea para mañana temprano, no quiero esperar que se presente el parto, aunque tú médico está satisfecho con tu evolución y con el estado de tu corazón decidimos no correr riesgos.―¡Qué alegría, doctora! Pensar que mañana a esta hora tendré a mi bebé en mis brazos ―exclamó Anna entrelazando sus dedos con los de su esposo.Marcos se removió incómodo, tenía algo que decir, estaba inquieto por una situación.―Doctora, en caso de que Anna y yo decidamos no tener más hijos, ¿será posible una ligadura de trompas con la cesárea o es preferible que yo me haga la vasectomía? Es solo una pregunta para conocer las posibilidades.―Sí, es posible hacer una ligadura de trompas, sin embargo este proceso no es reversible por lo que les recomiendo analizar bien la situación, hablen con el doctor Martínez sobre los riesgos de otro embarazo antes de tomar una decisión.Anna so
Esa noche Marcos se quedó en el hospital para acompañar a su esposa, se había demostrado que Anna necesitaba de su ayuda y su fuerza física para poder levantarse de la cama, algo sumamente doloroso para ella debido a la cirugía.La familia se había marchado cuando acabó el horario de visitas y estaban solo ellos dos en la habitación. Le habían llevado al bebé a Anna para que lo amamantara antes de dormir. Mientras el niño comía ella lo miraba embelesada. A sus ojos le parecía que su hijo era el bebé más hermoso del mundo.Marcos estaba sentado en la cama frente a ella, dispuesto a tomar a su hijo en brazos para sacarle los gases cuando terminara de comer. Anna había notado que él había estado un poco taciturno y nervioso, a pesar de que Marcos trató de disimular delante de su familia.Anna sabía que tarde o temprano debía confrontado abiertamente porque se negaba a hablar de lo ocurrido en el quirófano.―Lo miro y lo miro y no puedo creer que este pequeñín haya salido de nosotros, es
Marcos abrió los ojos y lo primero que notó fue el silencio, la habitación estaba oscura, se giró hacia un lado y se encontró con los ojos acusadores de su padre.―¿Dónde está Anna? ―preguntó con voz ronca, le dolía la garganta por la entubación de la anestesia, además del dolor en su testículos.―En su habitación, llorando por la estupidez que acabas de hacer ―respondió su padre con no muy buena cara.―¿Qué hago yo aquí? Pedí que me llevaran a la misma habitación de Anna después de la operación.―Anna te mandó a sacar, literalmente dijo que si te dejaban en la misma habitación te cortaría los...―Pensé que al verme operado se compadecería de mí. ¿Está muy furiosa?―Sí, al principio sí estaba furiosa, dijo que estaba harta de que de que tomes decisiones sin tomarla en cuenta, pero la última vez que me hablé con tu madre, Anna estaba llorando.―No quiero que vuelva a salir embarazada, papá, no soportaría perderla.―No sé si la perderás con lo que acabas de hacer.―Las feministas dicen
―¡Rosi! ―exclamó Anna intentando levantarse de la cama con rapidez para atender a su prima.Carlos corrió hacia la chica y con cuidado la levantó en brazos para posarla sobre la cama vacía.―Buscaré un médico ―dijo Carlos, sin embargo, Anna había apretado el botón de la enfermera que ya corría hacia la habitación debido a los gritos de AnnaEn un segundo la habitación se llenó de personal médico que examinaba a Rosi, Carlos empujó la silla de ruedas de Marcos a un lado para no molestar.El medico auscultó a la paciente, le tomaron la tensión y una vía con rapidez. Rosi comenzó a volver en sí, se llevó la mano a la cabeza donde un chichón se estaba formando. ―Rosi, despierta, cariño, por favor ―rogó Anna al borde del llanto.―Llévame al lado de Anna ―le pidió Marcos a Carlos en un susurro. Aunque ella solo le había dirigido una mirada desde el momento que ingresó a la habitación, quería estar al lado de ella dándole apoyo.Carlos movió la silla a un rincón al lado de Anna y Marcos tom
Rosi sintió que el mundo se le vino encima cuando el médico le dijo que estaba embarazada. ―No puede ser, yo tomo píldoras anticonceptivos, me los recetaron por tener quistes en los ovarios ―informó Rosi al doctor. ―La prueba de embarazo dio positiva, las píldoras tienen un pequeño margen de error y si tuviste alguna infección que requirió antibióticos o algún trastorno gastrointestinal puede ocurrir que las píldoras no te protegieran ―explicó el médico. ―¿Recuerdas cuando fue tu última menstruación? ―Yo... sé que tuve un par de días manchando y este mes estoy un poco atrasada... ―A veces cuando el embrión se implanta en el útero ocurre un leve sangrado que las mujeres suelen confundir con la menstruación. Rosi recordó que los días previos a la migraña tuvo un problema estomacal y estuvo dos días vomitando. ―Buscaré un ecógrafo para hacerte una ecografía y poder determinar el tiempo de gestación y que todo marcha bien ―le explicó el médico antes de salir del cubículo. ―¡Oh, Dios
La puerta se cerró detrás de los primos y Anna se giró hacia Rosi, aún estaba sorprendida de saber que estaba embarazada de Carlos.―Pensé que el imbécil te caía mal, Rosi ―señaló Anna intentando obtener información de esa relación tan sorpresiva.―Y me cae mal ―respondió ella, aun estaba conmocionada por todo lo que había pasado esa noche.―Entonces...―Fue la noche en la que los atacó Casandra, yo me fui al bar que está en la otra calle, estaba demasiado nerviosa y estresada así que envié a mamá y a Eva en taxi para el apartamento y les dije que me quedaría en el hospital. Iba por mi segunda copa cuando apareció el imbécil, nos emborrachamos, nos fuimos a su apartamento y terminamos en la cama. A la mañana siguiente me desperté y fue maravilloso, fue tierno, me llevó el desayuno a la cama y hablamos de seguir viéndonos.―¿Y donde entra Constanza en todo esto? ―preguntó Anna recordando las palabras de su prima.―Carlos tiene una suite en el hotel Di Leone, nos vimos allí un par de ve
Marcos hizo que la llegada a la casa de Anna con Claudio en los brazos fuera algo inolvidable. Patricia, lo ayudó en la decoración, ella y una decoradora de eventos que contrató hicieron un camino con osos blancos de distintos tamaños cuyos cuellos estaban decorados con hermosos lazos de color azul turquesa. Igualmente, se colocaron rosas blancas y azules y cintas y lazos en el mismo color que iban desde la entrada de la casa hasta la habitación de bebé.Anna sonrió al ver a Marianna parada en la puerta de la casa, esperándola con una inmensa sonrisa de alegría.―Bienvenidos a casa, mamá ―le dijo Marcos.―Gracias, Marcos.Él tomó a su hijo en brazos al ver que Marianna no se aguantó y corrió hacia su madre para abrazarla.―¡Al fin llegaron, mamá! Esta semana se me hizo muy larga sin ustedes, ya no quiero ir más a hospitales.―Te aseguro que nosotros tampoco, nena, y te prometo que trataremos de mantenernos fuera de ellos ―respondió Anna con una sonrisa.Anna entró a la casa de mano de
Cuatro semanas despuésMarcos estaba impaciente, ese día era la consulta de control con la ginecóloga de Anna, se suponía que ese día le darían el fin de la cuarentena y podrían volver a hacer el amor, aunque habían sido un poco traviesos y se dieron placer de otras maneras. Por los caminos verdes como decía Anna, la expresión lo había hecho reír.Mientras esperaban tomados de la mano, Marcos reflexionó sobre su vida, se sentía mucho mejor desde que había comenzado a ir a terapia, le habían diagnosticado estrés postraumático debido al tiroteo de Constanza. Sus temores se habían apaciguado y aunque aún tenía miedo de perder a Anna, ya no lo invadía el terror de unas semanas atrás.Anna también había ido a la terapia, había tenido innumerables pérdidas en su vida y había encerrado todo ese dolor en su interior como una forma de protegerse, su mecanismo de sobrevivencia había sido sonreír y tratar de seguir adelante. En la primera sesión cuando la doctora le comenzó a preguntar por su fa