Marcos abrió los ojos y lo primero que notó fue el silencio, la habitación estaba oscura, se giró hacia un lado y se encontró con los ojos acusadores de su padre.―¿Dónde está Anna? ―preguntó con voz ronca, le dolía la garganta por la entubación de la anestesia, además del dolor en su testículos.―En su habitación, llorando por la estupidez que acabas de hacer ―respondió su padre con no muy buena cara.―¿Qué hago yo aquí? Pedí que me llevaran a la misma habitación de Anna después de la operación.―Anna te mandó a sacar, literalmente dijo que si te dejaban en la misma habitación te cortaría los...―Pensé que al verme operado se compadecería de mí. ¿Está muy furiosa?―Sí, al principio sí estaba furiosa, dijo que estaba harta de que de que tomes decisiones sin tomarla en cuenta, pero la última vez que me hablé con tu madre, Anna estaba llorando.―No quiero que vuelva a salir embarazada, papá, no soportaría perderla.―No sé si la perderás con lo que acabas de hacer.―Las feministas dicen
―¡Rosi! ―exclamó Anna intentando levantarse de la cama con rapidez para atender a su prima.Carlos corrió hacia la chica y con cuidado la levantó en brazos para posarla sobre la cama vacía.―Buscaré un médico ―dijo Carlos, sin embargo, Anna había apretado el botón de la enfermera que ya corría hacia la habitación debido a los gritos de AnnaEn un segundo la habitación se llenó de personal médico que examinaba a Rosi, Carlos empujó la silla de ruedas de Marcos a un lado para no molestar.El medico auscultó a la paciente, le tomaron la tensión y una vía con rapidez. Rosi comenzó a volver en sí, se llevó la mano a la cabeza donde un chichón se estaba formando. ―Rosi, despierta, cariño, por favor ―rogó Anna al borde del llanto.―Llévame al lado de Anna ―le pidió Marcos a Carlos en un susurro. Aunque ella solo le había dirigido una mirada desde el momento que ingresó a la habitación, quería estar al lado de ella dándole apoyo.Carlos movió la silla a un rincón al lado de Anna y Marcos tom
Rosi sintió que el mundo se le vino encima cuando el médico le dijo que estaba embarazada. ―No puede ser, yo tomo píldoras anticonceptivos, me los recetaron por tener quistes en los ovarios ―informó Rosi al doctor. ―La prueba de embarazo dio positiva, las píldoras tienen un pequeño margen de error y si tuviste alguna infección que requirió antibióticos o algún trastorno gastrointestinal puede ocurrir que las píldoras no te protegieran ―explicó el médico. ―¿Recuerdas cuando fue tu última menstruación? ―Yo... sé que tuve un par de días manchando y este mes estoy un poco atrasada... ―A veces cuando el embrión se implanta en el útero ocurre un leve sangrado que las mujeres suelen confundir con la menstruación. Rosi recordó que los días previos a la migraña tuvo un problema estomacal y estuvo dos días vomitando. ―Buscaré un ecógrafo para hacerte una ecografía y poder determinar el tiempo de gestación y que todo marcha bien ―le explicó el médico antes de salir del cubículo. ―¡Oh, Dios
La puerta se cerró detrás de los primos y Anna se giró hacia Rosi, aún estaba sorprendida de saber que estaba embarazada de Carlos.―Pensé que el imbécil te caía mal, Rosi ―señaló Anna intentando obtener información de esa relación tan sorpresiva.―Y me cae mal ―respondió ella, aun estaba conmocionada por todo lo que había pasado esa noche.―Entonces...―Fue la noche en la que los atacó Casandra, yo me fui al bar que está en la otra calle, estaba demasiado nerviosa y estresada así que envié a mamá y a Eva en taxi para el apartamento y les dije que me quedaría en el hospital. Iba por mi segunda copa cuando apareció el imbécil, nos emborrachamos, nos fuimos a su apartamento y terminamos en la cama. A la mañana siguiente me desperté y fue maravilloso, fue tierno, me llevó el desayuno a la cama y hablamos de seguir viéndonos.―¿Y donde entra Constanza en todo esto? ―preguntó Anna recordando las palabras de su prima.―Carlos tiene una suite en el hotel Di Leone, nos vimos allí un par de ve
Marcos hizo que la llegada a la casa de Anna con Claudio en los brazos fuera algo inolvidable. Patricia, lo ayudó en la decoración, ella y una decoradora de eventos que contrató hicieron un camino con osos blancos de distintos tamaños cuyos cuellos estaban decorados con hermosos lazos de color azul turquesa. Igualmente, se colocaron rosas blancas y azules y cintas y lazos en el mismo color que iban desde la entrada de la casa hasta la habitación de bebé.Anna sonrió al ver a Marianna parada en la puerta de la casa, esperándola con una inmensa sonrisa de alegría.―Bienvenidos a casa, mamá ―le dijo Marcos.―Gracias, Marcos.Él tomó a su hijo en brazos al ver que Marianna no se aguantó y corrió hacia su madre para abrazarla.―¡Al fin llegaron, mamá! Esta semana se me hizo muy larga sin ustedes, ya no quiero ir más a hospitales.―Te aseguro que nosotros tampoco, nena, y te prometo que trataremos de mantenernos fuera de ellos ―respondió Anna con una sonrisa.Anna entró a la casa de mano de
Cuatro semanas despuésMarcos estaba impaciente, ese día era la consulta de control con la ginecóloga de Anna, se suponía que ese día le darían el fin de la cuarentena y podrían volver a hacer el amor, aunque habían sido un poco traviesos y se dieron placer de otras maneras. Por los caminos verdes como decía Anna, la expresión lo había hecho reír.Mientras esperaban tomados de la mano, Marcos reflexionó sobre su vida, se sentía mucho mejor desde que había comenzado a ir a terapia, le habían diagnosticado estrés postraumático debido al tiroteo de Constanza. Sus temores se habían apaciguado y aunque aún tenía miedo de perder a Anna, ya no lo invadía el terror de unas semanas atrás.Anna también había ido a la terapia, había tenido innumerables pérdidas en su vida y había encerrado todo ese dolor en su interior como una forma de protegerse, su mecanismo de sobrevivencia había sido sonreír y tratar de seguir adelante. En la primera sesión cuando la doctora le comenzó a preguntar por su fa
El día de la boda, Rosi estaba sentada frente al tocador mirando su reflejo, estaba preciosa, había escogido un vestido de ensueño la tela de su cuello, brazos y espalda era tan fina que traslucía su piel, más la tela que curía su pecho y el resto de su cuerpo estaba compuesta por diseño floral con incrustaciones de pedrería. No llevaba velo, si no una hermosa peineta de brillantes que recogía la parte delantera de su cabello dejando suelto el resto que caí en hermosos bucles hasta la mitad de su espalda.Era cierto lo que decían de que las novias son hermosas porque nunca en su vida se había sentido tan bonita como como ese día. Una leve corriente atravesó su vientre en ese momento y sonrió, era su bebé moviéndose.Una vez que su rabia remitió se dijo que se casaba por su bebé, para darle un hogar estable y una familia cariñosa que lo adoraría, creía que Carlos sería un buen padre por como trataba a Marianna y a Claudio así como a los hijos de sus primos. Pero al final tuvo que recon
Una lluvia de burbuja sorprendió a los novios a la salida de la iglesia, se detuvieron un rato a recibir las felicitaciones de los asistentes a la ceremonia y a tomarse un par de fotos, después subieron a la limusina que los llevaría al banquete de novio en el hotel Di Leone de la ciudad.―Rosi ―dijo Carlos mientras el vehículo transitaba por las concurridas calles de la ciudad de Nueva York ―quiero agradecerte la confianza que has depositado en mí al casarte conmigo y quiero decirte que no te defraudaré, tal como te prometí en la iglesia seré un esposo fiel y comprometido contigo.La expresión de Carlos le dijo a Rosi que él estaba hablando en serio, que de verdad quería que su matrimonio funcionara, lo que la emocionó porque eso era lo que ella quería y lo que su bebé necesitaba.―Yo también quiero hacer un esfuerzo por nuestro bebé, Carlos, él merece que seamos los mejores padres y que le demos una familia estable ―le respondió Rosi con la convicción de que el único motivo por el c