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Capítulo 30. Las mentiras tienen patas cortas

Cuatro meses después.

Marcos se estaba volviendo loco, hacía cuatro meses que no veía a Anna, ella había retirado la orden de restricción porque Pía le hizo entender que la mayor perjudicada iba a ser Marianna al no poder contar con ambos padres al mismo tiempo en los momentos más importantes de su vida. Días después, Anna, por medio de su abogado, le ofreció retirar la denuncia de maltrato si prometía dejarla en paz.

Y él lo había cumplido a pesar de lo mucho que deseó volver a verla. Después de que su rabia se enfrió, comenzó a extrañarla.

La casa se le hizo grande y vacía, no podía con el silencio. Antes de ese día siempre que llegaba a su hogar había música y risas. Desde que Anna y Marianna se marcharon solo había soledad y silencio. Añoraba como siempre ella lo esperaba para llenarlo de besos y caricias, los abrazos de su hija, y su mirada cariñosa mientras le contaba como había sido su día.

A los días no pudo más, se mudó de nuevo al hotel y cerró la casa

Su relación con Marian
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