Cuatro meses después.Marcos se estaba volviendo loco, hacía cuatro meses que no veía a Anna, ella había retirado la orden de restricción porque Pía le hizo entender que la mayor perjudicada iba a ser Marianna al no poder contar con ambos padres al mismo tiempo en los momentos más importantes de su vida. Días después, Anna, por medio de su abogado, le ofreció retirar la denuncia de maltrato si prometía dejarla en paz.Y él lo había cumplido a pesar de lo mucho que deseó volver a verla. Después de que su rabia se enfrió, comenzó a extrañarla.La casa se le hizo grande y vacía, no podía con el silencio. Antes de ese día siempre que llegaba a su hogar había música y risas. Desde que Anna y Marianna se marcharon solo había soledad y silencio. Añoraba como siempre ella lo esperaba para llenarlo de besos y caricias, los abrazos de su hija, y su mirada cariñosa mientras le contaba como había sido su día.A los días no pudo más, se mudó de nuevo al hotel y cerró la casaSu relación con Marian
―Olvídate del divorcio, Anna, tú y yo seguiremos casados hasta cumplir los cinco años que establecimos en el acuerdo prenupcial, porque no habrá poder humano que me obligue a firmar el divorcio ―señaló Marcos con la rabia marcando cada una de sus facciones. Anna se sintió como si un peso invisible apretara su pecho al escuchar las palabras de Marcos. El corazón le latía rápido y sus manos temblaban ligeramente. La idea de estar casada con él por cinco años más era una carga insoportable. No podía hacerlo cuando habiendo conocido el paraíso a su lado, había sido desterrada al infierno. A pesar de que él la echó sin contemplaciones y con crueldad el día que descubrió que ella le había mentido, aún le amaba y le dolía enormemente su actitud fría y despectiva con la que la trataba desde entonces. ―Anna, si no quiere hablar con él, no tienes por qué hacerlo ―intervino su abogado ofreciéndole un atisbo de apoyo en medio de la tensión. ―No, está bien, no te preocupes, quizás es mejor que
Dar la noticia sobre su embarazo y su supuesta reconciliación fue más difícil de lo que Anna pensó, al parecer todo el mundo tenía algo que opinar al respecto. La única que se alegró por volver a su antiguo hogar y ser de nuevo una familia fue Marianna. Cuando Anna le dijo que ella y Marcos se habían reconciliado el rostro de su hija se había iluminado de alegría. ―¿Papá ya no está bravo contigo? ―fue lo único que preguntó.―No, mi amor, está contento por el nuevo bebé.―Está bien, mamá, me gusta que seamos una familia de nuevo. ¿Ya puedo decirlo a mis abuelos sobre el bebé?―Ellos ya lo saben, así que puedes hablar con ello con libertad.Anna, esperaba que Dante y Pía la perdonaran, sus suegros se habían molestado mucho con ella por haberle ocultado su embarazo. Marcos se había ofrecido para hablar con ellos, pero Anna pensó que sus suegros merecían saber la verdad de su boca. Así que le pidió que los llamara y los convocara a su apartamento.Nerviosa caminaba por el salón esperando
A medida que los días pasaban, una tensa rutina se instalaba en la casa. Marcos compartía desayunos con Marianna y la llevaba al colegio. Anna bajaba a la cocina una vez que ambos se habían ido, pasando la mayor parte del tiempo en compañía de Rosi. Por la tarde, Anna y su prima iban a buscar a Marianna cuando esta salía de clases.En las cenas, se sentaban juntos como una familia, intentando mantener las apariencias. Anna utilizaba su embarazo como excusa para evitar salir con Marcos y Marianna, especialmente si se trataba de visitar a sus suegros. Se sentía avergonzada por mantener el engaño y no quería imponer su presencia en la casa de Marcos y su familia.Una noche, durante la cena, Marcos rompió el silencio:―¿Cuándo tienes tu próximo control médico? ―preguntó, uno de los motivos por los cuales obligaba a Anna a cumplir con su acuerdo era no perderse nada de ese embarazo, pero por la actitud de su esposa se tenía que conformar con solamente ver crecer su barriga.―Me toca el mar
Anna se miró en el espejo de su habitación, estaba lista para la fiesta de cumpleaños de su cuñada. Se había puesto un vestido largo de color rojo incrustado de diminutas piedras negras que le daban un toque elegante. Su cabello había ido recogido en un moño alto que dejaba su esbelto cuello descubierto y mostraba el escote en todo su esplendor. El vestido se moldeaba a su cuerpo mostrando su barriga y los senos voluptuosos que el embarazo le había dejado.Estaba retocando el labial que la estilista le había puesto cuando Marcos entró en su habitación portando un estuche. Era uno de los juegos de joyas que le había comprado en Italia durante la luna de miel y que estaban guardados en la caja fuerte debido a su valor.―Usa esto esta noche, por favor, la mayoría de las mujeres invitadas portarán sus mejores joyas.―Gracias ―respondió ella extendiendo su mano para tomar el estuche, sin embargo, él lo abrió y le pasó los aretes.Anna se quitó los que se había puesto y se puso los del jueg
Patricia estaba furiosa, le había costado mucho calmar a su amiga y lograr que se quedara en la fiesta, después había ido a quejarse con su madre. Pía la había regañado y le había dicho que era su culpa por estar hablando mal de Anna con Constanza. Pía conocía a Constanza y sabía que no perdía la oportunidad de insinuarse con Marcos. A ella nunca le había caído bien la mejor amiga de su hija pensaba que era demasiado promiscua y descarada.Molesta, Patricia fue a quejarse con Carlos, su primo y ella siempre había sido muy unidos. Lo encontró hablando con Rosi, al verla llegar, la prima de Anna aprovechó la oportunidad para escaparse de Carlos.Patricia le contó lo sucedido a Carlos esperando obtener apoyo y un aliado contra Anna. Sorprendida se dio cuenta de que no era así.―¿Y qué esperabas, Patricia? ―le respondió su primo con sarcasmo ―. Anna no es de las que se quedan con una, así que por tu bien te aconsejo que no te meta con ella. Además, lo que pasa entre Marcos y su esposa es
Marcos estaba confundido, se suponía que el ofendido era él. Estaba molesto con Anna por lo que dijo a Constanza y a Patricia, pero resultaba que Anna no le hablaba y lo trataba con fría indiferencia y para colmo ese día era la cena con sus amigos y tendrían que tratarse como si todo estuviera bien.―Y pensar que Alessandro estaba enamorado de ti cuando eran adolescentes ―dijo Rosi a Anna.Marcos se detuvo en la puerta al escuchar las palabras, dio un paso atrás y se ocultó detrás de la pared, estaba buscando a Anna con la excusa de preguntarle algo de la cena cuando sin querer escuchó a la prima de su esposa.―¿Quééééééé? ¡No! Yo pensé que solo era amable conmigo porque tú eras su amiga. ¡Soy una tonta! De haberlo sabido... él también era mi amor platónico.―¿En serio? ―preguntó Rosi con los ojos abiertos de par en par por el asombro ―Nunca dijiste nada.―Me daba vergüenza porque él era como un hermano para ti y la gente creía que yo iba incluida en el paquete y después papá murió y
Marcos corrió hacia Anna cuando la vio trastabillar y ponerse la mano en el pecho, llegó a tiempo para sujetarla, la desesperación se apoderó de él.―¡Anna! ―gritó levantándola en brazos.―¡Oh! Por Dios ―exclamó Patricia preocupada, sabía del problema cardiaco de Anna y pensó que la habían matado con sus acciones.―Patricia llama a emergencias ―le dijo Marcos antes de partir hacia el salón con su preciosa carga.―Anna, no me dejes, por favor, perdóname, perdóname, perdóname ―le susurró al oído mientras las lágrimas le corrían por las mejillas.―¿Qué le pasó a mi mamá? ―preguntó Marianna, al ver a su padre llevando en brazos a su mamá desmayada, se soltó de los brazos de su abuela para correr hacia ellos.Elena, Rosi y Eva corrieron hacia Anna, mientras las demás personas miraban impotentes la situación. Marianna lloraba desesperada aferrada a su madre mientras la sala se llenaba de lamentos. La angustia llena cada espacio del salón.―¡Silencio! ―Ordenó Dante, ―Si quieren ayudar a Anna