Secuestro

Cuando Kitt se despertó esa mañana, se sintió especialmente desganado, así que solo cerró los ojos y decidió esperar a que su mamá viniera a levantarlo.

Su garganta se sentía irritada, pero esto era normal en las mañanas así que no veía necesidad de decirlo, sobre todo no ahora que querían llevarlo a otra visita a la clínica donde seguramente dirían que había algún otro virus o bacteria fastidiando a su débil e inútil sistema inmunológico y de nuevo tendría que quedarse en cama aburrido sin nada que hacer.

Seguramente sería bronquiolitis. Maldición ¿por qué tuvo que abrir la boca el otro día y decir que ojalá le diera? Ahora tendría que pasar otra navidad encerrado en su habitación y comiendo sopa horrible.

A los pocos minutos, mientras todavía se regañaba mentalmente, su madre entró su habitación y lo sacudió levemente haciéndolo abrir los ojos con pesadez, cosa que obvio que la hizo preocuparse, luego le puso una mano en la frente y frunció el ceño, antes de suspirar aliviada.

—Bu
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