Un mes despuésNarra AitanaEl mundo se detuvo para mí seis veces en mi vida. La primera, cuando mis padres murieron; la segunda, cuando el esposo que había soñado, me mostró que era un monstruo; la tercera, cuando supe que estaba embarazada de mellizos; la cuarta, cuando mis hijos nacieron; la quinta vez cuando supe de mi tumor y la sexta, cuando me enteré de la leucemia de mi hija.Seis veces se me había detenido el mundo y solo dos fueron de alegría. Las dos veces en que fui inmensamente feliz. Mis hijos eran la base de mi vida. Mi motivo para ser feliz, por quienes luchaba.Y ahora, tenía que ver a mi hija deteriorarse cada vez más, mientras el dolor de cabeza amenaza con explotar esta. Quería estar para ella. Pero, con solo verme era evidente que no estaba bien. Algo me pasaba y no era algo bueno. — Mamá, tengo mucho sueño — dice Ariana frotando sus ojos. — Solo come un poco más. Te aseguro que después de esto, comerás una increíble gelatina en forma de castillo de princesa. —
Mientras espero que el medicamento me haga efecto, Eugene entra a la habitación donde observa a Ariana dormir, mientras le susurra las aventuras que tendrán cuando ella despierte. Cleo, aunque sabe quién es y como lo conocí, vigila cada cosa que hace como si fuera el perro guardián de Ariana.— Cleo, deberías regresar a casa. Tu hijo te necesita. — Susurro y ella niega.— Mi hijo está en la escuela, llega después de seis de la tarde. Así que, puedo quedarme más tiempo. — Dice Cleo mirando siempre hacia donde está Eugene.— Necesito reunirme con Helmut. Ayúdame con eso — pido sabiendo que no hemos terminado de hablar.— Señora, no me ponga en una situación tan difícil, no quiero que el señor me mate por recordarle donde está usted. Porque sí, la mayoría del tiempo pref
Eugene suspira profundo y camina de un lado al otro como si no encontrara una salida. Algo que no había visto en él. Ya que, normalmente es de las personas que no muestra su desespero por más que intentes presionarlo.Si él es de los que finge estar bien y ahora esta así de mal, ¿Cómo lo tomará mi hijo? ¿Cómo podría tomarlo Ariana si cuando se cure posiblemente no me encuentre? Vaya problema en el que me encuentro.‘No más que el de ahora. Helmut es explosivo y posiblemente ha escuchado esa parte de que Eugene te ama. Dudo que le agrade ello’ dice mi mente y yo suspiro profundo.— Helmut… —— ¿Me llamabas? — pregunta Helmut regresando de su aturdimiento.— ¿Qué haces aquí? Es evidente que ya no te necesita Aitana. Sigue bebiendo o fingiendo que todo está bien. ya he lle
La enfermera viene y de inmediato, comienzan a atenderla mientras yo observo todo lo que le hacen. Aunque me piden marcharme, suplico quedarme y no molestar. Pero, el llanto de ver a mi hija quejándose y pidiéndome que le detenga el dolor, hace que salga de la habitación llorando.Mi dolor físico, no es algo en comparación al dolor que su voz débil pidiendo ayuda, causan en mí. Intento respirar profundo y es cuando escucho la voz de mi hijo, que levanto mi mirada intentando ser fuerte.— Mamá, ¿está todo bien? — Pregunta Albert y yo quisiera decirle que, si lo está, pero, los quejidos de Ariana había que mi mentira fuera descubierta. Por lo que, le soy sincera.— Ariana está pasando por un momento de dolor. Tiene fiebre también, así que, la están atendiendo. — Susurro.— Ella estará bien. Ariana es
Dejo que pasen unos minutos mientras siento mi espalda humedecerse, mi hijo, es de los chicos a los que decir lo que siente se le dificulta y también, le da mucha vergüenza que lo vean llorar.Albert, es mi pequeño iceberg. Un iceberg que esta por derretirse de tanto llorar mientras se aferra a mí. Pero, dejo que se desahogue. Es mejor eso a que retenga el dolor y el miedo de quedarse sin mí.— ¿Estas mejor? — pregunto cuando escucho sus gimoteos más lentos y pausados.— Esto es tan molesto. — Dice Albert y no sé a qué se refiere en específico, pero, no le pido que se explique, solo lo escucho para saber cómo ayudar a mi hijo. — Odio esto. Odio que nos pase a nosotros —— Nadie desea pasar por esto. Pero, creo que nos ha pasado a nosotros, porque podemos enfrentar esto. Dios no le da pruebas imposibles de soporta
La palidez de la mujer desaparece por el rubor que se torna en sus mejillas al entender que es lo que pasa. Por eso, doy un paso hacia ella para aclarar que no tengo una relación con Helmut. Pero, al parecer, él sabe que es lo que voy a decir, porque se interpone en mi camino.— Es momento de descansar, entra, por favor — dice Helmut y yo suspiró profundo.— Pensé que seguirías huyendo y bebiendo, señor Baumann — digo mirándolo fijamente.— Si no quiere que ahogue mis penas en alcohol, no lo haré, señora Baumann — dice Helmut resaltando el apellido que hace años no tengo.— Yo no soy la s… — comienzo a decir, pero, Helmut me tome en sus brazos de tal manera que debo aferrarme a sus brazos para no caer.— ¡¿Qué rayos te pasa?! — pregunto sorprendida, mientras el dolor de cabe
Despierto en medio de la noche con quejas de mi hija, la angustia me invade y corro hacia mi hija que gimotea mientras se mueve de un lado al otro. En un susurro escucho como me llama y yo suplico que no esté teniendo una crisis.— Mamá, por favor. Mamá, ayúdame — suplica mi hija y yo enciendo la luz, observando como toda su ropa esta tan húmeda que pareciera que le hubiesen lanzado agua. Rápidamente toco su cabeza y lo caliente que está me hace quitarla de inmediato.Desesperada, presiono el botón para llamar a las enfermeras y no sintiéndome que vienen rápido, abro la puerta para ir a buscarlas. Es allí cuando veo que Helmut está mirando algo con Albert.No sé qué hora es y aunque no quiero preocupar a mi hijo, no puedo fingir que todo está bien cuando mi hija tiene demasiada fiebre que la puede hacer convulsionar.&
Narrador omnipresenteEl tiempo pasa y Aitana poco a poco se tranquiliza, cuando su hija se queda profundamente dormida. Aunque sabe que solo es el comienzo de un tiempo de dolor, la preocupación le invade al no saber si podrá estar para su hija.El doctor sale y al decirle que tiene que dejarla en la unidad de cuidados intensivos, para combatirle una infección agresiva, ella se derrumba en silencio. Sabía lo que significaba, los antibióticos que tanto le han dado, no estaban dando los resultados adecuados y su escaso sistema inmune, no ayudaba mucho en defender el cuerpo.—Será colocada en la lista de donadores, pero, lo mejor sería que hubiese un familiar que pueda darle la donación que necesita. Así, se minimiza el riesgo de rechazo y por ser familiar, no tendría que esperar que se su turno en la larga lista de espera. — Dice el médico y Aitana suspira profundo.—Ya