La enfermera viene y de inmediato, comienzan a atenderla mientras yo observo todo lo que le hacen. Aunque me piden marcharme, suplico quedarme y no molestar. Pero, el llanto de ver a mi hija quejándose y pidiéndome que le detenga el dolor, hace que salga de la habitación llorando.
Mi dolor físico, no es algo en comparación al dolor que su voz débil pidiendo ayuda, causan en mí. Intento respirar profundo y es cuando escucho la voz de mi hijo, que levanto mi mirada intentando ser fuerte. — Mamá, ¿está todo bien? — Pregunta Albert y yo quisiera decirle que, si lo está, pero, los quejidos de Ariana había que mi mentira fuera descubierta. Por lo que, le soy sincera. — Ariana está pasando por un momento de dolor. Tiene fiebre también, así que, la están atendiendo. — Susurro. — Ella estará bien. Ariana esDejo que pasen unos minutos mientras siento mi espalda humedecerse, mi hijo, es de los chicos a los que decir lo que siente se le dificulta y también, le da mucha vergüenza que lo vean llorar.Albert, es mi pequeño iceberg. Un iceberg que esta por derretirse de tanto llorar mientras se aferra a mí. Pero, dejo que se desahogue. Es mejor eso a que retenga el dolor y el miedo de quedarse sin mí.— ¿Estas mejor? — pregunto cuando escucho sus gimoteos más lentos y pausados.— Esto es tan molesto. — Dice Albert y no sé a qué se refiere en específico, pero, no le pido que se explique, solo lo escucho para saber cómo ayudar a mi hijo. — Odio esto. Odio que nos pase a nosotros —— Nadie desea pasar por esto. Pero, creo que nos ha pasado a nosotros, porque podemos enfrentar esto. Dios no le da pruebas imposibles de soporta
La palidez de la mujer desaparece por el rubor que se torna en sus mejillas al entender que es lo que pasa. Por eso, doy un paso hacia ella para aclarar que no tengo una relación con Helmut. Pero, al parecer, él sabe que es lo que voy a decir, porque se interpone en mi camino.— Es momento de descansar, entra, por favor — dice Helmut y yo suspiró profundo.— Pensé que seguirías huyendo y bebiendo, señor Baumann — digo mirándolo fijamente.— Si no quiere que ahogue mis penas en alcohol, no lo haré, señora Baumann — dice Helmut resaltando el apellido que hace años no tengo.— Yo no soy la s… — comienzo a decir, pero, Helmut me tome en sus brazos de tal manera que debo aferrarme a sus brazos para no caer.— ¡¿Qué rayos te pasa?! — pregunto sorprendida, mientras el dolor de cabe
Despierto en medio de la noche con quejas de mi hija, la angustia me invade y corro hacia mi hija que gimotea mientras se mueve de un lado al otro. En un susurro escucho como me llama y yo suplico que no esté teniendo una crisis.— Mamá, por favor. Mamá, ayúdame — suplica mi hija y yo enciendo la luz, observando como toda su ropa esta tan húmeda que pareciera que le hubiesen lanzado agua. Rápidamente toco su cabeza y lo caliente que está me hace quitarla de inmediato.Desesperada, presiono el botón para llamar a las enfermeras y no sintiéndome que vienen rápido, abro la puerta para ir a buscarlas. Es allí cuando veo que Helmut está mirando algo con Albert.No sé qué hora es y aunque no quiero preocupar a mi hijo, no puedo fingir que todo está bien cuando mi hija tiene demasiada fiebre que la puede hacer convulsionar.&
Narrador omnipresenteEl tiempo pasa y Aitana poco a poco se tranquiliza, cuando su hija se queda profundamente dormida. Aunque sabe que solo es el comienzo de un tiempo de dolor, la preocupación le invade al no saber si podrá estar para su hija.El doctor sale y al decirle que tiene que dejarla en la unidad de cuidados intensivos, para combatirle una infección agresiva, ella se derrumba en silencio. Sabía lo que significaba, los antibióticos que tanto le han dado, no estaban dando los resultados adecuados y su escaso sistema inmune, no ayudaba mucho en defender el cuerpo.—Será colocada en la lista de donadores, pero, lo mejor sería que hubiese un familiar que pueda darle la donación que necesita. Así, se minimiza el riesgo de rechazo y por ser familiar, no tendría que esperar que se su turno en la larga lista de espera. — Dice el médico y Aitana suspira profundo.—Ya
Helmut miró a la mujer deseando que pidiera, pero, ella solamente se aleja levemente de él para arreglar su ropa. No sabía lo que le iba a pedir, pero, estaba dispuesto a darlo todo si eso curaba a su hija.—Puedes pedir lo que desees. No dudes en decirlo — dice Helmut ansioso por al fin tener lo que hace más de un mes ha estado buscando.—¿Me dará cualquier cosa? ¿Incluso su fortuna si se la pido? — pregunta Cleotilde y Helmut no duda.—Lo que desees. Si está en mis manos dártelo, te lo daré. Solo… acepta que mi hija tenga el trasplante — dice Helmut.—¿Incluso si le pido que se aleje de la señora y los niños? — pregunta Cleotilde y Helmut duda por breves segundos.—Si eso va a darle la tranquilidad a Aitana y mi hija no va a sufrir más, lo haré——¿Esta seguro que no fal
Mientras Helmut corría, Albert salía de casa después de tener clases privadas pagadas por Helmut, quien le dejó en claro que no regresaría a su escuela. Había cocinado con Eugene en la mañana varias comidas nutritivas para su madre.Por lo que, juntos estaban subiendo al auto mientras Albert sonriendo veía la lonchera que había preparado para su madre y unos jugos para su hermana, que era lo único que le dejaban ingresar en la unidad de cuidados intensivos.—¿Crees que le guste a mi madre? — pregunta Albert sintiéndose inseguro.—Creo que le gustará — dice Eugene mientras conduce en dirección al hospital.—Espero que le guste. Mamá ha bajado mucho de peso y me preocupa — dice Albert muy angustiado.El recorrido es corto, por lo que, rápidamente suben al ascensor rumbo a la habitación de su madre, don
La alegría de Helmut desaparece por completo y sentándose al lado de su hijo, escucha lo que su hijo tiene por decir. Aunque intenta prepararse para lo peor, el escuchar que no lo reconoce, hace que compruebe que ninguna preparación sería suficiente.—¿Qué debemos hacer? — pregunta Albert deseando que su padre le diera una respuesta adulta que le ayudara a sentirse mejor por la condición de su madre.—No lo sé— susurra Helmut tan perdido como su hijo.Loso dos miraron a Aitana dormida, mientras Eugene ordenaba a varios de los hombres de Helmut, colocar una nueva cama para que Aitana durmiera cómoda. Tres horas pasaron padre e hijo, mirando a la mujer que se veía demasiado pálida, pero, tranquila.Ninguno de los dos sabía que hacer o decir, pero, no se sentían incomodos estando uno sentado al lado del otro. Porque, solo ellos sentían lo mismo.
Varios lobos buscaban al pequeño Joel mientras Cleotilde se preparaban para salir. La orden de su jefe era clara y por eso, debía apresurarse. Sin embargo, la desaparición de su hijo, la preocupaba.Joel siempre había sido así. Se escondía diciendo que se volvía invisible. Apenas tenía dos años cuando se escondió en el cesto de la ropa sucia donde por suerte, Cleotilde lo escuchó cuando intentó levantar el mismo.A medida que crecía, sus escondites eran mejores, algunos arriba del techo, otros en los arbustos y su favorito, en el conducto de aire. No había forma de que dejara de hacerlo y por ello, solo decidieron estar atentos a cualquier cosa que usarán por miedo a lastimarlo si no lo notaban.Sin embargo, esta vez lo sentía distinto y por eso, no podía quedarse tranquila. Deseando saber que pasaba con su hijo, aulló deseando que