Despierto en medio de la noche con quejas de mi hija, la angustia me invade y corro hacia mi hija que gimotea mientras se mueve de un lado al otro. En un susurro escucho como me llama y yo suplico que no esté teniendo una crisis.
— Mamá, por favor. Mamá, ayúdame — suplica mi hija y yo enciendo la luz, observando como toda su ropa esta tan húmeda que pareciera que le hubiesen lanzado agua. Rápidamente toco su cabeza y lo caliente que está me hace quitarla de inmediato.Desesperada, presiono el botón para llamar a las enfermeras y no sintiéndome que vienen rápido, abro la puerta para ir a buscarlas. Es allí cuando veo que Helmut está mirando algo con Albert. No sé qué hora es y aunque no quiero preocupar a mi hijo, no puedo fingir que todo está bien cuando mi hija tiene demasiada fiebre que la puede hacer convulsionar. &Narrador omnipresenteEl tiempo pasa y Aitana poco a poco se tranquiliza, cuando su hija se queda profundamente dormida. Aunque sabe que solo es el comienzo de un tiempo de dolor, la preocupación le invade al no saber si podrá estar para su hija.El doctor sale y al decirle que tiene que dejarla en la unidad de cuidados intensivos, para combatirle una infección agresiva, ella se derrumba en silencio. Sabía lo que significaba, los antibióticos que tanto le han dado, no estaban dando los resultados adecuados y su escaso sistema inmune, no ayudaba mucho en defender el cuerpo.—Será colocada en la lista de donadores, pero, lo mejor sería que hubiese un familiar que pueda darle la donación que necesita. Así, se minimiza el riesgo de rechazo y por ser familiar, no tendría que esperar que se su turno en la larga lista de espera. — Dice el médico y Aitana suspira profundo.—Ya
Helmut miró a la mujer deseando que pidiera, pero, ella solamente se aleja levemente de él para arreglar su ropa. No sabía lo que le iba a pedir, pero, estaba dispuesto a darlo todo si eso curaba a su hija.—Puedes pedir lo que desees. No dudes en decirlo — dice Helmut ansioso por al fin tener lo que hace más de un mes ha estado buscando.—¿Me dará cualquier cosa? ¿Incluso su fortuna si se la pido? — pregunta Cleotilde y Helmut no duda.—Lo que desees. Si está en mis manos dártelo, te lo daré. Solo… acepta que mi hija tenga el trasplante — dice Helmut.—¿Incluso si le pido que se aleje de la señora y los niños? — pregunta Cleotilde y Helmut duda por breves segundos.—Si eso va a darle la tranquilidad a Aitana y mi hija no va a sufrir más, lo haré——¿Esta seguro que no fal
Mientras Helmut corría, Albert salía de casa después de tener clases privadas pagadas por Helmut, quien le dejó en claro que no regresaría a su escuela. Había cocinado con Eugene en la mañana varias comidas nutritivas para su madre.Por lo que, juntos estaban subiendo al auto mientras Albert sonriendo veía la lonchera que había preparado para su madre y unos jugos para su hermana, que era lo único que le dejaban ingresar en la unidad de cuidados intensivos.—¿Crees que le guste a mi madre? — pregunta Albert sintiéndose inseguro.—Creo que le gustará — dice Eugene mientras conduce en dirección al hospital.—Espero que le guste. Mamá ha bajado mucho de peso y me preocupa — dice Albert muy angustiado.El recorrido es corto, por lo que, rápidamente suben al ascensor rumbo a la habitación de su madre, don
La alegría de Helmut desaparece por completo y sentándose al lado de su hijo, escucha lo que su hijo tiene por decir. Aunque intenta prepararse para lo peor, el escuchar que no lo reconoce, hace que compruebe que ninguna preparación sería suficiente.—¿Qué debemos hacer? — pregunta Albert deseando que su padre le diera una respuesta adulta que le ayudara a sentirse mejor por la condición de su madre.—No lo sé— susurra Helmut tan perdido como su hijo.Loso dos miraron a Aitana dormida, mientras Eugene ordenaba a varios de los hombres de Helmut, colocar una nueva cama para que Aitana durmiera cómoda. Tres horas pasaron padre e hijo, mirando a la mujer que se veía demasiado pálida, pero, tranquila.Ninguno de los dos sabía que hacer o decir, pero, no se sentían incomodos estando uno sentado al lado del otro. Porque, solo ellos sentían lo mismo.
Varios lobos buscaban al pequeño Joel mientras Cleotilde se preparaban para salir. La orden de su jefe era clara y por eso, debía apresurarse. Sin embargo, la desaparición de su hijo, la preocupaba.Joel siempre había sido así. Se escondía diciendo que se volvía invisible. Apenas tenía dos años cuando se escondió en el cesto de la ropa sucia donde por suerte, Cleotilde lo escuchó cuando intentó levantar el mismo.A medida que crecía, sus escondites eran mejores, algunos arriba del techo, otros en los arbustos y su favorito, en el conducto de aire. No había forma de que dejara de hacerlo y por ello, solo decidieron estar atentos a cualquier cosa que usarán por miedo a lastimarlo si no lo notaban.Sin embargo, esta vez lo sentía distinto y por eso, no podía quedarse tranquila. Deseando saber que pasaba con su hijo, aulló deseando que
Narra AitanaMi hijo se calma en mis brazos mientras yo pienso en todo lo que podría pasar a partir de ahora. Sabía que estaba perdiendo la memoria, porque a veces me olvidaba de muchas cosas, pero, perderme tanto que no recordar a mis hijos, ya era una alarma.Helmut aparece y se sorprende al verme despierta o quizás, tranquila. Ya que, a juzgar por el dolor en mi cuerpo y las marcas en el mismo, he sido atada para no dañarme o dañar a otros. Helmut, me sonríe y se acerca a mí, tomando mi mano con delicadeza.—Me alegra que estés despierta — susurra Helmut.—Te alegras de que yo sea yo, querrás decir— digo y él suspira profundo.—Eso fue algo pasajero. Quizás fue por tanto estrés, pero, eso pronto terminará. — Dice Helmut y yo niego.—No necesitas mentirme. Sé cómo es esto. He visto doctores en China y aquí. Todos me dicen lo mismo. No hay posibilidad de que esto sea pasajero. Cada vez que se presente, durará más tiempo hasta que finalmente me pierda en esas lagun
Después de hablar un poco con Cleo, caminamos hacia la habitación de mi hija. Como me había dicho Helmut, la condición de mi hija se ha deteriorado más. Por lo que, nos piden colocarnos ropa quirúrgica, para evitar una infección para mi hija.Con varias cosas conectadas a su cuerpo, veo a mi pequeña hija con ropa rosada como a ella le gusta. Su cuerpo, se ve vas delgado y sus mejillas, tan pálida como el resto de su cuerpo.Con cuidado de no despertarla, tomó su mano y le acaricio suavemente la misma. Sabía que era estar en la cama luchando por una enfermedad que cada día enfermaba más. Había estado en su lugar y creía que ese era el lugar más doloroso.Pero, ver a una hija enferma lo es más. Porque aun sabiendo donde y cuanto duele, la impotencia de no saber cómo aliviar su dolor, me causa más dolor que mi propia enfermedad.
Buscaba un indicio de broma en Helmut, pero, su mirada decidida y como no retrocede, si no que, avanza hacia mí, me dice que no está bromeando. Sólo ha hablado por medio de su locura, porque es eso lo que ha dicho, una locura.—Aitana, déjame explicarte — dice Helmut y yo niego.—No creo que haya algún argumento válido para justificar lo que acabas de decir— digo firme.—Aitana… sé que no soy el hombre perfecto para ser un buen padre. Pero, me estoy esforzando. He ido a las citas psicológicas, estoy trabajando en ser mejor. Quiero ser lo mejor para mi familia, porque ustedes son mi familia — dice Helmut—Me alegra que veas a tus hijos como tu familia y que estes trabajando en controlar tus ataques de enojo. Pero, eso no quiere decir que yo voy a aceptar que tengamos un hijo. Helmut, es una locura en todo el sentido de la palabra — digo