Helmut después de que su esposa hubiese desaparecido, se encargó de investigar su vida deseando poder entenderla. Poder hacer las bien esta vez, por eso, entendía el miedo de Aitana. Una chica que había tenido que estar internada por varios años donde sus tratamientos, habían llevado a la ruina a su familia.
‘Por su enfermedad fue que sus padres aceptaron la ayuda de mi padre con el fin de que se casara conmigo’ dice Helmut mentalmente. — Aitana, quizás sea solo parte de un protocolo. Ariana estará bien. No pierdas las esperanzas — pide Helmut y Aitana asiente mientras ve a su hija despertarse lentamente. — Mamá — susurra Ariana y de inmediato Aitana coloca su mano en el brazo cubierto de su hija. El invierno había hecho que sábanas cubrieran el cuerpo de Ariana hasta el cuello. Por lo que, solo cuando ella sacó sus manos de las sáLos doctores se llevan a Aitana a otra habitación para no perturbar a Ariana que se despierta levemente por el ruido. Mientras, Helmut mira a su hijo y angustiado, le habla. — Quédate pendiente de tu madre, voy a ver qué es lo que sucede con tu madre — dice Helmut y su hijo asiente, tomando el lugar de su madre, aferrándose a la mano de su hermana. — ¿Qué pasa? ¿Por qué hay tanto ruido? — pregunta Ariana luchando por no dormirse. — Mamá discutía con los doctores porque no quieren darte unas sábanas de princesa — miente Albert mientras acaricia el cabello de su hermana. — No dejen que me coloquen sábanas de un color distinto al rosado. Lucha por eso, hermano — susurra Ariana y Helmut sonríe al ver que ni siquiera la enfermedad, hacen que disminuya en su hermana el amor por las cosas rosadas y brillantes. — Así será — dice Albert mientras suplica que solo sea este día un mal sueño.Por otra parte, los doctores comienzan a hacer preguntas a Helmut sobre Aitana, desde su tipo de sang
Helmut buscó algún indicio de broma. Porque para él, era imposible que una persona tan fuerte tuviera un tumor así de agresivo. Era imposible en su mente que la mujer que sobrevivió a la leucemia siendo una niña, e incluso superó la prueba de su maldición y lo curó a él, ahora tenga un tumor en su cabeza.Aturdido, retrocedió, mientras veía la mirada tranquila de Aitana, como si no le hubiese dicho que iba a morir. Que su probabilidad de sobrevivir no superaba siquiera un diez por ciento. — No es buen momento para bromear, Aitana — dice Helmut con voz quebradiza. — Regrese aquí por ti. Regrese porque necesito que te hagas cargo de los niños cuando yo… muera. — Dice Aitana y Helmut lleva sus manos a su cabeza mientras mira a todas partes, menos hacia la mujer que gráficamente le ha lanzado una bomba que le impide respirar con normalidad. — Por favor, dime que es mentira — le suplica Helmut. — No lo es. Hoy fui al médico. Básicamente mi tumor está presionando mi cerebro contra mi c
Un mes despuésNarra AitanaEl mundo se detuvo para mí seis veces en mi vida. La primera, cuando mis padres murieron; la segunda, cuando el esposo que había soñado, me mostró que era un monstruo; la tercera, cuando supe que estaba embarazada de mellizos; la cuarta, cuando mis hijos nacieron; la quinta vez cuando supe de mi tumor y la sexta, cuando me enteré de la leucemia de mi hija.Seis veces se me había detenido el mundo y solo dos fueron de alegría. Las dos veces en que fui inmensamente feliz. Mis hijos eran la base de mi vida. Mi motivo para ser feliz, por quienes luchaba.Y ahora, tenía que ver a mi hija deteriorarse cada vez más, mientras el dolor de cabeza amenaza con explotar esta. Quería estar para ella. Pero, con solo verme era evidente que no estaba bien. Algo me pasaba y no era algo bueno. — Mamá, tengo mucho sueño — dice Ariana frotando sus ojos. — Solo come un poco más. Te aseguro que después de esto, comerás una increíble gelatina en forma de castillo de princesa. —
Mientras espero que el medicamento me haga efecto, Eugene entra a la habitación donde observa a Ariana dormir, mientras le susurra las aventuras que tendrán cuando ella despierte. Cleo, aunque sabe quién es y como lo conocí, vigila cada cosa que hace como si fuera el perro guardián de Ariana.— Cleo, deberías regresar a casa. Tu hijo te necesita. — Susurro y ella niega.— Mi hijo está en la escuela, llega después de seis de la tarde. Así que, puedo quedarme más tiempo. — Dice Cleo mirando siempre hacia donde está Eugene.— Necesito reunirme con Helmut. Ayúdame con eso — pido sabiendo que no hemos terminado de hablar.— Señora, no me ponga en una situación tan difícil, no quiero que el señor me mate por recordarle donde está usted. Porque sí, la mayoría del tiempo pref
Eugene suspira profundo y camina de un lado al otro como si no encontrara una salida. Algo que no había visto en él. Ya que, normalmente es de las personas que no muestra su desespero por más que intentes presionarlo.Si él es de los que finge estar bien y ahora esta así de mal, ¿Cómo lo tomará mi hijo? ¿Cómo podría tomarlo Ariana si cuando se cure posiblemente no me encuentre? Vaya problema en el que me encuentro.‘No más que el de ahora. Helmut es explosivo y posiblemente ha escuchado esa parte de que Eugene te ama. Dudo que le agrade ello’ dice mi mente y yo suspiro profundo.— Helmut… —— ¿Me llamabas? — pregunta Helmut regresando de su aturdimiento.— ¿Qué haces aquí? Es evidente que ya no te necesita Aitana. Sigue bebiendo o fingiendo que todo está bien. ya he lle
La enfermera viene y de inmediato, comienzan a atenderla mientras yo observo todo lo que le hacen. Aunque me piden marcharme, suplico quedarme y no molestar. Pero, el llanto de ver a mi hija quejándose y pidiéndome que le detenga el dolor, hace que salga de la habitación llorando.Mi dolor físico, no es algo en comparación al dolor que su voz débil pidiendo ayuda, causan en mí. Intento respirar profundo y es cuando escucho la voz de mi hijo, que levanto mi mirada intentando ser fuerte.— Mamá, ¿está todo bien? — Pregunta Albert y yo quisiera decirle que, si lo está, pero, los quejidos de Ariana había que mi mentira fuera descubierta. Por lo que, le soy sincera.— Ariana está pasando por un momento de dolor. Tiene fiebre también, así que, la están atendiendo. — Susurro.— Ella estará bien. Ariana es
Dejo que pasen unos minutos mientras siento mi espalda humedecerse, mi hijo, es de los chicos a los que decir lo que siente se le dificulta y también, le da mucha vergüenza que lo vean llorar.Albert, es mi pequeño iceberg. Un iceberg que esta por derretirse de tanto llorar mientras se aferra a mí. Pero, dejo que se desahogue. Es mejor eso a que retenga el dolor y el miedo de quedarse sin mí.— ¿Estas mejor? — pregunto cuando escucho sus gimoteos más lentos y pausados.— Esto es tan molesto. — Dice Albert y no sé a qué se refiere en específico, pero, no le pido que se explique, solo lo escucho para saber cómo ayudar a mi hijo. — Odio esto. Odio que nos pase a nosotros —— Nadie desea pasar por esto. Pero, creo que nos ha pasado a nosotros, porque podemos enfrentar esto. Dios no le da pruebas imposibles de soporta
La palidez de la mujer desaparece por el rubor que se torna en sus mejillas al entender que es lo que pasa. Por eso, doy un paso hacia ella para aclarar que no tengo una relación con Helmut. Pero, al parecer, él sabe que es lo que voy a decir, porque se interpone en mi camino.— Es momento de descansar, entra, por favor — dice Helmut y yo suspiró profundo.— Pensé que seguirías huyendo y bebiendo, señor Baumann — digo mirándolo fijamente.— Si no quiere que ahogue mis penas en alcohol, no lo haré, señora Baumann — dice Helmut resaltando el apellido que hace años no tengo.— Yo no soy la s… — comienzo a decir, pero, Helmut me tome en sus brazos de tal manera que debo aferrarme a sus brazos para no caer.— ¡¿Qué rayos te pasa?! — pregunto sorprendida, mientras el dolor de cabe