Era evidente que las cosas no me estaban saliendo como pensaba y por ello, necesitaba hablar con claridad, antes de que todo fuera demasiado tarde y mis hijos se quedaran con una persona que solo iba a enseñarles a ser violento.
Pero, no sabía cómo hablar al respecto. Era un tema delicado, que no le había dicho a nadie, pero, que pronto podrían notarse y por ello, necesitaba que Helmut cambiara. Necesitaba que fuera un buen padre para los niños. — Lo siento — dice Helmut haciendo que salga de mis pensamientos. — ¿Qué has dicho? — pregunto aturdida. — Hablemos bien. ve a ducharte y yo te esperaré en el auto, para que salgamos a hablar bien — dice Helmut y yo asiento sabiendo que debo decirle mi condición y que quizás con eso, cambie.Entro a la casa y veo a los niños corriendo en toalla. Los dos vuelven a ser ni&ntildUn mes despuésSalgo del consultorio respirando profundamente. Como siempre, guardo bien los resultados médicos y los escondo en la bodega que tengo en el banco. Con mis hijos un poco curiosos, debo esconder todos los documentos médicos en el banco como si fuera dinero.Salgo del hospital y camino rumbo al banco, con mucha tristeza. Disimuladamente, he estado tomando medicina para calmar los síntomas que ya han pasado a mostrarse mucho, pero, las cosas no han salido bien.La palabra cirugía, se repite una y otra vez en mi mente y yo suspiro profundo porque sé que no puedo aceptar dicho tratamiento con dos niños que necesitan de mí. Entro a la bodega del banco y cuando recién guardo los documentos, escucho la voz de Helmut.— ¿Aitana? — pregunta Helmut y yo me giro sorprendida.— ¿Qué haces aquí, señor Baumann? —
Me alejo de la mirada de Helmut, porque siento que no puedo permitirme flaquear por unas palabras dulces que, aunque me reconfortan al pensar que no estaría en un ataúd sola, me angustian porque mis hijos si lo estarían.— Por favor, no hables así, hay no somos solo tú y yo, si no, los niños. Ellos nos necesitan y si uno de los dos falla, debería el padre que queda ser ese respaldo que tendría con los dos.— ¿Estas enferma? — pregunta Helmut y yo agradezco estar mirando hacia mi ventana o notaria mi miedo y sorpresa.— Solo digo eso, por si algo nos pasa a uno de los dos. Yo no tengo más familia y tú tampoco, así que, solo podemos apoyarlos nosotros —— Espero que sea eso y no que me ocultas algo — dice Helmut y yo respiro profundo.— Volviendo al tema inicial, ¿yo soy la única c
Narrador omnipresenteAitana no dejaba de temblar, quería ver a su hija despierta y sana. Habría deseado que la llamada fuera porque había hecho una travesura y no porque estaba enferma. Pero, no había forma de cambiar lo que estaba pasando.La directora se fue a la escuela y trajo a Albert, quien al enterarse de lo que le había pasado a su hermana, se había transformado en un chico que gritaba y rompía todo a su paso, porque no querían llevarlo donde estaba su hermana.Eso era sorprendente, porque Albert era un niño demasiado tranquilo. Pero, como su madre, cualquier cosa relacionada a su familia, lo enloquecía y por eso, actuaba así. Sin embargo, apenas llegó al hospital y vio a su madre con su hermana, respiró profundo y logró tranquilizarse.— Mamá — dice Albert y de inmediato, Aitana se limpia las mejilla con disimulo y sonríe int
Helmut después de que su esposa hubiese desaparecido, se encargó de investigar su vida deseando poder entenderla. Poder hacer las bien esta vez, por eso, entendía el miedo de Aitana. Una chica que había tenido que estar internada por varios años donde sus tratamientos, habían llevado a la ruina a su familia.‘Por su enfermedad fue que sus padres aceptaron la ayuda de mi padre con el fin de que se casara conmigo’ dice Helmut mentalmente.— Aitana, quizás sea solo parte de un protocolo. Ariana estará bien. No pierdas las esperanzas — pide Helmut y Aitana asiente mientras ve a su hija despertarse lentamente.— Mamá — susurra Ariana y de inmediato Aitana coloca su mano en el brazo cubierto de su hija. El invierno había hecho que sábanas cubrieran el cuerpo de Ariana hasta el cuello. Por lo que, solo cuando ella sacó sus manos de las sá
Los doctores se llevan a Aitana a otra habitación para no perturbar a Ariana que se despierta levemente por el ruido. Mientras, Helmut mira a su hijo y angustiado, le habla. — Quédate pendiente de tu madre, voy a ver qué es lo que sucede con tu madre — dice Helmut y su hijo asiente, tomando el lugar de su madre, aferrándose a la mano de su hermana. — ¿Qué pasa? ¿Por qué hay tanto ruido? — pregunta Ariana luchando por no dormirse. — Mamá discutía con los doctores porque no quieren darte unas sábanas de princesa — miente Albert mientras acaricia el cabello de su hermana. — No dejen que me coloquen sábanas de un color distinto al rosado. Lucha por eso, hermano — susurra Ariana y Helmut sonríe al ver que ni siquiera la enfermedad, hacen que disminuya en su hermana el amor por las cosas rosadas y brillantes. — Así será — dice Albert mientras suplica que solo sea este día un mal sueño.Por otra parte, los doctores comienzan a hacer preguntas a Helmut sobre Aitana, desde su tipo de sang
Helmut buscó algún indicio de broma. Porque para él, era imposible que una persona tan fuerte tuviera un tumor así de agresivo. Era imposible en su mente que la mujer que sobrevivió a la leucemia siendo una niña, e incluso superó la prueba de su maldición y lo curó a él, ahora tenga un tumor en su cabeza.Aturdido, retrocedió, mientras veía la mirada tranquila de Aitana, como si no le hubiese dicho que iba a morir. Que su probabilidad de sobrevivir no superaba siquiera un diez por ciento. — No es buen momento para bromear, Aitana — dice Helmut con voz quebradiza. — Regrese aquí por ti. Regrese porque necesito que te hagas cargo de los niños cuando yo… muera. — Dice Aitana y Helmut lleva sus manos a su cabeza mientras mira a todas partes, menos hacia la mujer que gráficamente le ha lanzado una bomba que le impide respirar con normalidad. — Por favor, dime que es mentira — le suplica Helmut. — No lo es. Hoy fui al médico. Básicamente mi tumor está presionando mi cerebro contra mi c
Un mes despuésNarra AitanaEl mundo se detuvo para mí seis veces en mi vida. La primera, cuando mis padres murieron; la segunda, cuando el esposo que había soñado, me mostró que era un monstruo; la tercera, cuando supe que estaba embarazada de mellizos; la cuarta, cuando mis hijos nacieron; la quinta vez cuando supe de mi tumor y la sexta, cuando me enteré de la leucemia de mi hija.Seis veces se me había detenido el mundo y solo dos fueron de alegría. Las dos veces en que fui inmensamente feliz. Mis hijos eran la base de mi vida. Mi motivo para ser feliz, por quienes luchaba.Y ahora, tenía que ver a mi hija deteriorarse cada vez más, mientras el dolor de cabeza amenaza con explotar esta. Quería estar para ella. Pero, con solo verme era evidente que no estaba bien. Algo me pasaba y no era algo bueno. — Mamá, tengo mucho sueño — dice Ariana frotando sus ojos. — Solo come un poco más. Te aseguro que después de esto, comerás una increíble gelatina en forma de castillo de princesa. —
Mientras espero que el medicamento me haga efecto, Eugene entra a la habitación donde observa a Ariana dormir, mientras le susurra las aventuras que tendrán cuando ella despierte. Cleo, aunque sabe quién es y como lo conocí, vigila cada cosa que hace como si fuera el perro guardián de Ariana.— Cleo, deberías regresar a casa. Tu hijo te necesita. — Susurro y ella niega.— Mi hijo está en la escuela, llega después de seis de la tarde. Así que, puedo quedarme más tiempo. — Dice Cleo mirando siempre hacia donde está Eugene.— Necesito reunirme con Helmut. Ayúdame con eso — pido sabiendo que no hemos terminado de hablar.— Señora, no me ponga en una situación tan difícil, no quiero que el señor me mate por recordarle donde está usted. Porque sí, la mayoría del tiempo pref