Tres meses después
Aitana había pasado unos meses frustrantes, no solo había tenido guardaespaldas hasta para ir al baño, sino que, por petición de su esposo, había tenido que asistir a clases y realizarse exámenes médicos cada dos semanas.Aunque no se mostraban en los mismos, algo extraño, los desmayos seguían ocurriendo y eso, preocupaba a Helmut, quien, desde la distancia, no sabía si la maldición esta vez estaba jugando con el sacrificio antes de llevárselo o si Aitana no moría aun porque si era la cura que estaba buscando. — Sigan buscando la causa. Necesito saber si solo es una coincidencia o si es la maldición — dice Helmut. — Sí, señor — dice la doctora antes que Helmut finalice la llamada. — Señor, ya no hay más nada que hacer aquí. Hemos acabado con todos los ladEl corazón de Aitana, latía fuertemente. No estaba acostumbrada a la cercanía masculina y aunque quisiera negarlo, Helmut era lo suficientemente atractivo para hacer que su corazón lata rápido sin que estuvieran tan cercas.— ¿Q-qué estás haciendo? — Pregunta Aitana sin saber que hacer.— Quiero saber si eres capaz de ignorarme, estando así de cerca — dice Helmut mirando fijamente los ojos de Aitana.La lujuria había desaparecido por completo de su mirada, para mostrar la inocencia que la caracterizaba. Por lo que, Helmut la alejó con molestia.— Si que eres muy atrevida. Soy tu esposo y el alfa de la manada a la que ahora perteneces. No entiendo cómo puedes ser tan valiente y tonta de colgarme — dice Helmut con frialdad.— Lo siento. Me asusté y reaccioné de la forma incorrecta — dice
Aitana no sabía en el problema que podía meterse al intentar provocar a un alfa, que hace años no tenía relaciones sexuales. Pero, aunque la tentación eta grande, Helmut empujó a Aitana sabiendo las consecuencias a la que tendría que enfrentarse si tenía sexo con ella.Aunque su intención no era lanzarla con fuerza, terminó contra la pared y después, cayó en la cama. El miedo invadió a Helmut, al pensar que saldría herida, mientras Aitana se queja levantando su cuerpo de la cama.— ¿Si te das cuenta de lo que te estoy diciendo? Tienes demasiada fuerza, me golpeas en la nalgadas y me matas. — Susurra Aitana en medio de sus quejidos.Helmut suspira profundo. Sentía que estaba peleando con un bebé que apenas estaba aprendiendo a gatear y ello, lo hacía sentir estúpido, porque sabía que nada de lo que hacía el
Al no saber que era lo que sucedía, la preocupación y culpa aumentaba en Helmut. Después de todo, recientemente la había lanzado por el aire y temía que eso hubiese causado su desmayo.Sin embargo, teniendo en mente que su cercanía no solo la lastimaba físicamente por no saber cómo tratarla y que la maldición se hacía más presente, decidió dejarla en la cama y alejarse.Las doctoras llegaron en su versión lobos y de inmediato, se transformaron para revisarla. El desespero que había tenido Helmut hace solo unos segundos, lo tenía ahora el personal médico. Fue entonces que salió de la habitación.— No debí haber regresado — dice Helmut saliendo del castillo frio.Aunque estando ausente se había desmayado, sentía que esta vez era más grave. Además, no era lo mismo que le dijeran que
Narra AitanaDías despuésSalí de la celda deseando maldecirlo y darle un buen golpe por arruinar mí ya terrible día. Pero, sabía que terminaría como niña regañada en una celda donde ni siquiera podía gritar, porque solo confirmaría lo que él dice sobre ser malcriada.Estaba enojada con lo que dijo y también sentía miedo. Por lo que, al no poder ir en su contra, decidí usar las armas que me ha dado, para escapar. Decidida, corro a mi habitación, me doy una larva ducha y tomo ropa para marcharme.‘Si ya me deja salir, debo aprovechar para analizar el terreno y al menor descuido escapar.’ Digo mentalmente mientras termino de vestirme.Apenas salgo, caminó a la puerta, sonrió complacida al verlas abiertas completamente. Notando que el castillo que parecía una gran celda, ahora si parezca un hogar. Emocionad
Narra HelmutMe había costado tomar una decisión con Aitana. Aunque sentía que debía castigarla con más tiempo en la celda, para que aprenda que debe ser obediente e invisible para mí el resto de los meses juntos, me sentía mal si seguía quedándose allí.Aitana era como una niña con su dulce contra un mundo rustico, oscuro y frio. Ella era el contraste a todas las mujeres que he tenido, porque, cada una de ellas ya había alcanzado la madurez de adulto.Pero, Aitana era esa niña dulce que, al no estar en la sociedad, se crio siendo dulce, traviesa e inocente. Algo que me atrae demasiado, al punto de no saber cómo tratarla. Al punto de dudar como ahora.—Señor, ya la señora se ha marchado — dice Peeta y yo suspiro profundo.—¿A dónde fue? — pregunto, aunque no deseo saber la respuesta.Me decepci
Era tanta la emoción de las chicas, que en menos de una hora ya estábamos recorriendo la isla como si fuera esposa de un narcotraficante. Solo que mejor, porque soy la esposa de un alfa millonario. De algo debía servir ser esposa de alguien como él.— ¿Y qué vamos a hacer, señora? — Pregunta una de las chicas.— Todo lo que sea divertido y cueste mucho dinero. Debemos darle un mensaje grande a Helmut y eso no se hace economizando —Las chicas dudan, pero, apenas llegamos a las primeras tiendas, el miedo desaparece y comenzamos a comprar ropa para todas, comer de todo tipo de comida, jugar, relajarnos en spa e incluso, entrar al casino.Claramente, antes de eso, entró a una boutique donde para comprar ropa interior, debía vender mis riñones y mi corazón, para comprarlo. Pero, ¿Qué importa, si mi situación sentiment
Miro a mi alrededor y parece que me he puesto una peluca y maquillaje de payaso, porque todos sonríen por las palabras de mi esposo, dejando claro que no está bromeando al hablar del dinero que posee. El desgraciado es inmensamente rico.— Entonces, si no sabias cuanto he gastado y obviamente no has venido a reclamarme eso, ¿por qué estás aquí? — Pregunto confundida.— Quería ver si te estabas metiendo en problemas — dice Helmut y yo ruedo los ojos.— No soy una niña. — Le recuerdo.— Solo las niñas ruedan los ojos como lo haces y no me gusta. Muestra cuan malcriada eres — dice Helmut y yo sonrió.— Lamento mucho que tu esposa sea una malcriada. Ahora que has visto que no hay policías ni mucho menos bomberos apagando el incendio, puedes marcharte. — Digo señalado la puerta, pero, H
Desde mi lugar, podía ver en la expresión confundida de Helmut, mientras las personas que estaban pasando por el lugar, miraban sorprendidos a los dos. Algo que me daba un poco de vergüenza, porque escucharon lo que había dicho.De inmediato, Helmut mira a su alrededor con una mirada asesina y todos se marchan dándonos la privacidad que en un principio debieron darnos.— Justo cuando creo que no vas a sorprenderme más, llega esto — dice Helmut y en mi mente sonrió.‘Por lo menos, lo mantengo interesado, aunque sea para regañarme’ digo mentalmente.— No has respondido a mi deseo — digo y él tensa su mandíbula.— Pide otra cosa y te aseguro que te lo cumpliré — dice Helmut.— Si no quieres tocarme, deja que yo lo haga por los dos — digo acercando mi mano en el pecho de él, pero, de inme