Miro a mi alrededor y parece que me he puesto una peluca y maquillaje de payaso, porque todos sonríen por las palabras de mi esposo, dejando claro que no está bromeando al hablar del dinero que posee. El desgraciado es inmensamente rico.
— Entonces, si no sabias cuanto he gastado y obviamente no has venido a reclamarme eso, ¿por qué estás aquí? — Pregunto confundida. — Quería ver si te estabas metiendo en problemas — dice Helmut y yo ruedo los ojos. — No soy una niña. — Le recuerdo. — Solo las niñas ruedan los ojos como lo haces y no me gusta. Muestra cuan malcriada eres — dice Helmut y yo sonrió. — Lamento mucho que tu esposa sea una malcriada. Ahora que has visto que no hay policías ni mucho menos bomberos apagando el incendio, puedes marcharte. — Digo señalado la puerta, pero, HDesde mi lugar, podía ver en la expresión confundida de Helmut, mientras las personas que estaban pasando por el lugar, miraban sorprendidos a los dos. Algo que me daba un poco de vergüenza, porque escucharon lo que había dicho.De inmediato, Helmut mira a su alrededor con una mirada asesina y todos se marchan dándonos la privacidad que en un principio debieron darnos.— Justo cuando creo que no vas a sorprenderme más, llega esto — dice Helmut y en mi mente sonrió.‘Por lo menos, lo mantengo interesado, aunque sea para regañarme’ digo mentalmente.— No has respondido a mi deseo — digo y él tensa su mandíbula.— Pide otra cosa y te aseguro que te lo cumpliré — dice Helmut.— Si no quieres tocarme, deja que yo lo haga por los dos — digo acercando mi mano en el pecho de él, pero, de inme
Horas despuésYa no podía ver bien. Estaba tan mareada que me era imposible ver una sola cosa. En cambio, Helmut sonreía como si nada. Era como si el alcohol solo me afectará a mí, ¿Acaso está acostumbrado a beber?— Creo que deberías ir a descansar. Ya estás muy ebria. — Dice Helmut y yo niego, aunque eso me hace perder el poco equilibrio que estando sentada tengo.— Aun quiero seguir bebiendo. Creo que podría durar un poco más — digo arrastrando las palabras.— Deberías conocer tus límites — dice Helmut y yo sonrió.— ¿Cómo podría conocerlos si es la primera vez que bebo alcohol? — pregunto y ello hace que Helmut sonría.— No esperaba menos de ti. Si has estado siempre encerrada, dudo que hayas tenido la oportunidad de beber alcohol. &mdas
No podía entender que era lo que hacía, porque, aunque debía tenerlo de mi lado, para evitar que me matara y tener una buena vida, no podía complicar las cosas besándolo solo porque lo había deseado.Nuestros labios son separados por falta de aliento, pero su frente se queda pegada a la mía de una forma que me hace sentir que mi movimiento osado no lo ha enojado y mucho menos, tiene energía para amenazarme otra vez.— Esto es un error, mujer. No deberías besarme si quieres estar bien, si quieres vivir — susurra Helmut en un tono suave, al punto de no parecer que me está advirtiendo de la muerte que él me va a provocar.‘Podría asegurar que incluso dormido habla solo para amenazarme. Este hombre es extraño’— ¿Por qué besarte me mataría? — pregunto deseando que me diga la causa de sus constantes amenazas.
Dos meses despuésEl tiempo había pasado de una forma lenta y dolorosa. Como si me hubiese lanzado una maldición Helmut, desde esa noche he comenzado a sentirme mal al punto que apenas salí del salón donde habíamos bebido, me desmayé.Mis clases son pocas porque debo descansar y es que, sin saber que tengo, solo me quedo en cama sufriendo de dolor o desmayos que no logran encontrar su causa. Helmut desde esa noche donde por fin me dijo un poco de eso que esconde, desapareció.Por lo que, no he podido hablar con él y obtener más información. Cleo, regresa sonriendo mientras trae toallas en agua tibia para ayudarme a bajar la fiebre que aparece en mi cuerpo cada dos días y dura solo cinco horas mostrándose, algo que las doctoras tampoco entienden porque sucede.— Señora, ¿Cómo se siente usted hoy? — pregunta Cleo y yo suspiro profundo.
Con esfuerzo y lucha torpeza, arreglo el reloj, aunque Cleo me dice que no es un buen regalo para una persona tan fría y seria como el alfa de una manada con fama de ser despiadada.— No se ve tan hermoso como en las fotos que use de ejemplo, por lo menos se ve como un buen ramo — digo suspirando profundo.— Sigo creyendo que es un mal regalo — dice Cleo y yo niego.— Es mejor. Así, no le estaré dando algo que alguien más le dio en el pasado — digo y le entrego el ramo a Cleo.— ¿Por qué me lo entrega? — Pregunta Cleo y yo sonrío.— Porque serás quien se lo lleve — digo de inmediato y ella niega retrocediendo.— No, claro que no. No quiero morir tan joven — dice Cleo y yo la miro fijamente.— No seas cobarde, eres una loba. No eres frágil — digo y ella me o
Pasaron pocos segundos cuando me apartó regañándome con la mirada, sin embargo, respiró profundo, peinando su cabello con frustración.— La ignorancia es atrevida — se limita a decir.— Solo fue un abrazo de agradecimiento, eso es menos íntimo que un beso. Así que, no te preocupes tanto — susurro y él me observa enojado.— No lo entiendes. Así que, deja de hacer cosas innecesarias como mandarme flores o abrazarme — dice Helmut y yo bajo mi mirada notando que mi regalo no le ha gustado.— Helmut, no hagas un drama por algo tan pequeño — digo cuando veo como la frustración lo hace caminar de un lado al otro para calmarse.— Estas saltando las barreras que por años he construido. — Confiesa Helmut y yo sonrió al ver que mis esfuerzos no son en vano.— Me
Tres semanas despuésHelmut se había tomado en serio lo de beber un poco de licor fuera de nuestros castillos, porque después de haberme mejorado hace tres días, mandó a construir una casa de madera donde se aseguró que ninguna leve brisa fría me enfermara y que los muebles que estuvieran en el interior, fueran cómodos para mí.Eso me hacía sentir como una anciana que necesita ciertas cosas para estar cómoda en un lugar, pero, no me quejo, es mejor su extremo cuidado a sus constantes gritos al servicio porque me he resfriado.— No creo que le paguen suficiente para tanto estrés de trabajo — murmuro y las chicas sonríen.— No todo es malo. Además, solo estamos así de tensionadas cuando el señor está cerca. Cuando viaja, podemos tomarnos un respiro — dice María.— Lo bueno es que pronto se
No podía darme por vencida y por ello, solo cuando no sentí el líquido en su boca, fue que me alejé de sus labios para respirar ese aire que ya se me había agotado. Había cometido una locura que podría costarme la vida si era descubierta, pero, necesitaba saber cosas que solo él podría decirme ebrio.— ¿Debería llamar a esto el beso suicida? — pregunta Helmut y yo lo golpeo en el pecho.— No tenía veneno — digo y él suspira profundo.— ¿Qué debo hacer contigo? Me agradas, aunque no quería que me agradaras, comenzaste a agradarme reafirmando el hecho de que no quiero que mueras. Incluso voy en contra de mis deseos para mantenerte a salvo y tú saltas sobre mí así — murmura Helmut y yo me muevo levemente por lo incomoda que me siento.— No soy una mujer que hace esto con