Narrador omnipresente
Helmut, quien había entrado a la habitación de Aitana al haber escuchado como vomitaba, se sorprendió y preocupó cuando la vio desplomarse. La última esperanza, para él ser un hombre lobo sin maldición, se desvanecía ante la posibilidad de que Aitana muriera. — ¡Traigan un médico ahora! — grita Helmut, tomando a Aitana en sus brazos. La mujer de contextura corporal delgada, se perdía en el cuerpo alto y musculoso de Helmut. Su temperatura corporal, escasamente se sentía y al ser una mujer lobo, era preocupante para Helmut.‘La he matado. He matado a una niña por mi maldición’ dice Helmut mentalmente.Uno de los lobos corre y mira a Aitana, lo primero que hace es confirmar que está viva y después de ello, la aleja de los brazos de Helmut, para tratarla, mientras Helmut, se atormenta por lo queSin saber dónde se encuentra, se levanta deseando que todo lo que había visto los últimos tres días, fuera solo una terrible pesadilla de la que apenas ha despertado, pero, apenas sale de la habitación, confirma que no fue una pesadilla y eso, hace que suspire profundo.— Señora, ¿se encuentra bien? No debería estar aquí sola — dice una de las chicas del servicio doméstico al verla.— ¿Cómo esta Cleo? — pregunta Aitana de inmediato y la chica baja la mirada — Por favor, dime que no ha muerto — dice Aitana suplicante.— No, ella está viva. Solo que su brazo no podrá usarse por un tiempo, mientras sana — informa la chica y Aitana suspira aliviada.— Es bueno que no lo haya perdido. — Susurra Aitana y la chica asiente.De inmediato, el enojo con su esposo aparece y aunque quiere ir
Tres meses despuésAitana había pasado unos meses frustrantes, no solo había tenido guardaespaldas hasta para ir al baño, sino que, por petición de su esposo, había tenido que asistir a clases y realizarse exámenes médicos cada dos semanas.Aunque no se mostraban en los mismos, algo extraño, los desmayos seguían ocurriendo y eso, preocupaba a Helmut, quien, desde la distancia, no sabía si la maldición esta vez estaba jugando con el sacrificio antes de llevárselo o si Aitana no moría aun porque si era la cura que estaba buscando.— Sigan buscando la causa. Necesito saber si solo es una coincidencia o si es la maldición — dice Helmut.— Sí, señor — dice la doctora antes que Helmut finalice la llamada.— Señor, ya no hay más nada que hacer aquí. Hemos acabado con todos los lad
El corazón de Aitana, latía fuertemente. No estaba acostumbrada a la cercanía masculina y aunque quisiera negarlo, Helmut era lo suficientemente atractivo para hacer que su corazón lata rápido sin que estuvieran tan cercas.— ¿Q-qué estás haciendo? — Pregunta Aitana sin saber que hacer.— Quiero saber si eres capaz de ignorarme, estando así de cerca — dice Helmut mirando fijamente los ojos de Aitana.La lujuria había desaparecido por completo de su mirada, para mostrar la inocencia que la caracterizaba. Por lo que, Helmut la alejó con molestia.— Si que eres muy atrevida. Soy tu esposo y el alfa de la manada a la que ahora perteneces. No entiendo cómo puedes ser tan valiente y tonta de colgarme — dice Helmut con frialdad.— Lo siento. Me asusté y reaccioné de la forma incorrecta — dice
Aitana no sabía en el problema que podía meterse al intentar provocar a un alfa, que hace años no tenía relaciones sexuales. Pero, aunque la tentación eta grande, Helmut empujó a Aitana sabiendo las consecuencias a la que tendría que enfrentarse si tenía sexo con ella.Aunque su intención no era lanzarla con fuerza, terminó contra la pared y después, cayó en la cama. El miedo invadió a Helmut, al pensar que saldría herida, mientras Aitana se queja levantando su cuerpo de la cama.— ¿Si te das cuenta de lo que te estoy diciendo? Tienes demasiada fuerza, me golpeas en la nalgadas y me matas. — Susurra Aitana en medio de sus quejidos.Helmut suspira profundo. Sentía que estaba peleando con un bebé que apenas estaba aprendiendo a gatear y ello, lo hacía sentir estúpido, porque sabía que nada de lo que hacía el
Al no saber que era lo que sucedía, la preocupación y culpa aumentaba en Helmut. Después de todo, recientemente la había lanzado por el aire y temía que eso hubiese causado su desmayo.Sin embargo, teniendo en mente que su cercanía no solo la lastimaba físicamente por no saber cómo tratarla y que la maldición se hacía más presente, decidió dejarla en la cama y alejarse.Las doctoras llegaron en su versión lobos y de inmediato, se transformaron para revisarla. El desespero que había tenido Helmut hace solo unos segundos, lo tenía ahora el personal médico. Fue entonces que salió de la habitación.— No debí haber regresado — dice Helmut saliendo del castillo frio.Aunque estando ausente se había desmayado, sentía que esta vez era más grave. Además, no era lo mismo que le dijeran que
Narra AitanaDías despuésSalí de la celda deseando maldecirlo y darle un buen golpe por arruinar mí ya terrible día. Pero, sabía que terminaría como niña regañada en una celda donde ni siquiera podía gritar, porque solo confirmaría lo que él dice sobre ser malcriada.Estaba enojada con lo que dijo y también sentía miedo. Por lo que, al no poder ir en su contra, decidí usar las armas que me ha dado, para escapar. Decidida, corro a mi habitación, me doy una larva ducha y tomo ropa para marcharme.‘Si ya me deja salir, debo aprovechar para analizar el terreno y al menor descuido escapar.’ Digo mentalmente mientras termino de vestirme.Apenas salgo, caminó a la puerta, sonrió complacida al verlas abiertas completamente. Notando que el castillo que parecía una gran celda, ahora si parezca un hogar. Emocionad
Narra HelmutMe había costado tomar una decisión con Aitana. Aunque sentía que debía castigarla con más tiempo en la celda, para que aprenda que debe ser obediente e invisible para mí el resto de los meses juntos, me sentía mal si seguía quedándose allí.Aitana era como una niña con su dulce contra un mundo rustico, oscuro y frio. Ella era el contraste a todas las mujeres que he tenido, porque, cada una de ellas ya había alcanzado la madurez de adulto.Pero, Aitana era esa niña dulce que, al no estar en la sociedad, se crio siendo dulce, traviesa e inocente. Algo que me atrae demasiado, al punto de no saber cómo tratarla. Al punto de dudar como ahora.—Señor, ya la señora se ha marchado — dice Peeta y yo suspiro profundo.—¿A dónde fue? — pregunto, aunque no deseo saber la respuesta.Me decepci
Era tanta la emoción de las chicas, que en menos de una hora ya estábamos recorriendo la isla como si fuera esposa de un narcotraficante. Solo que mejor, porque soy la esposa de un alfa millonario. De algo debía servir ser esposa de alguien como él.— ¿Y qué vamos a hacer, señora? — Pregunta una de las chicas.— Todo lo que sea divertido y cueste mucho dinero. Debemos darle un mensaje grande a Helmut y eso no se hace economizando —Las chicas dudan, pero, apenas llegamos a las primeras tiendas, el miedo desaparece y comenzamos a comprar ropa para todas, comer de todo tipo de comida, jugar, relajarnos en spa e incluso, entrar al casino.Claramente, antes de eso, entró a una boutique donde para comprar ropa interior, debía vender mis riñones y mi corazón, para comprarlo. Pero, ¿Qué importa, si mi situación sentiment