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—¿Qué dijiste, Marbella? —exclamó Lugh con voz severa. Los ojos de Lugh la miraban temblorosos, con las manos en un puño de frustración. Marbella le miró perpleja de verlo ahí, sintió un miedo terrible, no entendía como había llegado. —¡Lugh...! Vanessa se puso de pie, hubiese querido salir corriendo, cuando sintió la mano de Lugh que tiró de su brazo. —¿Celestia no es mi hija? La mujer le miró con ojos tan grandes y angustiados que casi podían estallar frente a él. Tragó saliva como si quisiera respirar. —Lugh... escúchame… —¡Responde! ¿Celestia no es mi hija? —No, Lugh, lo siento mucho, me mata decirte esto, pero Celestia no es tu hija —dijo Marbella y sintió que su voz era solo un hilo de llanto, pero tuvo que decirlo. Lugh la miró incrédulo. Sus ojos se volvieron dos lagunas por desbordar, su gesto era débil, destrozado. Muchas cosas le habían dolido en su vida, hasta hacerlo sentir que estaba en el abismo; la muerte de su madre, cuando creyó que Marbella había muerto, y
Marbella estaba a punto de entrar a casa, cuando vio el auto de Vanessa, ella presentía que esa mujer iría ahí, no le cabía duda, pero tras de ella estaba llegando la policía. Vanessa miró asustada. —¡No te saldrás con la tuya! Dile a Lugh que me llevaré a mi hija, quisiste fastidiarme, Marbella, ahora nunca verán a Celestia, sé que les duele, sé que Lugh de todos modos, ama a la niña, sufrirá su partida. —Vanessa, si por tu propio bien te vas ahora, y nos dejas en paz, tu vida podría tener futuro, de lo contrario, te auguro muchas desgracias. La mujer sonrió. —No tantas, como las que te hice padecer —dijo con malicia Marbella sintiò un escalofrío, recordó el dolor que les causó, tenìa razón. «No te dejaré ganar, Vanessa, tenga que hacer lo que sea, te arrancaré de nuestras vidas para siempre», pensó Los policías se acercaron, le mostraron una orden de arresto. —¡Tengo un amparo! —Fue revocado por el juez, señora, usted ya no tiene amnesia. La mujer fue llevada. Marbella so
—¡¿Cómo has podido hacerle esto a tu madre?! —exclamó con rabia Vanessa chilló al sentir el golpe. —¡No es para tanto! Tú no eres importante, ¡recuerda que soy tu hija! Debes perdonármelo todo. Pina tenía ojos enormes, cubiertos por lágrimas calientes que aún se aferraban a sus ojos. —¡Eres una malagradecida, una m*****a! Ya no eres mi hija, ¡estás por tu propia cuenta! Vanessa no se lo esperaba, incluso intentó tomar el brazo de su madre, pero la mujer la soltó. Vanessa se sintió asustada, era la primera vez en su vida que su madre le daba la espalda, y se iba de su lado sin mirar atrás. La mujer mordió la cutícula de sus uñas, pensando que podía hacer ahora para salir adelante sola. En la cabaña. Marbella llevó a Lugh adentro, él caminaba dando tumbos, pero al final pudo recostarse en el suelo alfombrado, ella encendió la chimenea, hacía frío. Observó el lugar, y trató de limpiarlo un poco. Luego buscó mantas, ese lugar estaba plagado de recuerdos del pasado, solía ser una
La mano le tembló, los ojos de Bryce eran dos lagunas a punto de desbordar. Le dolió verla ahí, en los brazos de Lugh, solo en ese instante supo que la mujer que amaba era de otro. Quiso matarlos, por despecho, por celos y rabia, pero imaginar un mundo donde Marbella no existiera, era más doloroso que lo que sentía. «Solo está confundida, es porque nunca me ha dado una oportunidad, cuando sienta mis besos, mis caricias, cuando sienta mi amor, ella ya no querrá nada más, ni siquiera a Lugh Ackerman», pensó, engañado. Bajó la pistola, decidió irse, pero al dar un traspié, crujieron unas ramas que pisó, lo que provocó el miedo de Marbella. La mujer se levantó como un resorte, asustada, corrió a la ventana, escuchó el motor de un auto, sus ojos se abrieron enormes. —¿Bryce? ¿Qué hace aquí? —murmuró incrédula, sintió un escalofrío, aseguró bien la puerta, y cubrió la ventana con una manta evitando que se mirara nada. Volvió a los brazos de Lugh, se acurrucó en su pecho para ya no sen
—¡No estoy celosa! Incluso si ella te gusta, no me importaría, pero debes ser sincero, si quieres el divorcio solo debes decírmelo. Los ojos de Niall miraron a la chica con dolor, salió tan rápido como pudo, no podría soportar más. Cory se quedó ahí, detenida, sus ojos se volvieron llorosos, su mente estaba confusa, odiaba la sola idea de ver a Niall con esa mujer, perder la adoración que le profesaba. «No es amor, pero ¿qué puedo saber yo de amor, cuando estuve al lado de un hombre que jamás me amó?», pensó. Cory tocó su cabeza, se sintió enferma. Lugh y Marbella volvieron a casa, apenas llegaron, la abuela corrió a abrazar a su nieto. —¡Lo siento tanto, Lugh! Lugh abrazó a su abuela. —Estaré bien, abuela, todo lo que me importa ahora es que Celestia sea feliz, yo siempre seré su padre. La abuela Delia tocó su rostro con ternura. —Gracias, Marbella, por estar con mi nieto y amarlo tanto. Marbella sonrió ante sus palabras. Escucharon voces en el pasillo, al ir hasta ahí, Lu
Niall se alejó de Lucy, no podía besar a alguien, no amaba, no podía ser infiel a Cory así ella no lo amara, cuando alzó la vista la vio ahí, sintió un miedo terrible de perderla, aunque recordó que nunca fue suya. Nial estaba por ir tras Cory, pero Lucy lo detuvo. —No te vayas, no me dejes sola. —El chofer está afuera, te llevará a la mansión Ackerman —dijo y se fue. Cory salió de prisa, no podía quedarse ahí y reclamar. «¿Qué reclamaría? ÈL nunca fue mío, lo usé por despecho, y no importa si siento celos, o si me guste, no importa eso, porque èl merece ser feliz, y yo no sé si soy capaz de hacerlo feliz, cuando no puedo ni hacerme feliz a mí misma», pensó Iba a su auto, cuando Bryce apareció y cerró su camino. Ella le miró perpleja de verlo ahí. —¿Bryce? ¿Qué haces aquí? —exclamó confusa. Èl sonrió. —¿Viste a tu esposo con otra? Eso debió doler, Cory, dijiste que yo era lo peor, pero Niall te fue infiel en tu propia cara. Las manos de Cory se volvieron un puño de rabia, odi
Lugh quería fulminar a Vanessa con la mirada, cargó a su hija entre sus brazos, quien estaba histérica por su llanto. Marbella no pudo más, tomó a la mujer del brazo, y la llevó a empujones lejos de ahí. Lugh llevó a la niña al carro, con sus hermanos. —Papito, ¿Es cierto? ¿No eres mi papito de verdad? Lugh sintió que esas palabras le dieron un escalofrío, acarició el rostro de la niña, no quería mentir, pero no pudo decir la verdad. —Soy tu padre, siempre lo seré, nada de lo que diga Vanessa es cierto, tú eres mi amada hija, ¿entiendes? Celestia se abrazó a él, aún lloraba, y él podía sentir como su cuerpecito se estremecía por el llanto, odió a Vanessa. «Eres tan mala, como una plaga, ojalá que te mueras, sé que no debería odiar de esta manera, pero de verdad te aborrezco con mi alma», pensó Marbella empujó a la mujer fuera del estacionamiento y un guardia la apoyó. —Ni todo tu dinero te bastará ahora, Marbella, porque ya no quiero nada, quiero más, esa niña vale oro, ¿no?
Celestia corrió hasta encontrar la sombra del árbol de magnolia, se sentó ahí, las lágrimas corrieron por su rostro. Clyde apareció y se sentó a su lado, la niña pegó un brinco. —¡Clyde, me asustaste! —dijo la pequeña —¿Por qué quieres escapar? No te vayas, Celestia, yo te quiero mucho —dijo y tomó su mano. Celestia lo abrazó. —Yo también te quiero mucho, Clyde, pero ya no tengo un papito, mami Vanessa dijo que yo no tengo un papito —la niña lloró y Clyde volvió a abrazarla. —Yo tampoco tengo un papá, ni una mamá de sangre. La niña le miró perpleja. —¿Es en serio? Clyde asintió. —Mi papito está en el cielo, desde ahí me cuida, peor mi mamita verdadera me abandonó. —¿No estás triste, Clyde? Clyde negó. —No, porque tengo a mi mamita Mar, mami me dijo que, hay amores que son del corazón, y son eternos, así que soy feliz, tengo una mamita que me ama, y un nuevo papito que también me ama, soy feliz, ¿Por qué no puedes ser feliz con esto, Celestia? Celestia sonrió, limpió sus l