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—¡No me mientas mirándola a la cara, Cory, m*****a sea, no me mientas! Dime a la cara que no me amas, que nunca me amarás. Los ojos de Cory estaban llorosos, le dolían esas palabras. —¡Yo no iba a escapar con nadie! —gritó—. No sé dé lo que hablas, ni de donde sacaste eso… Niall tomó su teléfono, estaba húmedo, pero funcionaba, le mostró el mensaje, ella abrió ojos enormes, negó asustada. —¡Yo no lo escribí! ¡Lo juro! —¡No me mientas! —gritó él poniéndose frente a su cara. —¡Lo juro por Dios! ¡Lo juro por mis padres que están en el cielo! No iba a huir, menos con Bryce, déjame explicarte; salí de la sesión de terapia, no habías llegado, un hombre apareció y dijo que mandaste por mí, que la tía Amelie se puso mal, subí y luego me inyectaron alguna sustancia en el cuello, me desmayé, ¡no supe nada de mí, hasta que desperté y caminé, luego apareciste tú! ¡Créeme! —ella intentó acercarse a él, quería calmar su rabia. Niall retrocedió, eso le dolió, ella sollozó. —¿Cómo sé si dices
Cuando Cory abrió los ojos, Niall no estaba ahí, pronunció su nombre, pero él no apareció, se envolvió en una sábana, y no pudo evitar ver las tenues manchas que había en la otra sábana sobre la cama, por un instante se quedó perturbada. Escuchó que abrieron la puerta, la dulce sonrisa de Niall logró calmarla, pero por vergüenza ella luchó por cubrir esa mancha, provocando la intriga en Niall. Él había traído comida para los dos. Se acercó a ella, observó las manchas rojizas en la sábana, que de pronto les recordaron a rosas rojas en medio de la nieve. Se acercó a ella, besó su frente. —Te amo —murmuró, observó como ella se sonrojó. Cory sonrió. —Vamos a comer. Ella asintió, pero antes fue a darse una ducha y cambiarse. Cuando salió, Niall la estaba esperando para desayunar, comieron. —¿Por qué viste a Bryce? No entiendo aún, ¿Qué fue lo que pasó? —Bryce piensa que mi padre cambió o alteró los resultados del examen de paternidad, así que el desgraciado hizo todo esto para cha
—¿Firmarás o no, mujer? Vanessa asintió. —Firmaré. Harrison las dirigió a una sala, donde puso los papeles sobre la mesa, y le indicó a la mujer donde firmar. Las manos de Vanessa temblaron al tomar el bolígrafo, no se detuvo, firmó en cada parte que le indicaron. Harrison tomó los papeles. —No quiero trampas, Marbella —sentenció La mujer negó —¿Y cuál es ese secreto sobre tu supuesto cómplice que ibas a decirme? Vanessa esbozó una gran sonrisa. —Tu enemigo real no soy yo, querida, es quien menos crees, es alguien que ha estado planeando tu ruina desde lejos, y ni siquiera lo has previsto. —¿Y ese enemigo existe o es una más de tus tantas mentiras, como aquel bebé que fingiste que yo te maté? —exclamó con un gesto de burla en el rostro. Vanessa le miró con ojos severos. —Ese enemigo se llama Bryce. Marbella se quedó perpleja, frunciendo el ceño, había estupor en su rostro. *** —¡¿Cómo te atreves a acusarme de algo así?! ¡Tú eres quien tuvo una amante, no yo! —exclamó Am
Cuando Orson llegó a casa, su madre ya lo esperaba, la mirada de Delia era severa sobre él. —¡¿Qué le hiciste a Amelie?! El hombre titubeó —Nada… —balbuceó —¡Quiero que te vayas ahora mismo de esta casa! Es incómodo para Amelie ver al hombre que la traicionó todos los días, además se divorciarán. —¡¿Qué?! ¡Madre, tu hijo soy yo! —Lo sé, y también un hijo bastante estúpido, no te debo nada, Orson, he hecho hasta lo indecible por ti, tienes suficiente dinero en tu cuenta de ahorros, tanto que hasta sobornaste a Bryce con ese dinero, ¿no? Bueno, ahora usa ese mismo dinero, cómprate un lugar donde vivir, no estoy obligada a seguir cuidando a mi hijo cincuentón, además, no lo quiero, menos cuando acabas de destruir con tus manos a tu propia familia —la mujer miró a la empleada detrás de su hijo—. Preparen la maleta al señor, y llévenla a su coche, se irá ahora mismo. Orson hundió la mirada. —Eres injusta, Delia. La mujer le miró con firmeza. —Eres injusto, Orson, tenías todo en la
Bryce estaba en el suelo, con los puños apretados, la rabia en el corazón. Las lágrimas corrieron por su rostro, el recuerdo de Marbella, siendo buena con èl, amándolo en sus fantasías, lo hacía llorar. «No, Marbella, que me falte el mundo entero, todo, menos tú, ¿Por qué me haces esto cuando te he amado más de lo que nadie te amó? Luché por ti, ¿no se vale todo en la guerra y en el amor? Deberías estar orgullosa de que alguien te ame tanto, que te ame por encima del bien y del mal, yo estoy dispuesto a todo por ti, ¿y a sí me pagas? ¡Pequeña malagradecida! Estarás conmigo, por las buenas o malas, incluso si debo castigarte por esto», pensó enderezando su postura, su mirada era rabiosa, sus ojos estaban envenenados por ese desprecio. Cuando Amelie, Cory y Niall volvieron a casa, vieron a su padre subiendo las maletas al auto, ninguno dijo nada, solo cruzaron las miradas, Niall insistió en entrar a casa. Así fue, aunque Orson quería hablar con Amelie, no tuvo el valor, subió al auto
—¡Cory, lo que viste tiene una explicación! Cory entró a la habitación, miró a la mujer con rabia. —¡Vístete, mujer! ¿No tienes vergüenza de que te rechacen y sigues suplicando por amor a un hombre casado? ¡Vístete y vete de esta casa! Lucy tomó la bata, se la puso encima tan rápido como pudo. Cory no podía mirarla, solo hacerlo le causaba repugnancia. —¡¿Quién te crees que eres?! ¿Mejor que yo? ¡Hasta hace poco despreciabas el amor de Niall! ¡No lo mereces! —exclamó rabiosa—. Solo es tu tabla de salvación, lo usas para no quedarte sola. Los ojos de Cory la miraron con firmeza. Abofeteó su rostro. —¡Tú no sabes lo que yo siento! No vuelvas a meterte con Niall o conmigo, porque él ya te dijo que no le interesas, ¡me ama a mí! Lucy intentó agredirla, pero encontró la fuerza de Niall quien no iba a permitir que lastimara a Cory. Los gritos fueron tan intensos, que llegaron a oídos de empleados. Marbella fue la primera en entrar, se espantó al ver la situación, miró con miedo a N
Al día siguiente. Marbella estaba con los niños en el jardín, no dejaba de pensar en la actitud de Bryce, había algo en ese hombre, algo que la asustaba mucho, ya no la dejaba dormir por la noche. —¿Mami? Marbella sonrió al ver la rosa que Clyde le trajo, le dio un beso en la mejilla. —Gracias, mi amor, ve a jugar. Harrison llegó, se sentó a su lado. —Hoy por la tarde, Vanessa y su madre dejarán GreenBlue, nunca más deberá preocuparse por ella. Marbella respiró profundo —Gracias, Harrison. Harrison se fue. Aunque Marbella se sintió satisfecha de que Vanessa se marchara, de todos modos, tuvo algo de miedo por Bryce, cuando Lugh llegó hasta ella, Marbella lo miró con firmeza. —¿Te casarías conmigo hoy mismo? Èl la miró con ojos enormes, rio de sus palabras —¿Casarme contigo hoy mismo? Qué pregunta tan tentadora, claro que me casaría contigo cuando tú me lo digas. Ella sonrió, se levantó y colgó sus manos a su cuello, dándole un dulce beso. —Pero ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta pr
Los aplausos resonaron cuando estamparon sus firmas en aquel documento que los convertía de nuevo en marido y mujer. —Los declaro marido y mujer ante la ley. Besaron sus labios entre los ruidos de algarabía. Luego Marbella y Lugh bailaron un vals al compás de música romántica. Sus hijos los miraban, pero Magnolia corrió a tocar el árbol de magnolia con los ojos cerrados. Sus hermanos se acercaron a ella con curiosidad. —¿Qué haces, Noli? —preguntó Celestia —Estoy pidiendo un deseo, Celestia. —¿Qué pediste? —Pedí un amor de leyenda tan bonito como el de mis papitos para mí, cuando sea grande. Celestia sonrió. —Yo también voy a pedirlo, quiero casarme con un vestido tan bonito como el de mami, cuando sea grande —dijo Celestia. —¡Yo me casaré contigo, Celestia! —exclamó Clyde —Pero… ¡No se puede! —gritó Denzel—; Son hermanos, los hermanitos no se pueden casar. Celestia y Clyde se miraron con tristeza. —Pero, ellos no son hermanitos de la misma panza, ellos nacieron en otras