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Marbella tenía la mirada fija en ese hombre, era como si una parte de su mundo hubiese colapsado de tal forma que ya no sabía quién era él. Caminó hacia ellos, Niall fue a su lado. —¿Y Cory? —Ella fue a darse un baño —dijo Niall asintió. —Iré a llevarle una rebanada de pastel de chocolate, el tío Cornelius trajo su pastel favorito, quiero que pueda comer un poco y descansar, han sido días pesados para ella —dijo Niall Marbella asintió. Niall cortó una rebanada de pastel y lo guardó en la cesta, luego fue hasta la cabaña. Marbella se reunió con los demás, Cornelius la saludó, al escuchar su voz, ella sintió un escalofrío. «¿Cómo puede una persona que conoces de tanto tiempo pasar de ser alguien que conoces, a un completo extraño? Ya no sé quién es Cornelius Ackerman, es como si fuese un hombre desconocido, alguien capaz de caer en la peor basura», pensó con rencor. —Papi, ¡llévanos al lago, dijiste que íbamos a dar una vuelta en el bote! —dijo Celestia. Lugh sonrió —Es cierto
—¡Déjame explicarte, Marbella! ¡Escúchame, por favor! —Cornelius intentó tomarla del brazo, pero ella se deshizo con rapidez de su agarre, y retrocedió un paso atrás. —¡A mí no me tienes que explicar nada, tendrás que enfrentarte a tu hijo! Lugh debe saber esto. —¡Marbella, no! Déjame explicarte, ¿Cómo es que lo sabes? Vanessa te ha contado mentiras. —¿Cómo lo sé? —exclamó ella con rabia—; lo escuché de tu propia voz, puse cámaras grabando la habitación de esa serpiente, porque estaba segura de que jamás perdió la memoria, de que todo era un acto para salir libre de sus pecados, ¡no me equivoqué! Pero, en la trampa de esa araña, no solo cayó ella, caíste tú, con tu propia voz exhibiste tu oscura verdad, una que llevas callando por cinco años; ¡es que no lo puedo creer! Has dejado a Lugh en la peor ignorancia, crio a una hija que no era suya, ¡has estado cerca de Celestia! ¿Qué clase de sangre tienes en las venas? ¡Eres cruel! ¡Eres malo! Marbella le miró con horror, estaba por irse
En el hospital. Lugh miraba el cuello de Marbella, estaba perplejo del actuar de su padre, sin poder entender que era lo que ocurría. Ella no le dijo nada. Cada vez que lo miraba, le rehuía la mirada. Él tenía es sensación de que algo estaba pasando y que ella callaba, pero era Marbella Ronsard, la niña que creció a su lado y que nunca le ocultó nada. «Son solo mis nervios», pensó. Cuando el doctor apareció, se acercaron a él. Niall estaba con ellos, mientras los niños, Chloe y Cory se marcharon directo a la mansión Ackerman. —¿Cómo está mi padre? —Tuvo un preinfarto, ha podido salvarse de milagro, lo trajeron justo a tiempo, pero su presión arterial elevada no disminuye, por ese motivo, deberá permanecer internado. Además, realizaremos estudios en su corazón, queremos descartar algún problema más serio. Lugh asintió, a pesar de que sintió alivio, aún se sentía angustiado. —¿Puedo verlo? —Por ahora no, vamos a esperar a que la presión arterial se estabilice un poco —dijo el
—¡¿Qué demonios te pasa?! —gritó Vanessa, cuando quiso ir contra ella, Marbella volvió a darle una bofetada que la lanzó de nuevo al suelo. La mujer chilló adolorida. —¿Creíste que tus mentiras y basura se esconderían para siempre? —exclamó Marbella La mujer le miró perpleja, sin poder entender. —¡No sé de qué hablas! Sé que tienes viejos motivos para odiarme, creí que teníamos una bandera blanca de paz al respecto. Marbella se echó a reír. —Mujer, entre tú y yo siempre habrá una guerra, una guerra perdida para ti, no solo no olvido el daño que me hiciste, ahora sé del daño que le hiciste a Lugh, no me cansaré en la vida hasta verte sufrir y pagar por el daño que nos has hecho —sentenció rabiosa Los ojos de Vanessa se abrieron enormes, se preguntó por lo que la mujer sabía, tuvo miedo de haber sido descubierta. «No hay forma en que esta idiota lo sepa, debo seguir fingiendo, es mi mejor salida», pensó —Pero, ¿de qué hablas? Yo no recuerdo nada, ¿podrías tener piedad de una pob
—¿Qué dijiste, Marbella? —exclamó Lugh con voz severa. Los ojos de Lugh la miraban temblorosos, con las manos en un puño de frustración. Marbella le miró perpleja de verlo ahí, sintió un miedo terrible, no entendía como había llegado. —¡Lugh...! Vanessa se puso de pie, hubiese querido salir corriendo, cuando sintió la mano de Lugh que tiró de su brazo. —¿Celestia no es mi hija? La mujer le miró con ojos tan grandes y angustiados que casi podían estallar frente a él. Tragó saliva como si quisiera respirar. —Lugh... escúchame… —¡Responde! ¿Celestia no es mi hija? —No, Lugh, lo siento mucho, me mata decirte esto, pero Celestia no es tu hija —dijo Marbella y sintió que su voz era solo un hilo de llanto, pero tuvo que decirlo. Lugh la miró incrédulo. Sus ojos se volvieron dos lagunas por desbordar, su gesto era débil, destrozado. Muchas cosas le habían dolido en su vida, hasta hacerlo sentir que estaba en el abismo; la muerte de su madre, cuando creyó que Marbella había muerto, y
Marbella estaba a punto de entrar a casa, cuando vio el auto de Vanessa, ella presentía que esa mujer iría ahí, no le cabía duda, pero tras de ella estaba llegando la policía. Vanessa miró asustada. —¡No te saldrás con la tuya! Dile a Lugh que me llevaré a mi hija, quisiste fastidiarme, Marbella, ahora nunca verán a Celestia, sé que les duele, sé que Lugh de todos modos, ama a la niña, sufrirá su partida. —Vanessa, si por tu propio bien te vas ahora, y nos dejas en paz, tu vida podría tener futuro, de lo contrario, te auguro muchas desgracias. La mujer sonrió. —No tantas, como las que te hice padecer —dijo con malicia Marbella sintiò un escalofrío, recordó el dolor que les causó, tenìa razón. «No te dejaré ganar, Vanessa, tenga que hacer lo que sea, te arrancaré de nuestras vidas para siempre», pensó Los policías se acercaron, le mostraron una orden de arresto. —¡Tengo un amparo! —Fue revocado por el juez, señora, usted ya no tiene amnesia. La mujer fue llevada. Marbella so
—¡¿Cómo has podido hacerle esto a tu madre?! —exclamó con rabia Vanessa chilló al sentir el golpe. —¡No es para tanto! Tú no eres importante, ¡recuerda que soy tu hija! Debes perdonármelo todo. Pina tenía ojos enormes, cubiertos por lágrimas calientes que aún se aferraban a sus ojos. —¡Eres una malagradecida, una m*****a! Ya no eres mi hija, ¡estás por tu propia cuenta! Vanessa no se lo esperaba, incluso intentó tomar el brazo de su madre, pero la mujer la soltó. Vanessa se sintió asustada, era la primera vez en su vida que su madre le daba la espalda, y se iba de su lado sin mirar atrás. La mujer mordió la cutícula de sus uñas, pensando que podía hacer ahora para salir adelante sola. En la cabaña. Marbella llevó a Lugh adentro, él caminaba dando tumbos, pero al final pudo recostarse en el suelo alfombrado, ella encendió la chimenea, hacía frío. Observó el lugar, y trató de limpiarlo un poco. Luego buscó mantas, ese lugar estaba plagado de recuerdos del pasado, solía ser una
La mano le tembló, los ojos de Bryce eran dos lagunas a punto de desbordar. Le dolió verla ahí, en los brazos de Lugh, solo en ese instante supo que la mujer que amaba era de otro. Quiso matarlos, por despecho, por celos y rabia, pero imaginar un mundo donde Marbella no existiera, era más doloroso que lo que sentía. «Solo está confundida, es porque nunca me ha dado una oportunidad, cuando sienta mis besos, mis caricias, cuando sienta mi amor, ella ya no querrá nada más, ni siquiera a Lugh Ackerman», pensó, engañado. Bajó la pistola, decidió irse, pero al dar un traspié, crujieron unas ramas que pisó, lo que provocó el miedo de Marbella. La mujer se levantó como un resorte, asustada, corrió a la ventana, escuchó el motor de un auto, sus ojos se abrieron enormes. —¿Bryce? ¿Qué hace aquí? —murmuró incrédula, sintió un escalofrío, aseguró bien la puerta, y cubrió la ventana con una manta evitando que se mirara nada. Volvió a los brazos de Lugh, se acurrucó en su pecho para ya no sen