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El empleado estaba temeroso, sus ojos temblaban al mirar a su jefe, sabía quién era, uno de los más ricos y poderosos, no solo de Nottingham, sino de Inglaterra. —Por favor, señor, ¡tenga piedad! Dylan arrastró al hombre hasta una habitación en la finca de empleados. Se sentó frente a él. —¡Habla, ahora! —espetó con rabia, Dylan podía ser tan amable o feroz como quisiera, y por su gesto, el empleado intuyó que estaba rabioso como un león hambriento. —Yo… no quería, lo juro. —¿Y quién te obligó a poner las joyas de mi madre difunta en la alcoba de la pobre Mar? ¿O lo negarás? El empleado negó. —¿Cómo las tomaste? —Me las entregaron, señor. Dylan hizo de sus manos un puño rabioso, lo miró con ojos profundos, pensando en todo lo que le podría hacer a ese hombre por ser un traidor. «¡Traidor, traidor! Todos son como unas ratas hambrientas, dispuestas a devorarme, cuando muera, ellos comerán de mis restos, dejarán a mi hijo sin nada», pensó atemorizado. —Dime de una m*****a vez,
Salieron de la celda, Marbella no podía pensar, su mente era confusa, era como si su vida pasara fuera de ella, y solo la viera desde lejos. Estaba en un trance casi hipnótico, caminando como autómata, hasta el momento en que unos chillidos, que más parecían berridos, la hicieron volver en sí. —¡No he hecho nada, soy inocente! —gritó Kate desesperada Cuando su mirada se cruzó con la de Dylan Blyth la mujer se arrojó a sus pies, desesperada. —¡No hice nada, señor, sálveme! Dylan tomó su barbilla con fuerza, pellizcándola. —¿No has inculpado a una mujer inocente, sin importarte que incluso está embarazada? La mujer abrió ojos horrorizados. —Señora Katherine, es culpable del delito de robo, falso testimonio y amenazas, será condenada mañana por un juez —dijo el comandante. Los ojos de la mujer se abrieron enormes, estaba sollozando, Dylan la soltó, la mujer fue tomada de las muñecas por la policía, siendo llevada a la celda. La mujer gritó, pero cuando sus ojos se cruzaron con M
Marbella salió su habitación, estaba dominada de un instinto de rabia, una venganza en su corazón. «¿Así que tendrás un hijo con esa mujer? Por lo visto nunca me amaste, todos tus besos, tus te amo, tus caricias, fue solo falsedad, entonces, espero que vivas un infierno, como el que yo vivo ahora por ti, Lugh, al menos yo tendré el consuelo de mi hijo, uno que tú perderás», pensó con sus manos en un puño de rabia. GreenBlue. Cuando Lugh llegó a casa estaba enfurecido, al llegar encontró a Cordelia y a Bryce en el salón. —¿Así es como olvidaste tan pronto a Marbella entre las piernas de una mujerzuela? —exclamó Bryce con rabia Por poco Lugh se lanzó contra el hombre, pero Cordelia lo impidió, se puso entre ellos, evitando que eso pasara a mayores. —Por favor, Lugh, entiende, estamos tan frustrados, echaste a Marbella, no sabemos si está viva o muerta, ahora esa mujer espera un hijo tuyo de nuevo, es algo caótico. Lugh estaba lleno de rabia, sus manos eran un puño, frunció la boca
—Marbella, ¿estás hablando en serio? ¿Por qué haces esto? —exclamó Dylan impactado de sus palabras. —Por… —Titubeó, pero recuperó el temple—. Tu hijo merece una madre, o se quedará solo, además, tú me ofreces protección, me ofreces lo que no puedo darle a mi bebé. Dylan lanzó un suspiro, asintió. —¿Lo ves, ahora? Somos dos corazones rotos, estamos predestinados, no por amor, eso me queda claro, supongo que nuestro lazo será la venganza. —¿Venganza? —Sí, sé que, algún día, Brisa volverá, así como su nombre, volverá, no por amor a Clyde, o por mí, volverá por lo único que la mueve, el dinero —Dylan se echó a reír como un loco—. Ella vendrá a buscarte, pero cuando sepa que perdió a su hijo, que ahora tiene una madre, y que no puede tener la fortuna, entonces esa será mi mejor venganza, incluso desde el infierno me burlaré de ella. Marbella no pudo evitar sonreír, su sonrisa fue amarga, aún se sentía tan triste. —¿Qué cosa tan mala hizo ese hombre, tu exesposo, para que aceptaras mi
Cuando el juez los declaró marido y mujer, Cornelius besó a Pina, la familia aplaudió, pero había un gesto en ellos de reproche, nadie compartía la felicidad, pues estaban seguros de que Pina y Vanessa eran mujeres interesadas, sin escrúpulos, ni buenos sentimientos. Lugh no dijo nada, se limitó a dar un abrazo a su padre, una vez que la fiesta avanzó, él se retiró del jardín, iba camino a su alcoba, cuando la abuela lo detuvo, estaba al lado de Bryce. —A partir del lunes, Bryce formará parte de la empresa Ackerman, no me importa como lo hagas, quiero para Bryce un puesto de ejecutivo en la empresa. Lugh se quedó perplejo por las palabras de su abuela. —Pero, Bryce no sabe nada del negocio, no fue a la escuela, tampoco tiene experiencia. —No te pregunté eso, él aprenderá, Lugh, pero tendrá un puesto, en unos años se casará con Cory, así que será parte de nuestra familia —sentenció la anciana. Delia se alejó, Lugh miró con recelo a Bryce. —¿Pretendes obtener tu fortuna del amor d
Marbella se puso de rodillas frente a él, intentó levantarlo. Dylan recuperó el conocimiento, intentó levantarse, pero flaqueó, volvió a caer al suelo. —¡Llamaré a una ambulancia! Llamaré a la enfermera. —¡No! —gritó él, desesperado—. No me dejes solo, por favor, no me dejes solo. Él recostó su cabeza en su regazo, ella acarició sus cabellos, estaba mal, frío como la nieve, pálido. —Estás mal, necesitas ayuda, Dylan. —Ya no… estoy cansado, Mar, esto es todo, ahora sé que cuidarás a mi hijo, estoy… en paz. Siento el final, sé que es el momento de irme. —¿Qué dices? No, espera, cálmate, llamaré al médico. Él la detuvo. —Por favor, Mar, no quiero estar solo, no me dejes solo. Cuida a mi hijo, Mar, ¿lo amarás como si fuese tuyo? —Lo amaré como a mi hijo, lo amaré hasta dar la vida por él, lo juro. Dylan sonrió, miró al cielo que estaba gris, nublado. —Gracias, no creo en Dios, pero, lo que sea que rige nuestra vida, sé que no fue coincidencia conocerte, es el destino, hay un la
—¿Ahora me culparás a mí de tu ineptitud Lugh Ackerman? —exclamó Bryce mirándolo con ojos severos. —¡Ya basta! —gritó el abuelo Blard, golpeó la gran mesa rectangular, al momento en que un gran silencio los callaba. Bryce y Lugh se miraban con firmeza, había una rabia entre ellos que ni cinco años podía curar. —Tú hiciste un negocio a mis espaldas, Bryce. —Era un buen negocio, cuando lo supiste, dijiste que pensabas que podría resultar. —Sí, porque estaba hecho, pero ¿Qué fue? Solo neblina, ahora estamos arruinados, nuestras acciones han caído al punto más bajo. Necesitamos un inversor urgente, no podemos caer en manos de nuestra competencia o lo perderemos todo —dijo Lugh. De pronto, el abogado de la familia, el señor Duncan, entró, llamó a Lugh en privado. —Deme un segundo. Yo buscaré el préstamo que necesitamos, con eso compraré las acciones de los socios inestables que han amenazado con vender, terminemos la junta de hoy, nos reuniremos después —dijo Lugh —Recuerden que hoy
Cory abrió los ojos, sintió un duro golpe en la cabeza, y un líquido caliente que corría por su rostro, cuando lo tocó, se asustó, era sangre, escuchó la voz de un hombre, que abrió la puerta, miró su auto, un humo saliendo del cofre. —¿Estás bien? Ya viene la ambulancia. Sintió las fuertes manos del hombre que la cargaron, ella no pudo hacer nada, era como un pequeño bebé débil ante la fuerza de ese hombre. Cory sentía que su corazón latía con rapidez. El hombre la llevó hasta el asiento trasero de su auto. —¿Dónde…? Marbella… —Balbuceó El hombre no pudo escucharla, observó en su auto, y miró el teléfono, una llamada estaba perdida, pero él no prestó más atención, miró a la mujer tan mal, que decidió subir a su auto, que era el que menos daños tenía y manejar al hospital más cercano. —Tranquila, te llevo a un hospital, pequeña, estarás bien. Ella no dijo nada, cerró los ojos, perdió el conocimiento. Al llegar al hospital, el hombre la cargó entre sus brazos, miró la herida,