La señora Irene entra en la finca con Mónica y Mercedes, preocupadas. Egil aprovecha el momento para irse. La médica atiende la herida de la joven mientras Irene cuida a la pequeña y comentan todo lo que pasó con Petra. Egil llega a la hacienda bastante afectado. Esta revelación no lo esperaba luego de tanto tiempo de ese suceso. ¿Qué pasó? ¿En dónde se equivocó? ¿Por qué permitió que esto pasara bajo sus propias narices? Su vida, la de su hija, la de su esposa, fueron manipuladas al antojo de una mujer a quien creía conocer, en quien confiaba ciegamente, pero ahora se da cuenta de que no la conoció nunca. Adelaide estaba tan afectada que era lógico que no quisiera hablar con él. Prácticamente, lo ignoró todo el tiempo que estuvo ahí y no lo miró a los ojos ni una sola vez. Prefirió no decir su verdad por miedo a su reacción. ¿Cómo pudo desaprovechar su única oportunidad de salir de esa precariedad? ¿O acaso prefiere estar ahí antes que volver a su lado a la hacienda? Saber la ver
Un golpe fuerte a la mesa sobresalta a la joven que se encuentra enfrente. Rebeca retrocede hasta que su espalda golpea la pared y su respiración se agita cuando nota la sombra de Egil acercarse a ella rápidamente.Egil la toma del cuello y la obliga a mirarlo. Él está tan enojado que sus ojos se encuentran rojos de ira.—Así que tú eres otra traidora —Egil ejerce mucha presión en el cuello y la joven sirvienta empieza a negar desesperada por un poco de aire.—Voy a… decirle la… verdad —Egil la suelta cuando escucha aquello. Rebeca cae al suelo y empieza a toser.—¿Qué es lo que tienes para decir? —Gage la levanta y la coloca contra la pared de nuevo. —Será mejor que hables si no quieres morir aquí mismo.—¡Mi hermano solo recibió órdenes! —Grita Rebeca llena de miedo—. Tenía que hacerlo para que nuestros padres y hermanos no fueran asesinados. Esa mujer y su hermano son unos monstruos. Nadie lo entiende, pero ella…La sirvienta empieza a llorar desesperadamente mientras se toma la ca
Gage saca más papeles de su bolsa de la sirvienta y todas son cartas de Alonso, la misma letra y firma. ¡Esa m*****a de Petra lleva mucho tiempo traicionando a Egil! —¿Qué haremos con Petra, señor? —pregunta Gage a Egil mostrando las demás cartas. Egil se sienta en su silla y se lleva sus manos a la cabeza. Hay un dolor en su pecho que no solo viene de su herida que se ha rehusado a sanar correctamente, sino una sensación tan abrumadora que le corta la respiración y lo llena de angustia. —No quiero que muera, al menos no todavía —Su mirada se torna de odio puro—. Quiero que ella sufra hasta que ya no soporte más vivir y ruegue por su muerte y este también lo ignore. Que Alonso se entere de lo que le va a ocurrir también a él. —Con respecto a la señora Lilith, la señora Irene va a sufrir mucho. —Mantendremos lo de Lilith en secreto de mi tía, por el momento. Tampoco quiero que sufra por lo que su hija hizo, pero eso no significa que ella se quedará sin castigo. La mandaremos a la h
En la habitación de Petra…—Señorita Petra, por favor acompáñame. El señor Egil la solicita a su habitación —La voz desconocida de una mujer sobresalta a Petra, quien ya estaba dormida a esta hora de la noche.Ella se levanta bruscamente de la cama, desorientada y mirando para todos lados. Una mujer de mediana edad a la que nunca antes había visto está parada frente a su cama, observándola fijamente. Con su peinado totalmente recogido y su vestimenta negra proyecta un aire lúgubre que no le gusta para nada. —¿Quién eres tú y qué haces en mi habitación? —pregunta Petra tomando su albornoz de seda para cubrirse.—Soy la nueva encargada de la casa. Mi nombre es Ester. Por favor, apúrese que el señor ya la está esperando.¿Nueva encargada de la casa? ¿Desde cuándo? ¿Qué pasó con Lilith?Ester va detrás de Petra mientras se dirigen a la habitación principal. Es bastante tarde para que él la mande llamar, además, desde hace rato que él ni siquiera contesta sus mensajes o llamadas. Esto es
—¡Ya llegamos! —Anuncia Egil a Petra con una sonrisa de suficiencia y una mirada aterradora—. Es aquí. Te encantará la sorpresa que preparé para ti.La puerta se abre y Petra ve a Petrona, parada de puntillas en una silla, con grilletes en ambas muñecas y del cuello, colgada del techo, con heridas sangrantes en todo su cuerpo producto de la tortura a la que fue sometida. Un grito desgarrador se oye por parte de Petra en ese mismo instante. Corre hasta ella sin dejar de llorar. Petrona aún sigue viva, pero muy malherida, es imposible que sobreviva por mucho tiempo.—¡Atenla! —Ordena Egil y Petra ni siquiera intenta resistirse esta vez. Sabe que ya es imposible huir. —¿No piensas llorar y rogar por tu vida? —Egil se acerca a ella de manera amenazante y la toma del cuello—. ¿No piensas decir algo a tu favor? ¿Qué todo esto es una farsa creada por tus enemigos? ¿Qué Adelaide tiene la culpa?Petra no dice nada, pero su mirada cambia de un segundo a otro con la mención de Adelaide. La muj
Horas antes, en la carretera que lleva a Zhufun…Dos horas han transcurrido desde que la camioneta que traslada a Lilith y a Vítor salió de la hacienda Arrabal para dirigirse a Zhufun. Esta carretera es totalmente desconocida para Lilith porque nunca antes había visitado la hacienda de esa región; sin embargo, sabe que anteriormente eran solo tierras en decadencia y áridas. A Egil le costó mucho hacerla fértil. Ahora el futuro de todos los trabajadores de esa zona es más prometedor.No ha podido dejar de pensar en él y en lo que escuchó de Petra anoche. Algo de este repentino viaje le da mala espina. Hace ya tiempo que su primo le quitó muchas de sus obligaciones y ahora le pide que se encargue de la hacienda de Zhufun. ¿Por qué la quiere fuera de la hacienda Arrabal?La mirada de Vítor, sentado a su lado, no se aparta del camino oscuro y rocoso, aunque no es capaz de ver nada a su paso. Se lleva sus dedos a sus sienes para masajearlos y mermar el dolor que lo aqueja desde que partier
En la finca, Adelaide se encuentra atareada limpiando su huerto. Desde que su esposo la destinó a ella y a su hija a este lugar, ella misma cosecha las verduras que utiliza para sus comidas y crían algunas gallinas que algunos de los campesinos les regalaron después de que se mudaron. Estas se han multiplicado para este tiempo y tienen carne, huevos y vegetales frescos todos los días. Gracias a Dios no les falta comida y, aunque la casa es pequeña, han vivido tranquilas y ella, dentro de todo, es feliz aquí. Supo de la muerte de Lilith y Vítor. Algunas de las sirvientas que suelen pasar por allí dicen que fue el mismo Egil quien los mandó a su muerte por una traición que había descubierto, pero ni Mercedes ni Irene le han hablado de lo que pasó realmente. Ella, por su parte, prefirió no preguntar demasiado respecto a eso para no abrir heridas a la señora Irene, quien ha sufrido mucho por la muerte de su hija adoptiva. De quién nunca más supo es de Petra, nadie en la hacienda sabe de
—Por favor, Egil —suplica Adelaide, intentando acercarse, pero dos guardias se lo impiden—. Es solo una bebé que apenas está aprendiendo a gatear, por favor, no le hagas daño. Los capataces se conmueven con el llanto de dolor de Adelaide, Egil también, pero no lo demuestra. —¡Vete a tu finca! —Ordena Egil a pesar del nudo en su garganta y los guardias caminan hasta ella para tomarla del codo y hacerla caminar. —Egil, por favor... —Su llanto ronco se apaga cuando ambos hombres la obligan a ir. Ella se resiste a dejar a su hija en manos de su esposo. Patalea, grita, pelea, se arrastra. Eleonor también llora al oír a su madre. Gage da un paso para dirigirse hasta ella, pero Egil coloca su mano frente a él para impedir que intervenga. Él puede ver como la mano de su jefe tiembla incontrolablemente mientras su vista está fija en Adelaide. La joven llora con angustia real creyendo que su esposo va a hacerle daño a su hija. Egil traga saliva un par de veces y se da la vuelta con la niñ