—Debes controlarte, señorita —dice Petrona a Petra—. La esclava está ganando mucho terreno gracias a su serenidad y persistencia. No podemos permitir que siga aquí o nuestros planes irán a pique y su padre… —¡Ya lo sé! No es necesario que me lo recuerdes todo el tiempo —Petra entra al baño para verificar su sangrado—. Por ahora, lo más urgente es que vayas con la doctora, Petrona. De la esclava nos ocuparemos después.Petrona asiente y sale de la hacienda tomando el camino que lleva hasta la carretera, donde toma un taxi para ir hasta la doctora. Uno de los guardias de Gage la sigue desde cierta distancia.La mujer llega unas horas después y la doctora le da la receta con la advertencia de que la enfermedad de Petra ya no tiene solución, que lo único que puede hacer por ella es aliviar su dolor, pero que ya no puede salvarla. Que nunca había visto ninguna enfermedad tan extraña como la suya en toda su vida.Petrona se queda sorprendida por la respuesta de la doctora. Algo dentro de e
Luego de la desagradable situación con Petra, Egil manda a uno de los guardias por su tía Irene. Hoy la liberó de su castigo, pero Loida, la sirviente, le dijo que ella había pedido que no fuese molestada por nadie.Unos minutos después, Irene toca la puerta y Egil le da el pase inmediatamente.—Sobrino —Ella lo saluda desde la puerta sin entrar del todo. Egil camina hasta ella para tomar su mano, pero Irene no lo besa como generalmente suele hacer al saludarlo—. ¿Para qué mandaste llamar?—Quiero invitarte a dar un paseo conmigo en los jardines, tía —dice Egil con cierta incomodidad en su voz. La última vez que se vieron se dijeron cosas terribles, pero quiere llegar a ciertos acuerdos con ella para que eso no siga sucediendo.Irene accede y bajan juntos hasta el jardín. La tensión entre ellos es evidente. Son familia a pesar de todo, pero la relación entre ellos se fue deteriorando gracias a las cosas terribles que Egil ha hecho.—¿Cómo has estado estos días?—Pregunta Egil para inic
—¡Odio a esa maldita mosca muerta! —Petra tira su taza al suelo con rabia—. Ojalá esa estúpida muera desangrada al dar a luz, igual que ese niño. Desde que ella llegó a la hacienda todo nos ha salido mal.—No debes preocuparte tanto por ella, señorita —dice Petrona—. La salud de Adelaide no es muy buena. Se murmura por los pasillos, que lo más seguro es que no sobreviva al parto y que el niño también muera al nacer. —No estoy tan segura de eso —Petra se quita su chal dejando ver su rostro totalmente deformado a la luz de las llamas de la chimenea. En su cabeza solo quedan vestigios de lo que era su larga cabellera y su piel cae a pedazos, dando un aspecto horroroso a cualquiera que la mire—. Nuestro objetivo está en riesgo. El clan Arrabal no puede tener un heredero, Petrona. No podemos permitir que ese niño nazca.—Con toda la seguridad que el señor Gage ha puesto en ese sitio no podemos acercarnos. Tiene el sitio muy vigilado las veinticuatro horas, solamente la sirvienta Mercedes
Eleonor. Egil no pudo dejar de pensar en eso toda la noche, tanto que amaneció en la misma posición en el sofá sin haber dormido un solo minuto. Esa visita de su tía lo dejó alicaído y demasiado confundido.Adelaide le puso a su hija el nombre de su madre ¿Para qué? ¿Para atormentarlo aún más? ¿Qué intenta hacer con eso? ¿Abrir viejas heridas?Gage entra y saluda a un destruido Egil, desplomado, ojeroso y con olor a alcohol.—Señor —Un gruñido extraño es la respuesta de Egil ante el saludo de Gage.—Hoy no deseo ver a nadie, Gage. Envía un mensaje avisando que no iré a la oficina. Me encargaré de todo desde casa.—Pediré que preparen su baño y un desayuno suculento para que pueda recuperarse —Gage toma algunas botellas del suelo y las coloca en el basurero.—Mi tía estuvo aquí anoche —dice Egil con voz lánguida—, pero seguramente tú ya lo sabías, ya que han hablado mucho últimamente.—La señora Irene es una mujer intachable, jefe.—Eso no lo pongo en duda —Replica Egil—, pero no deja
—No le hagan nada a mi hija, por favor —Suplica Adelaide con gran angustia y un hilo de sangre, deslizándose de su frente luego del golpe del guardia—. Mátenme a mí, pero ella no tiene la culpa de nada, es inocente, por favor…Gage se acerca y aparta al guardia y contiene a Adelaide mientras el médico coloca a la niña en la mesada y la desnuda para examinarla. En ese momento la desesperación de Adelaide aumenta y sus llantos alertan a Irene, quien va llegando a visitarlas.—¡¿Qué está sucediendo?! —Pregunta aterrorizada al ver a Eleonor en manos del médico y a Adelaide llorando angustiosamente.—No te metas en este asunto, tía —La respuesta de Egil asusta a Irene—. O la mandaré sacar.Irene se acerca a Adelaide y la abraza fuerte mientras mira a su sobrino con gran decepción. ¿Qué pretende hacer esta vez?—¡¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?! —El grito de Irene alerta a todos. Egil nunca la había visto tan enojada—. ¡¿Hasta cuando vas a hacerle daño?! ¡¿Por qué eres tan cruel con e
El nuevo hogar de Adelaide y su hija es una de las fincas que están acondicionadas para los capataces de la hacienda, pero es la más alejada de la casa principal. Adelaide no puede evitar llorar. Sabe que aquí su vida será igual de difícil que la que tenía en la celda, pero al menos su hija podrá salir al aire libre y respirar aire fresco al igual que ella. Irene junto con sus sirvientas ayudan a Mercedes a poner en orden el lugar. Este no había sido ocupado hacía demasiado tiempo. Se encargan de limpiar y acomodar los pocos muebles que se encuentran ahí para que Adelaide y su hija estén más cómodas. Las paredes necesitan pinturas, pero al menos el techo está sano y lo que falta lo conseguirán con el tiempo. Esa misma noche, Adelaide se encuentra sentada con su hija en brazos en una silla mientras el fuego de la chimenea les ofrece un poco de calor. Están a finales de primavera, pero el fresco empieza a sentirse más intensamente en esta época por las noches, aunque los días sean cál
—¿Qué piensas hacer con esa daga, Petra? —Adelaide la señala mientras se pone como escudo entre ella y su hija—. ¿Vas a herirte a ti misma como lo hiciste en aquella celda y después decir que fui yo quien te lastimó? No creo que tu cuerpo necesite más heridas de esas que ya tienes.Petra tira la silla y da un paso a ella con mucha furia, pero Adelaide no demuestra perturbación. Se mantiene erguida, mirándola fijamente.—Tengo en mente un plan mucho mejor que ese, estúpida, y te aseguro que no te gustará. Lo qué pasó en aquella celda fue solo el principio.—¿No te parece que ya fue suficiente con lo que hiciste para hacerle creer a Egil que yo lo había traicionado? —Egil se tensa al oírla—. Yo ya no represento ningún obstáculo para tus propósitos, Petra. Ni mi hija ni yo somos nadie, tú misma lo dijiste. Egil ya nos expulsó de su lado. Nos odia. ¿Qué más quieres?—Sí, ese plan salió magnífico —Petra ríe mientras Egil la oye con un gran nudo en la garganta—. Salió tan bien que ni siquie
La señora Irene entra en la finca con Mónica y Mercedes, preocupadas. Egil aprovecha el momento para irse. La médica atiende la herida de la joven mientras Irene cuida a la pequeña y comentan todo lo que pasó con Petra. Egil llega a la hacienda bastante afectado. Esta revelación no lo esperaba luego de tanto tiempo de ese suceso. ¿Qué pasó? ¿En dónde se equivocó? ¿Por qué permitió que esto pasara bajo sus propias narices? Su vida, la de su hija, la de su esposa, fueron manipuladas al antojo de una mujer a quien creía conocer, en quien confiaba ciegamente, pero ahora se da cuenta de que no la conoció nunca. Adelaide estaba tan afectada que era lógico que no quisiera hablar con él. Prácticamente, lo ignoró todo el tiempo que estuvo ahí y no lo miró a los ojos ni una sola vez. Prefirió no decir su verdad por miedo a su reacción. ¿Cómo pudo desaprovechar su única oportunidad de salir de esa precariedad? ¿O acaso prefiere estar ahí antes que volver a su lado a la hacienda? Saber la ver