Uy, al fin sabemos quién es Benedict. ¿Qué pasará con estos hermanos?
—No voy a permitir que la adjetives de ese modo —Benedict se enfurece cuando Egil empieza a insultar a Adelaide. Se acerca a él de manera amenazante. Egil tira a un lado su daga para darle a entender que no le importa pelear con él mano a mano.—¿Y tú me lo vas a impedir? ¿Tú y quienes más? ¿Acaso estás enamorado de ella? ¿Estás enamorado de mi esposa, maldito traidor?Benedict se abalanza contra él y ambos caen al suelo. Los varones se empiezan a golpear y Gage intenta entrar, pero su jefe le grita que se aleje.—¿Cómo te atreves a referirte a ella de ese modo cuando ella lo único que ha hecho es amarte y perdonarte a pesar de todo lo imbécil que fuiste con ella? ¡Eres muy poco hombre, Egil! ¡El maldito aquí eres tú! Intentaste matarla desde el mismo día que vino a la hacienda, la maltrataste, la juzgaste, la humillaste y traicionaste con otras mujeres.La celda se convierte en un campo de batalla a los pocos segundos. Los guardias se empiezan a desesperar al ver a su jefe recibiendo
Una semana entera transcurrió desde aquella charla entre hermanos. Egil no salió ni una sola vez de su habitación en este tiempo, ni siquiera para ver a Adelaide como tiene acostumbrado o para ir a la oficina. Todos los pormenores de las empresas los lleva a cabo desde ahí con la ayuda de Gage y Vítor.Gage está muy preocupado por él. Aunque el médico lo está tratando y siguiendo de cerca su evolución, su mano no deja de temblar y el dolor en su pecho lo ataca frecuentemente y cada vez con mayor intensidad. Eso tiene a Egil de muy mal humor todo el tiempo.Esta mañana, Gage recibe lo que esperaba desde hace un tiempo. El hombre que había enviado a la hacienda Zimbron de encubierto al fin ha regresado y con mucha más información de lo que él esperaba.Algo de ese viaje de la sirvienta Petrona a ese lugar no cuadraba del todo y ahora entiende el motivo real.¿Acaso ese hombre que estaba con Adelaide en aquel hotel no dijo que era de los límites de Vinoxy? Él dijo que había conocido a Ad
—Debes controlarte, señorita —dice Petrona a Petra—. La esclava está ganando mucho terreno gracias a su serenidad y persistencia. No podemos permitir que siga aquí o nuestros planes irán a pique y su padre… —¡Ya lo sé! No es necesario que me lo recuerdes todo el tiempo —Petra entra al baño para verificar su sangrado—. Por ahora, lo más urgente es que vayas con la doctora, Petrona. De la esclava nos ocuparemos después.Petrona asiente y sale de la hacienda tomando el camino que lleva hasta la carretera, donde toma un taxi para ir hasta la doctora. Uno de los guardias de Gage la sigue desde cierta distancia.La mujer llega unas horas después y la doctora le da la receta con la advertencia de que la enfermedad de Petra ya no tiene solución, que lo único que puede hacer por ella es aliviar su dolor, pero que ya no puede salvarla. Que nunca había visto ninguna enfermedad tan extraña como la suya en toda su vida.Petrona se queda sorprendida por la respuesta de la doctora. Algo dentro de e
Luego de la desagradable situación con Petra, Egil manda a uno de los guardias por su tía Irene. Hoy la liberó de su castigo, pero Loida, la sirviente, le dijo que ella había pedido que no fuese molestada por nadie.Unos minutos después, Irene toca la puerta y Egil le da el pase inmediatamente.—Sobrino —Ella lo saluda desde la puerta sin entrar del todo. Egil camina hasta ella para tomar su mano, pero Irene no lo besa como generalmente suele hacer al saludarlo—. ¿Para qué mandaste llamar?—Quiero invitarte a dar un paseo conmigo en los jardines, tía —dice Egil con cierta incomodidad en su voz. La última vez que se vieron se dijeron cosas terribles, pero quiere llegar a ciertos acuerdos con ella para que eso no siga sucediendo.Irene accede y bajan juntos hasta el jardín. La tensión entre ellos es evidente. Son familia a pesar de todo, pero la relación entre ellos se fue deteriorando gracias a las cosas terribles que Egil ha hecho.—¿Cómo has estado estos días?—Pregunta Egil para inic
—¡Odio a esa maldita mosca muerta! —Petra tira su taza al suelo con rabia—. Ojalá esa estúpida muera desangrada al dar a luz, igual que ese niño. Desde que ella llegó a la hacienda todo nos ha salido mal.—No debes preocuparte tanto por ella, señorita —dice Petrona—. La salud de Adelaide no es muy buena. Se murmura por los pasillos, que lo más seguro es que no sobreviva al parto y que el niño también muera al nacer. —No estoy tan segura de eso —Petra se quita su chal dejando ver su rostro totalmente deformado a la luz de las llamas de la chimenea. En su cabeza solo quedan vestigios de lo que era su larga cabellera y su piel cae a pedazos, dando un aspecto horroroso a cualquiera que la mire—. Nuestro objetivo está en riesgo. El clan Arrabal no puede tener un heredero, Petrona. No podemos permitir que ese niño nazca.—Con toda la seguridad que el señor Gage ha puesto en ese sitio no podemos acercarnos. Tiene el sitio muy vigilado las veinticuatro horas, solamente la sirvienta Mercedes
Eleonor. Egil no pudo dejar de pensar en eso toda la noche, tanto que amaneció en la misma posición en el sofá sin haber dormido un solo minuto. Esa visita de su tía lo dejó alicaído y demasiado confundido.Adelaide le puso a su hija el nombre de su madre ¿Para qué? ¿Para atormentarlo aún más? ¿Qué intenta hacer con eso? ¿Abrir viejas heridas?Gage entra y saluda a un destruido Egil, desplomado, ojeroso y con olor a alcohol.—Señor —Un gruñido extraño es la respuesta de Egil ante el saludo de Gage.—Hoy no deseo ver a nadie, Gage. Envía un mensaje avisando que no iré a la oficina. Me encargaré de todo desde casa.—Pediré que preparen su baño y un desayuno suculento para que pueda recuperarse —Gage toma algunas botellas del suelo y las coloca en el basurero.—Mi tía estuvo aquí anoche —dice Egil con voz lánguida—, pero seguramente tú ya lo sabías, ya que han hablado mucho últimamente.—La señora Irene es una mujer intachable, jefe.—Eso no lo pongo en duda —Replica Egil—, pero no deja
—No le hagan nada a mi hija, por favor —Suplica Adelaide con gran angustia y un hilo de sangre, deslizándose de su frente luego del golpe del guardia—. Mátenme a mí, pero ella no tiene la culpa de nada, es inocente, por favor…Gage se acerca y aparta al guardia y contiene a Adelaide mientras el médico coloca a la niña en la mesada y la desnuda para examinarla. En ese momento la desesperación de Adelaide aumenta y sus llantos alertan a Irene, quien va llegando a visitarlas.—¡¿Qué está sucediendo?! —Pregunta aterrorizada al ver a Eleonor en manos del médico y a Adelaide llorando angustiosamente.—No te metas en este asunto, tía —La respuesta de Egil asusta a Irene—. O la mandaré sacar.Irene se acerca a Adelaide y la abraza fuerte mientras mira a su sobrino con gran decepción. ¿Qué pretende hacer esta vez?—¡¿Hasta cuándo vas a seguir con esto?! —El grito de Irene alerta a todos. Egil nunca la había visto tan enojada—. ¡¿Hasta cuando vas a hacerle daño?! ¡¿Por qué eres tan cruel con e
El nuevo hogar de Adelaide y su hija es una de las fincas que están acondicionadas para los capataces de la hacienda, pero es la más alejada de la casa principal. Adelaide no puede evitar llorar. Sabe que aquí su vida será igual de difícil que la que tenía en la celda, pero al menos su hija podrá salir al aire libre y respirar aire fresco al igual que ella. Irene junto con sus sirvientas ayudan a Mercedes a poner en orden el lugar. Este no había sido ocupado hacía demasiado tiempo. Se encargan de limpiar y acomodar los pocos muebles que se encuentran ahí para que Adelaide y su hija estén más cómodas. Las paredes necesitan pinturas, pero al menos el techo está sano y lo que falta lo conseguirán con el tiempo. Esa misma noche, Adelaide se encuentra sentada con su hija en brazos en una silla mientras el fuego de la chimenea les ofrece un poco de calor. Están a finales de primavera, pero el fresco empieza a sentirse más intensamente en esta época por las noches, aunque los días sean cál