Amanece y Egil se levanta temprano, abre la puerta principal de su habitación y los guardias apostados allí se sorprenden al verlo. Nadie sabía que él había llegado de Zhufun y que se encontraba dentro de su habitación. Todos se ponen rectos en el momento que sale, impecablemente vestido con un traje azul petróleo, directamente hacia su oficina. Toma su camioneta que lo lleva hasta allí. Dos de sus hombres lo siguen de cerca en otra camioneta y dos más en su frente.Llega hasta el edificio y en cuanto los guardias abren la puerta de la sala de juntas, cuatro de los guardias entran junto con él para colocarse en lugares estratégicos. Los empleados se levantan todos, sorprendidos por su repentina llegada, especialmente Vítor.Todos lo saludan a medida que se acerca hasta su lugar en la mesa de la junta.—No sabíamos de su llegada, señor Arrabal —Vítor habla primero, apenado, pero también molesto con sus informantes que no le avisaron nada—. Es una gran sorpresa verlo en la oficina esta
—Fue un suceso muy lamentable, Egil. Pero gracias a Dios, todo ya se resolvió —contesta finalmente Lilith ante la mirada intensa de su primo. —Si te puse a cargo de mi casa es porque confío en tu capacidad, Lilith. Necesito que me comentes todo exactamente como sucedió ese día —Egil deja a un lado sus documentos y se concentra totalmente en ella—. Quiero que me digas todos los detalles. —La joven Valencia y Petra estaban juntas en el jardín dando un paseo esa mañana. De un momento a otro, ella la empujó y Petra tuvo una herida en la mano producto de la caída, primo.—¿Estabas presente en el momento del acto?—Me encontraba cerca. Llegué un momento después alertada por los gritos de auxilio de las amigas de Petra. Sin embargo, las demás mujeres que las acompañaban, testificaron en contra de Valencia y dijeron que obró con alevosía.—¿Cómo resolviste la pugna, Lilith? ¿Qué medidas tomaste al respecto?—Confiné nuevamente a la joven en su habitación, Egil. Como lo habías ordenado despu
Egil con un poco de vino en su copa, sentado en un sillón, ve entrar a Ana hermosa, vestida de rojo, como le excita. Le indica con un asentimiento que se acerque y ella lo hace tímidamente.En el pasillo, Lilith mira a los lados antes de entrar a la habitación que era de la madre de Egil, donde abre una pequeña compuerta secreta en el armario que conduce a una recámara más pequeña desde donde se puede ver, por medio de un espejo falso, todo lo que ocurre en la habitación de su primo.No es la primera vez que hace esto y de seguro no será la última.Supo de este sitio desde hace años, cuando buscaba algunas cosas, dio sin querer con este lugar, que se convirtió desde ese día en su lugar favorito para espiar las noches de Egil.Observa como Ana camina obedientemente hasta llegar frente a Egil. No oye muy bien lo que él le dice, pero él se levanta y ambos empiezan a besarse apasionadamente hasta que la joven, luego de unos minutos, deja caer al suelo su vestido, quedando totalmente desnu
—Señorita, por favor, debe tranquilizarse —Petrona dice intentando hacer entrar en razón a Petra—. No es bueno que la vean perdiendo los estribos.Petra se echa a la cama y se queda pensando en lo que sucedió con nudo en la garganta.—Por favor, señorita. Debe tranquilizarse —repite de nuevo su sirvienta.—¡¿Cómo?! Egil prohibió mi entrada a su oficina. Llamó a esa mujer para cenar con ella. ¿Cómo se supone que me tranquilice? Todo esto está muy mal, Petrona. Muy mal.—Le traeré un té de menta.Petrona se marcha dejándola sola. Petra no puede sosegarse, esto nunca antes le había pasado.Ya llegada la tarde, sin poder soportar más la incertidumbre, decide ir hasta la habitación de Egil y esta vez él accede a recibirla.—Egil, bienvenido —Petra, se acerca hasta el escritorio donde él se encuentra escribiendo, para, inmediatamente, agacharse a dejar un beso en la comisura de sus labios. Egil la mira indiferente.—Me dijeron que fuiste a buscarme en la oficina —Responde él continuando con
La joven Adelaide, cansada de estar tanto tiempo acostada, pide a Mercedes que la ayude a levantarse.Dando pasos cortos, porque aun su tobillo le duele, su nana la lleva hasta el sillón y ayudada de una mesita, coloca un cuenco lleno de trozos de frutas en su frente.—Yo puedo sola, Mercedes —dice Adelaide, tomando el tenedor de manos de la anciana—. No es necesario que me alimentes. Lo haré yo misma.—Pero aún se encuentra débil, mi niña, no es necesario que se esfuerce. Yo estoy para ayudarla.—Ya lo sé, pero ya hiciste mucho por mí. Ahora me encuentro mejor y puedo alimentarme yo sola. Además, quisiera sentirme más útil.—Bien, entonces voy a preparar una tina caliente con leche de rosas para que se dé un baño, mi niña. Eso va a ayudarla con sus heridas y hará que sus músculos se relajen.Mientras Mercedes se retira a preparar el baño, Adelaide se queda pensando en todo lo que sucedió en tan pocos días.Desde esa noche que su esposo la visitó, no volvió a venir y se pregunta qué h
Lilith viene corriendo al oír la conmoción y ordena que Petra sea llevada y encerrada en su habitación, mientras una de las sirvientas ayuda a Ana a levantarse de la tina a esperar que la doctora la atienda.Las primas de Egil vienen también alertadas por el griterío que se forma y encuentran a Ana con heridas en la cara y una gran mancha de sangre saliendo de la parte de atrás de su cabeza bajando por su espalda.Lilith ordena a todas que se vayan a sus habitaciones y manda llamar a la doctora urgentemente para que atienda a la joven.—¿Cómo se encuentra la señorita Ana? —Lilith, preocupada, pregunta a la doctora que ya hizo las curaciones correspondientes y pidió que ella sea trasladada a la clínica para su observación. —La herida de su cabeza es grande, señora, pero ya la suturé. Necesitará varios días para que pueda sanar. Tiene la nariz rota y el labio inferior partido. Recomiendo reposo absoluto para ella durante esta semana, por lo que es mejor que lo haga en la clínica.Lilit
Luego de que Mercedes completa sus tareas en la habitación de Adelaide, ella le dice que puede retirarse y así lo hace, mientras ella continúa leyendo por algunos minutos más.El corazón de la joven se acelera con cada párrafo. Ama las novelas de romance desde que aprendió a leer y siempre soñó tener un amor tan bonito como el de los protagonistas de esas novelas, aunque en su caso eso parece ser imposible de cumplir.Dentro de la habitación de Egil, él se queda resolviendo algunas cuestiones hasta muy tarde. Está estresado por demás, su espalda duele y sus dedos ya están entumecidos por las teclas de su computadora. Tiene demasiados problemas con los que debe lidiar todos los días gracias a los campesinos que continúan haciendo estragos en las provincias y los socios que piden soluciones de manera urgente.Aunado a todo eso, también el problema de Petra lo tiene preocupado. Le duele en el corazón el hecho de tenerla castigada, pero su actuar fue muy dañino y eso no lo piensa permitir
Sin saber exactamente para qué, Adelaide cae suavemente de rodillas entre las piernas abiertas de Egil. Él la observa desde arriba a abajo con un tipo de placer desconocido desbordando su cuerpo.—Hoy quiero que me complazcas, Valencia —le dice pasando su pulgar por el labio inferior de la joven—. Esta noche necesito sentir la boca de mi esposa.Egil lleva su cabeza para atrás reclinándose sobre el sillón esperando a que Adelaide comience, pero ella no tiene idea de qué hacer. Ni siquiera sabe por dónde empezar.—Señor Egil yo no... no sé qué debo hacer —responde ella con una voz apenas audible y con mucho temor que su esposo se moleste por su ignorancia—. Yo nunca había estado con un hombre antes de usted.Egil la mira con el ceño fruncido, pero no molesto, porque es consciente que ella era pura cuando la llevó a su habitación. Él levanta un poco su playera y tras desatar el cordón de su pantalón, libera su pene muy erecto y palpitante frente a la cara de la joven.Adelaide se queda