Egil es un hombre resentido y testarudo. Pobre Adelaide.
El viaje de Gage dura varias horas para llegar a Zhufun debido a las inclemencias del tiempo. Una gran tormenta se desata por el camino y a penas llega, uno de sus hombres lo lleva inmediatamente hasta la celda donde se encuentra recluido el traidor, vigilado por varios hombres. Es el mismo hombre que había dicho tener los contactos y las ubicaciones de los rebeldes y que estaba dispuesto a darlos a Egil cuando sucedió el atentado en el que salió herido él y sus hombres. Gage siente mucho placer de interrogarlo personalmente. Durante mucho tiempo Callen fungió de informante para la familia Arrabal, cuando en realidad es un vil traidor. —¿Aún no sientes ganas de hablar? —pregunta Gage luego de muchos golpes que le propinó él mismo, mirándolo sentado desde una silla con una naranja en su mano. El prisionero se encuentra atado del techo con la cabeza colgando para abajo. —Vete al infierno, Gage —dice el desafortunado con el poco aire que le queda y la cara roja como tomate maduro. Un
En la hacienda Arrabal, Egil decide pasar a ver a Adelaide a su habitación luego de dos días sin hacerlo. Las palabras de su tía están muy vividas en su cabeza y lo confunden. Aunque está en su naturaleza ser cruel con las personas que odia o desafían, hay acciones que simplemente no consigue hacer con ella y ese es el motivo real por la que ella aún sigue viva, de lo contrario, ya estaría tres metros bajo tierra.El camino que antes le costaba varios minutos recorrer para llegar a su habitación, ahora es más fácil. Lentamente, su cuerpo está recuperando las fuerzas que había perdido por la herida y lo más seguro es que en los siguientes días ya esté totalmente recuperado para retomar sus tareas sin tener que estar oculto en su propia habitación.Mira por la ventana y se asegura de que no haya nadie en la habitación de su esposa antes de entrar. Supo por su tía, hoy en la mañana, que Adelaide ya no tiene fiebre y que por fin está respondiendo favorablemente a los medicamentos que la d
Gage regresa de Zhufun luego de casi cinco días enteros.Esa misma tarde, decide presentarse frente a Egil e informarle de todos los pormenores de su misión. Aunque todos los días envió mensajes informando a su jefe sobre lo acontecido con Callen y los campesinos, hay muchos otros asuntos que necesitan discutir y llegar a un acuerdo antes de que él decida tomar acciones.Egil se encuentra sentado en su escritorio, escribiendo y leyendo algunos documentos, cuando él entra y lo saluda.—Señor Egil, las noticias que traigo no son nada alentadoras —dice inmediatamente—. Callen habló de un complot organizado por varias familias que buscan derrocar a los Arrabal.—¿Cuáles son los nombres que dio?—Solo mencionó a Fid, pero dijo en varias ocasiones que el informante principal de la organización está metido dentro de la hacienda. Lo que significa que esa es la verdadera razón por la que saben de todos sus movimientos, tanto dentro como fuera de aquí, señor.Egil se levanta y camina hasta la v
Amanece y Egil se levanta temprano, abre la puerta principal de su habitación y los guardias apostados allí se sorprenden al verlo. Nadie sabía que él había llegado de Zhufun y que se encontraba dentro de su habitación. Todos se ponen rectos en el momento que sale, impecablemente vestido con un traje azul petróleo, directamente hacia su oficina. Toma su camioneta que lo lleva hasta allí. Dos de sus hombres lo siguen de cerca en otra camioneta y dos más en su frente.Llega hasta el edificio y en cuanto los guardias abren la puerta de la sala de juntas, cuatro de los guardias entran junto con él para colocarse en lugares estratégicos. Los empleados se levantan todos, sorprendidos por su repentina llegada, especialmente Vítor.Todos lo saludan a medida que se acerca hasta su lugar en la mesa de la junta.—No sabíamos de su llegada, señor Arrabal —Vítor habla primero, apenado, pero también molesto con sus informantes que no le avisaron nada—. Es una gran sorpresa verlo en la oficina esta
—Fue un suceso muy lamentable, Egil. Pero gracias a Dios, todo ya se resolvió —contesta finalmente Lilith ante la mirada intensa de su primo. —Si te puse a cargo de mi casa es porque confío en tu capacidad, Lilith. Necesito que me comentes todo exactamente como sucedió ese día —Egil deja a un lado sus documentos y se concentra totalmente en ella—. Quiero que me digas todos los detalles. —La joven Valencia y Petra estaban juntas en el jardín dando un paseo esa mañana. De un momento a otro, ella la empujó y Petra tuvo una herida en la mano producto de la caída, primo.—¿Estabas presente en el momento del acto?—Me encontraba cerca. Llegué un momento después alertada por los gritos de auxilio de las amigas de Petra. Sin embargo, las demás mujeres que las acompañaban, testificaron en contra de Valencia y dijeron que obró con alevosía.—¿Cómo resolviste la pugna, Lilith? ¿Qué medidas tomaste al respecto?—Confiné nuevamente a la joven en su habitación, Egil. Como lo habías ordenado despu
Egil con un poco de vino en su copa, sentado en un sillón, ve entrar a Ana hermosa, vestida de rojo, como le excita. Le indica con un asentimiento que se acerque y ella lo hace tímidamente.En el pasillo, Lilith mira a los lados antes de entrar a la habitación que era de la madre de Egil, donde abre una pequeña compuerta secreta en el armario que conduce a una recámara más pequeña desde donde se puede ver, por medio de un espejo falso, todo lo que ocurre en la habitación de su primo.No es la primera vez que hace esto y de seguro no será la última.Supo de este sitio desde hace años, cuando buscaba algunas cosas, dio sin querer con este lugar, que se convirtió desde ese día en su lugar favorito para espiar las noches de Egil.Observa como Ana camina obedientemente hasta llegar frente a Egil. No oye muy bien lo que él le dice, pero él se levanta y ambos empiezan a besarse apasionadamente hasta que la joven, luego de unos minutos, deja caer al suelo su vestido, quedando totalmente desnu
—Señorita, por favor, debe tranquilizarse —Petrona dice intentando hacer entrar en razón a Petra—. No es bueno que la vean perdiendo los estribos.Petra se echa a la cama y se queda pensando en lo que sucedió con nudo en la garganta.—Por favor, señorita. Debe tranquilizarse —repite de nuevo su sirvienta.—¡¿Cómo?! Egil prohibió mi entrada a su oficina. Llamó a esa mujer para cenar con ella. ¿Cómo se supone que me tranquilice? Todo esto está muy mal, Petrona. Muy mal.—Le traeré un té de menta.Petrona se marcha dejándola sola. Petra no puede sosegarse, esto nunca antes le había pasado.Ya llegada la tarde, sin poder soportar más la incertidumbre, decide ir hasta la habitación de Egil y esta vez él accede a recibirla.—Egil, bienvenido —Petra, se acerca hasta el escritorio donde él se encuentra escribiendo, para, inmediatamente, agacharse a dejar un beso en la comisura de sus labios. Egil la mira indiferente.—Me dijeron que fuiste a buscarme en la oficina —Responde él continuando con
La joven Adelaide, cansada de estar tanto tiempo acostada, pide a Mercedes que la ayude a levantarse.Dando pasos cortos, porque aun su tobillo le duele, su nana la lleva hasta el sillón y ayudada de una mesita, coloca un cuenco lleno de trozos de frutas en su frente.—Yo puedo sola, Mercedes —dice Adelaide, tomando el tenedor de manos de la anciana—. No es necesario que me alimentes. Lo haré yo misma.—Pero aún se encuentra débil, mi niña, no es necesario que se esfuerce. Yo estoy para ayudarla.—Ya lo sé, pero ya hiciste mucho por mí. Ahora me encuentro mejor y puedo alimentarme yo sola. Además, quisiera sentirme más útil.—Bien, entonces voy a preparar una tina caliente con leche de rosas para que se dé un baño, mi niña. Eso va a ayudarla con sus heridas y hará que sus músculos se relajen.Mientras Mercedes se retira a preparar el baño, Adelaide se queda pensando en todo lo que sucedió en tan pocos días.Desde esa noche que su esposo la visitó, no volvió a venir y se pregunta qué h