—Me enviaron junto usted, señora, por ayuda. Vengo de la hacienda, mi niña, Adelaide Valencia, tercera hija del señor Bahram Valencia y la fallecida señora Amaranta, casada recientemente del señor Egil, está siendo torturada en secreto. El señor, quien se encuentra de viaje, no lo sabe. Temo por su vida, señora Irene.—¿Quién te dijo que yo podía ayudar a la joven Valencia?Por supuesto que Irene ya sabía de la boda de su sobrino y de la huida de la novia original y que Adelaide había sustituido a su hermana en el compromiso. Los cotilleos habían llegado a sus oídos por parte de la servidumbre.—El prisionero innombrable me mandó en su búsqueda —Irene lleva su mano a la boca cuando la escucha nombrarlo. Entonces él aún sigue vivo—. Ella de verdad necesita su ayuda, estamos solas en estas tierras, sin nadie que abogue por nosotras.Irene se queda callada, un buen rato, recorriendo la sala a pasos lentos, como si estuviera sopesando todas las posibilidades. Hace muchos años que no pisa
Adelaide está inconsciente cuando es llevada a su cuarto por tres sirvientes. Mercedes es notificada que debe ir a ayudar en su aseo y una tristeza profunda le acapara cuando nota su estado.Su espalda está toda mascullada, sus muñecas tienen heridas profundas y sangrantes y sus tobillos están muy hinchados y también con heridas. Su pierna izquierda es la más lastimada.No soporta la forma en que alguna de las sirvientas se burlan de la desgracia de Adelaide y murmuran cosas entre ellas, riéndose. Les pide que la dejen sola con ella y ayudada de una tijera va cortando su vestido para no moverla demasiado y lastimarla aún más. El rostro de Adelaide está muy pálido y sus pupilas muy dilatadas. Llama inmediatamente a Mónica, la doctora de la señora Irene, sospechando que ella haya ingerido algún tipo de veneno o alguna droga alucinógena.Mónica lo confirma en cuanto la inspecciona. Mientras ella se encarga de curar las heridas de la joven, Mercedes sale en búsqueda de las medicinas que
La noche es bastante larga para Egil y Adelaide.El medicamento que el médico le aplicó a Egil hizo ceder la fiebre, aunque sigue dormido, mientras que Adelaide pasó la noche muy inquieta y gimiendo de dolor. Las medicinas que Mónica empleó en su curación no surtieron el efecto deseado y hasta llegó a vomitar un par de veces.Llegada la madrugada, por fin se quedó dormida. Mercedes se quedó velando por ella en todo momento.Ya en la mañana, la señora Irene pasa al comedor para desayunar con Lilith. El secretario de Egil también ya se encuentra conversando con ella.—Buenos días, señora Irene —El anciano la saluda con mucha efusividad, Irene solo asiente para corresponder a su saludo—. Espero que haya pasado una buena noche. Si necesita cambiar algo, por favor no dude en pedirlo.—Gracias, Vítor, pero no necesito nada por ahora, sin embargo, me gustaría saber si tiene noticias de mi sobrino y de su regreso.—El señor Egil se encuentra en una misión importante, señora. Nos llegaron noti
Aún bastante mareado, Egil se sienta en su cama luego de un arduo trabajo. Todo su maldito cuerpo le duele. Su cabeza palpita fuerte y constantemente impidiéndole pensar con claridad.—Señor Egil, no es conveniente que se levante, aún está delicado —El médico se sorprende cuando entra a la habitación y lo ve sentado—. Por favor acuéstese, necesita mucho reposo para recuperar sus fuerzas.—Lo que tengo es mucho por hacer, eso del reposo no es asunto de jefes de familia —Egil intenta ponerse de pie, pero sus piernas ceden y cae nuevamente a la cama.—Le dije que no está apto para caminar todavía, señor. Su salud es delicada. Por favor, debe acostarse.Egil resopla y se acuesta nuevamente. Odia que le ordenen lo que debe hacer, pero nunca se había sentido tan débil como ahora, por lo que no le queda de otra que hacer caso al médico. Sus piernas no responden como él quisiera y su vista está borrosa.Malditos todos aquellos que quisieron matarlo. No saben donde se están metiendo. Ahora Egi
Vítor vuelve de la reunión con algunos proveedores y grande es su sorpresa cuando encuentra a Gage sentado en su oficina, esperándolo.—Gage, no sabía que ya había regresado —dice él, confundido y preocupado a la vez. Sus informantes no le dieron noticias sobre su venida ¿Cuándo pasó eso? ¿Acaso el señor Egil también volvió de su viaje y él no está enterado?—Acabo de llegar, señor Vítor. Cuando el señor Egil recibió el mensaje que le enviaron usted y la señora Lilith, me ordenó venir a verificar con mis propios ojos la situación de Petra y su esposa.—No era necesario que viniera, mi intención fue solo notificarle, pero ahora ya todo se encuentra bajo control.—Quiero reunirme con Adelaide y verificar que todo se encuentre en orden, señor, son órdenes del señor Egil.Gage dice aquello con la única finalidad de ver su reacción. Según la señora Irene, fue él quien ordenó la tortura a la joven. Si Egil se entera de lo que está haciendo, quizás lo castigue, pero al menos habrá averiguado
Petrona camina por un largo sendero entre los cultivos hasta salir a las afueras de la hacienda, tomar un ómnibus y llegar a la casa de aquel hombre que le había facilitado el frasco de veneno. El barrio donde vive el hombre es de muy mala fama, aquí tienen sus viviendas las personas más peligrosas, según lo dicho por los mismos vecinos.Ella baja del ómnibus y va a pasos presurosos por una calle mientras un hombre la sigue, no tan de cerca, pero sin perderla de vista del todo.Petrona siente algo extraño, como si estuviera siendo observada por alguien. Reduce sus pasos y se queda atenta por unos segundos, sin atreverse a mirar atrás porque muy probablemente alguna persona la está siguiendo.Ahora se encuentra en una encrucijada. No cree que sea buena idea ir junto a aquel hombre en este momento, porque si es atrapada, Petra también estará expuesta y toda esta confabulación no dará los frutos que se desea.Empieza a caminar de nuevo, ahora más lentamente. La casa de una mujer médica
Vítor se encuentra en una reunión desde muy temprano. Unos de los guardias que vigilan la puerta de Adelaide le informó en la madrugada por medio de un mensaje que el médico de cabecera del señor Egil y su ayudante estuvieron en la habitación de ella sin que él lo haya autorizado y debe resolver eso, apenas salga de la reunión.Él es el secretario encargado de la hacienda en ausencia del señor Egil y nadie puede actuar por cuenta propia o será un completo caos.La reunión se extiende y casi al medio día camina a pasos pesados hasta su oficina y manda llamar al médico. Sabe de su experiencia y servicio a la familia Arrabal por más de veinte años, pero eso no le da derecho de desobedecer sus órdenes que siempre fueron muy claras y concisas.—Señor Vítor —El médico entra y lo saluda de manera respetuosa. Puede imaginar el motivo por el que fue llamado, pero Egil le indicó todo lo que debía decir—. ¿En qué puedo ayudarlo?—Fui informado de su visita nocturna a la joven Adelaide y quiero s
—Adelaide estuvo tres días en ese lugar —Continúa diciendo Irene cuando se da cuenta de que Egil no contesta nada—. ¿Por qué permites que ella reciba un trato tan degradante en esta casa? Es tu esposa, Egil, la señora Arrabal, la mujer más importante de la familia. —Ella no es nada de eso que mencionas, tía. —La respuesta de Egil deja anonadada a Irene—. Te prohíbo que te metas en mis asuntos con ella y con los tratos que recibe por órdenes mías. Esa mujer no es nadie aquí y nunca lo será. Es solo la sustituta que Bahram Valencia me envió para remediar el deshonor de Nadia. Aquí no tiene ningún apellido, no es nadie y cualquier sirviente tiene mayor valor que ella —La voz de Egil suena tan fría y agria que consigue estremecer a su tía.Egil descarga sus frustraciones de estos días despotricando contra Adelaide, aunque su rabia y su dolor son verdaderos, muchas de sus afirmaciones no lo son, pero es obvio que nunca dará su brazo a torcer, aunque ella realmente le importe. —Ella tambi