Aún bastante mareado, Egil se sienta en su cama luego de un arduo trabajo. Todo su maldito cuerpo le duele. Su cabeza palpita fuerte y constantemente impidiéndole pensar con claridad.—Señor Egil, no es conveniente que se levante, aún está delicado —El médico se sorprende cuando entra a la habitación y lo ve sentado—. Por favor acuéstese, necesita mucho reposo para recuperar sus fuerzas.—Lo que tengo es mucho por hacer, eso del reposo no es asunto de jefes de familia —Egil intenta ponerse de pie, pero sus piernas ceden y cae nuevamente a la cama.—Le dije que no está apto para caminar todavía, señor. Su salud es delicada. Por favor, debe acostarse.Egil resopla y se acuesta nuevamente. Odia que le ordenen lo que debe hacer, pero nunca se había sentido tan débil como ahora, por lo que no le queda de otra que hacer caso al médico. Sus piernas no responden como él quisiera y su vista está borrosa.Malditos todos aquellos que quisieron matarlo. No saben donde se están metiendo. Ahora Egi
Vítor vuelve de la reunión con algunos proveedores y grande es su sorpresa cuando encuentra a Gage sentado en su oficina, esperándolo.—Gage, no sabía que ya había regresado —dice él, confundido y preocupado a la vez. Sus informantes no le dieron noticias sobre su venida ¿Cuándo pasó eso? ¿Acaso el señor Egil también volvió de su viaje y él no está enterado?—Acabo de llegar, señor Vítor. Cuando el señor Egil recibió el mensaje que le enviaron usted y la señora Lilith, me ordenó venir a verificar con mis propios ojos la situación de Petra y su esposa.—No era necesario que viniera, mi intención fue solo notificarle, pero ahora ya todo se encuentra bajo control.—Quiero reunirme con Adelaide y verificar que todo se encuentre en orden, señor, son órdenes del señor Egil.Gage dice aquello con la única finalidad de ver su reacción. Según la señora Irene, fue él quien ordenó la tortura a la joven. Si Egil se entera de lo que está haciendo, quizás lo castigue, pero al menos habrá averiguado
Petrona camina por un largo sendero entre los cultivos hasta salir a las afueras de la hacienda, tomar un ómnibus y llegar a la casa de aquel hombre que le había facilitado el frasco de veneno. El barrio donde vive el hombre es de muy mala fama, aquí tienen sus viviendas las personas más peligrosas, según lo dicho por los mismos vecinos.Ella baja del ómnibus y va a pasos presurosos por una calle mientras un hombre la sigue, no tan de cerca, pero sin perderla de vista del todo.Petrona siente algo extraño, como si estuviera siendo observada por alguien. Reduce sus pasos y se queda atenta por unos segundos, sin atreverse a mirar atrás porque muy probablemente alguna persona la está siguiendo.Ahora se encuentra en una encrucijada. No cree que sea buena idea ir junto a aquel hombre en este momento, porque si es atrapada, Petra también estará expuesta y toda esta confabulación no dará los frutos que se desea.Empieza a caminar de nuevo, ahora más lentamente. La casa de una mujer médica
Vítor se encuentra en una reunión desde muy temprano. Unos de los guardias que vigilan la puerta de Adelaide le informó en la madrugada por medio de un mensaje que el médico de cabecera del señor Egil y su ayudante estuvieron en la habitación de ella sin que él lo haya autorizado y debe resolver eso, apenas salga de la reunión.Él es el secretario encargado de la hacienda en ausencia del señor Egil y nadie puede actuar por cuenta propia o será un completo caos.La reunión se extiende y casi al medio día camina a pasos pesados hasta su oficina y manda llamar al médico. Sabe de su experiencia y servicio a la familia Arrabal por más de veinte años, pero eso no le da derecho de desobedecer sus órdenes que siempre fueron muy claras y concisas.—Señor Vítor —El médico entra y lo saluda de manera respetuosa. Puede imaginar el motivo por el que fue llamado, pero Egil le indicó todo lo que debía decir—. ¿En qué puedo ayudarlo?—Fui informado de su visita nocturna a la joven Adelaide y quiero s
—Adelaide estuvo tres días en ese lugar —Continúa diciendo Irene cuando se da cuenta de que Egil no contesta nada—. ¿Por qué permites que ella reciba un trato tan degradante en esta casa? Es tu esposa, Egil, la señora Arrabal, la mujer más importante de la familia. —Ella no es nada de eso que mencionas, tía. —La respuesta de Egil deja anonadada a Irene—. Te prohíbo que te metas en mis asuntos con ella y con los tratos que recibe por órdenes mías. Esa mujer no es nadie aquí y nunca lo será. Es solo la sustituta que Bahram Valencia me envió para remediar el deshonor de Nadia. Aquí no tiene ningún apellido, no es nadie y cualquier sirviente tiene mayor valor que ella —La voz de Egil suena tan fría y agria que consigue estremecer a su tía.Egil descarga sus frustraciones de estos días despotricando contra Adelaide, aunque su rabia y su dolor son verdaderos, muchas de sus afirmaciones no lo son, pero es obvio que nunca dará su brazo a torcer, aunque ella realmente le importe. —Ella tambi
—Buenas tardes, señor —Saluda Gabriel acercándose hasta el mostrador del encargado del hotel. El hombre hace un asentimiento mientras llena un formulario antes de pasárselo a un cliente que está sentado frente a la barra de madera—. Me gustaría saber si una mujer vino a verlo. Es una joven de cabello largo y oscuro, ojos grises y tez clara.—Por aquí pasan muchas mujeres todo el tiempo —Responde tosco el hombre y sin darle mucha importancia—. Todas se parecen, solo son montones de coños andantes, no me fijo en el color de sus ojos cuando me las estoy follando.El otro hombre ríe ante lo dicho por el posadero. A Gabriel le parece de muy mal gusto su comentario poco cortés, pero no lo contradice. Lo último que quiere es pelear también con él—Seguramente vino aquí pidiendo enviar un mensaje —Insiste él, inventando alguna excusa para sacarle información sin saber que realmente está diciendo la verdad—. Por lo general, usa un abrigo azul. Quiero saber si hay alguna respuesta.—Una joven v
En la hacienda Arrabal, Petra, nerviosa por estar tan controlada por los hombres de Gage, da vueltas en la habitación, resoplando y maldiciendo. Se supone que esto no sería así, Gage debía estar lejos con Egil ahora resolviendo el asunto de los campesinos y ella estaría libre para poder cumplir con todo lo que estaba planificado desde hace mucho tiempo.Maldita la hora que Egil lo mandó de vuelta a la hacienda.—¿Quiere que le prepare un baño para refrescarse, señorita? —pregunta Petrona viendo a Petra inquieta y abanicándose con las manos vehementemente.—Lo que necesito es salir de aquí. Este ambiente me está asfixiando. Si sigo aquí, me volveré loca, el aire fresco me hará pensar en una solución.—Pero dijo que no quería salir para que todos creyeran que sigue grave, señorita.—Eso ya no me importa. Aquí no me quedaré ni un segundo más.Petrona le acerca uno de sus abrigos y salen juntas, rumbo al jardín. Algunas de las sirvientas reunidas en la sala principal murmuran al verla pas
Petra pasa todo el día nerviosa y nuevamente encerrada en su cuarto, su ánimo está de la patada y ni siquiera tiene ganas de comer algo luego de leer esa carta. Tuvo mucha suerte que ese sobre haya caído en su mano, no quiere ni imaginarse lo que hubiese pasado si llegaba a manos de Egil. Muy seguramente él la hubiese buscado para traerla y eso es algo que ni muerta piensa permitir luego de todo lo que hizo para alejarla de su lado. Suficiente tiene que lidiar con la pelirroja como para que tenga que aguantar a la hermana también. Tener a las dos en la hacienda robándose la atención de Egil ya sería demasiado. Ya no hay marcha atrás, la suerte de Nadia ya está echada. Egil aún con dolor, se levanta y empieza a escribir algunas notas que tiene en mente mientras Gage se encuentra verificando algunas cosas con los proveedores. Debe estar más alerta que nunca a partir de ahora y vigilar más a sus obreros. Aún no entiende cómo alguien fue capaz de envenenar a Adelaide. ¿Lo hicieron porq