Hola mis bellas lectoras. Ayer estuve enferma por eso no pude subir . Muchas gracias a las que siempre me apoyan con comentarios bonitos y a las que no tanto, gracias también por llegar hasta aquí. La novela está llegando a su fin, aun faltan algunos capítulos, pero ya estamos en la recta final.
Ya de madrugada, la puerta de Egil suena vigorosamente. Él se levanta aturdido por la insistencia. Respira profundamente para serenarse. Apenas había podido conciliar el sueño hace unos minutos y ya se despertó nuevamente. —Adelante —dice, apenas consigue ponerse su bata. Ester abre la puerta, nerviosa. —La señora Adelaide ya está con dolores de parto, señor. —¿Qué? ¿Desde qué hora está así? —Ella está con mucho dolor desde anoche. La médica de su tía ya la está examinando ahora mismo y alistando para partir. —¡¿Y por qué no me avisaste antes?! —gruñe Egil, molesto mientras se cambia la bata por una chaqueta y se coloca un calzado—. Te dejé claro la última vez que debías decirme todo lo que se trate de ella y de mi hijo, sin importar la hora. —Lo siento, señor. Lo supe hasta ahora también cuando la sirvienta Mercedes vino a avisarme. La señora Adelaide pidió que nadie lo molestara a menos que su situación empeorara y necesite ir a la clínica, por eso estoy aquí. Además, desp
La paz entre los clanes reina desde hace un año exactamente, cuando todos los demás hacendados se reunieron y pidieron una tregua a Egil. Tregua que les fue concedida a pedido de Adelaide.Pese a que fue reactivado el libre comercio entre ellos, Egil decidió tomar precauciones como lo había planeado desde un principio y a pedido de su esposa. Tampoco confía al cien por ciento de esa supuesta paz luego de tanto tiempo de vivir en enemistad.Esta es una peculiar mañana, hay mucho movimiento en la hacienda desde temprano, al igual que en la oficina. Ya los socios y miembros del clan se encuentran reunidos en la sala de juntas esperando por Egil para iniciar la sesión.—¿Mi hermano ya se encuentra en la sala? —pregunta Benedict a la misma joven secretaria que se encontraba con Egil en su habitación la otra vez. El joven se sonroja al instante.—Aún no, señor —responde ella con voz titubeante.Benedict asiente y camina hasta el gran ventanal del edificio desde donde se puede ver toda la fa
La reunión termina unas horas más tarde. Martín sale de la oficina acompañado de su secretario privado. —¿Ese hombre ya nos espera en el lugar acordado? —pregunta en voz baja mientras entra a la camioneta. —Así es señor. Ya está en el punto de encuentro, recibí un mensaje suyo hace unos minutos. Martín asiente y ambos se dirigen hacia la hacienda Arrabal donde un hombre los espera. No es extraño que él vaya ahí. Con la celebración por el nacimiento de Gaspar Arrabal, muchos van de visita para compartir con el jefe. Unos minutos después llegan hasta la casa principal y tras la distracción de los presentes, caminan hasta una zona oculta donde el contacto lo espera. Martín se pone al lado del hombre y sin mediar palabras, saca dos fajos de billetes de su bolsillo y los coloca en su mano. El hombre los revisa brevemente con la mirada y luego asiente. —Debe ser hecho ahora mismo —dice Martín antes de retomar el camino a la casa. El hombre va directamente al sótano profundo con una bo
Tres días han pasado desde que Petra salió del calabozo de la hacienda Arrabal con la ayuda de Martín; sin embargo, todos la creen muerta en el incendio, ya que entre las cenizas fueron encontrados restos de huesos humanos y no había nadie más que ella en el sitio. Aunque aún no se pudo determinar cómo empezó el fuego.Ella llegó a Zimbron ese mismo día. Los médicos de su hermano Fidel Alonso la han atendido y él ya fue comunicado de la rara y grave enfermedad que padece su hermana. La vio apenas por unos minutos y no pudo soportar la impresión y el asco que le causó su apariencia. Tuvo que salir inmediatamente de la habitación para no vomitar.Petra tiene toda la piel podrida, incluso con gusanos en algunas partes de su cuerpo. Su pelo ha desaparecido por completo y sus dientes cayeron casi todos. Es como un esqueleto andante salido de un evento de terror.Sus dolores durante algunos momentos son tan intensos que vomita sangre cuajada y maloliente hasta quedar desmayada. Algunos dice
Ya es de noche cuando Benedict al fin consigue salir del edificio sin ser visto. Toma su camioneta y regresa a la hacienda asegurándose de que nadie lo siga. Ya allí, se siente muy inquieto. Un nudo en su garganta no lo deja respirar con normalidad. No está convencido de decirle a Egil sobre lo que averiguó. Su hermano es un hombre muy impulsivo y eso puede jugarle en contra. Por la ventana, mira hacia la casa principal y su corazón se acelera. Debe encontrar alguna manera de protegerlos, pero, ¿cómo? Algo le dice que la muerte tan repentina de Petra tiene que ver con todo esto. Decidido a hacer alguna cosa, toma su arma y va hasta el salón donde se encuentran reunidos los guardias. Le hace una seña a Samuel para que lo siga, él es el único en quien ha puesto toda su confianza en este tiempo. —Señor Benedict —dice este, sobresaltado, al verlo parado en la puerta en plena medianoche—. ¿Le pasó algo a la señora? ¿Me necesita para algo? —No te necesita ahora, pero lo que debemos hacer
En el momento en el que Adelaide pone un pie en el primer peldaño, una mujer extraña la tira del cabello y la toma de rehén. Egil se precipita ante ellas y consigue zafarla, pero una bala atraviesa el pecho de Adelaide cuando intenta escapar. Un gran estruendo ensordece a todos en ese momento, hay gritos y fuegos por todas partes en un abrir y cerrar los ojos. Egil consigue cubrir a su esposa como escudo cuando ella cae al suelo, mientras Gage toma la mano de Eleonor y la niñera y las tira al piso para no ser alcanzadas por alguna bala. Irene cae detrás de unos sillones con Gaspar en brazos y se golpea la cabeza que le produce un corte sangrante en su frente. Una batalla sangrienta se desata entre los atacantes y los guardias del clan mientras Adelaide empieza a desangrarse en el suelo. Egil intenta con todas sus fuerzas protegerla, pero muchos hombres los rodean a la vez. El ataque es simultáneo en las tres haciendas pertenecientes al clan Arrabal y en el club donde estaban todos r
—¡Están vivos, señor Benedict! —Los gritos de uno de los guardias rompe el doloroso silencio de lo que antes era un salón de fiestas, pero que ahora solo son los restos de un campo de batalla—. ¡El señor Egil y la señora siguen vivos!Benedict se levanta inmediatamente y, a pesar del dolor que siente por sus heridas sangrantes, camina paso a paso hasta la posición que indica el hombre. Verifica los signos vitales, primero de su hermano, luego de Adelaide.—Consigue a unos hombres que nos ayuden a trasladarlos al hospital —ordena Benedict al hombre, también herido, pero no de consideración, quien va rápidamente en busca de ayuda.Benedict aparta el cuerpo de Egil de Adelaide y lo coloca en forma recta a la espera de que haya alguien que lo pueda ayudar con sus heridas. Mientras siga vivo hay esperanzas y luchará por ello.Luego toma el cuerpo de Adelaide y lo trae a su regazo. A pesar de lo débil que se siente, la aprieta contra su pecho y besa su frente varias veces.Un sollozo suave
Dentro de la hacienda Arrabal, luego de algunos minutos de viaje, Samuel llega y puede ver todo el daño ocasionado, aunque los hombres encargados de la seguridad, lograron reducir a los atacantes, hay demasiados muertos y destrucción al paso. Nora está sentada en una silla cuando Samuel llega. Ella lo mira como si ya lo estuviera esperando, incluso ya tiene preparadas varias bolsas con frascos, listas en la mesa para atender a los heridos.—¿El señor Benedict está vivo? —La pregunta de la mujer deja extrañado a Samuel por unos segundos, pero no se sorprende, en varias ocasiones los ha visto hablar y se nota que se llevan bien.—Él está en el hospital con la señora Adelaide y el jefe. Ambos están muy malheridos. El señor Benedict también recibió varios refilones, pero vivirá.Nora asiente más tranquila. Juntos recorren la hacienda para analizar la situación. Aparentemente, ya todo está tranquilo, pero a él le cuesta confiar. Reúne a todos hombres vivos y se asegura de dejar todo cubie