Ya es de noche cuando Benedict al fin consigue salir del edificio sin ser visto. Toma su camioneta y regresa a la hacienda asegurándose de que nadie lo siga. Ya allí, se siente muy inquieto. Un nudo en su garganta no lo deja respirar con normalidad. No está convencido de decirle a Egil sobre lo que averiguó. Su hermano es un hombre muy impulsivo y eso puede jugarle en contra. Por la ventana, mira hacia la casa principal y su corazón se acelera. Debe encontrar alguna manera de protegerlos, pero, ¿cómo? Algo le dice que la muerte tan repentina de Petra tiene que ver con todo esto. Decidido a hacer alguna cosa, toma su arma y va hasta el salón donde se encuentran reunidos los guardias. Le hace una seña a Samuel para que lo siga, él es el único en quien ha puesto toda su confianza en este tiempo. —Señor Benedict —dice este, sobresaltado, al verlo parado en la puerta en plena medianoche—. ¿Le pasó algo a la señora? ¿Me necesita para algo? —No te necesita ahora, pero lo que debemos hacer
En el momento en el que Adelaide pone un pie en el primer peldaño, una mujer extraña la tira del cabello y la toma de rehén. Egil se precipita ante ellas y consigue zafarla, pero una bala atraviesa el pecho de Adelaide cuando intenta escapar. Un gran estruendo ensordece a todos en ese momento, hay gritos y fuegos por todas partes en un abrir y cerrar los ojos. Egil consigue cubrir a su esposa como escudo cuando ella cae al suelo, mientras Gage toma la mano de Eleonor y la niñera y las tira al piso para no ser alcanzadas por alguna bala. Irene cae detrás de unos sillones con Gaspar en brazos y se golpea la cabeza que le produce un corte sangrante en su frente. Una batalla sangrienta se desata entre los atacantes y los guardias del clan mientras Adelaide empieza a desangrarse en el suelo. Egil intenta con todas sus fuerzas protegerla, pero muchos hombres los rodean a la vez. El ataque es simultáneo en las tres haciendas pertenecientes al clan Arrabal y en el club donde estaban todos r
—¡Están vivos, señor Benedict! —Los gritos de uno de los guardias rompe el doloroso silencio de lo que antes era un salón de fiestas, pero que ahora solo son los restos de un campo de batalla—. ¡El señor Egil y la señora siguen vivos!Benedict se levanta inmediatamente y, a pesar del dolor que siente por sus heridas sangrantes, camina paso a paso hasta la posición que indica el hombre. Verifica los signos vitales, primero de su hermano, luego de Adelaide.—Consigue a unos hombres que nos ayuden a trasladarlos al hospital —ordena Benedict al hombre, también herido, pero no de consideración, quien va rápidamente en busca de ayuda.Benedict aparta el cuerpo de Egil de Adelaide y lo coloca en forma recta a la espera de que haya alguien que lo pueda ayudar con sus heridas. Mientras siga vivo hay esperanzas y luchará por ello.Luego toma el cuerpo de Adelaide y lo trae a su regazo. A pesar de lo débil que se siente, la aprieta contra su pecho y besa su frente varias veces.Un sollozo suave
Dentro de la hacienda Arrabal, luego de algunos minutos de viaje, Samuel llega y puede ver todo el daño ocasionado, aunque los hombres encargados de la seguridad, lograron reducir a los atacantes, hay demasiados muertos y destrucción al paso. Nora está sentada en una silla cuando Samuel llega. Ella lo mira como si ya lo estuviera esperando, incluso ya tiene preparadas varias bolsas con frascos, listas en la mesa para atender a los heridos.—¿El señor Benedict está vivo? —La pregunta de la mujer deja extrañado a Samuel por unos segundos, pero no se sorprende, en varias ocasiones los ha visto hablar y se nota que se llevan bien.—Él está en el hospital con la señora Adelaide y el jefe. Ambos están muy malheridos. El señor Benedict también recibió varios refilones, pero vivirá.Nora asiente más tranquila. Juntos recorren la hacienda para analizar la situación. Aparentemente, ya todo está tranquilo, pero a él le cuesta confiar. Reúne a todos hombres vivos y se asegura de dejar todo cubie
Cesar Alonso siempre ha sido un joven aguerrido, inteligente, fuerte, le gusta todo lo que tenga que ver con la administración de negocios, permanece al lado de su hermano la mayor parte del tiempo, aprendiendo mientras termina la secundaria. Sin embargo, Maximiliano, es un joven más bohemio, introvertido, pasa la mayor parte del tiempo entre lecturas y escrituras, las ocupaciones de campo no son exactamente sus actividades favoritas. Prefiere un buen libro a estar pensando en guerra de clanes.La reunión continúa por unas horas, hasta que Martín pide a Fidel Alonso hablar a solas con él. Los demás presentes se retiran. —¿Qué sucede, Martín? ¿Qué es eso tan importante que debes decirme a solas? —¿Cómo se encuentra tu hermana, primo? —pregunta el hombre desviando el cuestionamiento de Fidel.—Veo que prefieres mantener el suspenso —dice él con una sonrisa de lado—, pero respondiendo a eso, te digo que Petra está en sus últimos alientos. Los doctores me dijeron esta mañana que lo más
Un sollozo suave y continuo se escapa de Benedict al oír aquello. Una mano arrugada se posa en su hombro para contenerlo.—Llora todo lo que deseas, Benedict. Es normal sentir dolor por la pérdida de nuestros seres queridos. Solo no olvides que hay alguien, sangre de tu sangre, que te necesita, no te dejes derrotar ahora. —Quiero verlo.Nora hace una señal a dos de los guardias que están apostados en el sitio y ellos lo ayudan a levantarse. Caminan paso a paso hasta llegar a un amplio salón donde algunas sirvientas se encargan de preparar el lugar donde va a ser velado su hermano.Samuel se encuentra firme frente a la puerta donde está el cuerpo inerte de Egil dentro de un féretro, observando cada movimiento de las jóvenes.El rostro de Egil está sereno, tan sereno que duele. El dolor de Benedict al ver el cadáver de hermano es imposible de ocultar. Las jóvenes encargadas de preparar el sitio se hacen a un lado cuando él levanta una mano pidiendo que todas salgan del sitio.—Recuer
Dentro de la habitación, Adelaide se encuentra aturdida y bastante adolorida. Su apariencia es deprimente. Ella no es capaz siquiera de distinguir su alrededor.Ha intentado con todas sus fuerzas mantener la calma, pero los recuerdos que vienen a su mente la están asfixiando.Mueve un poco la cabeza para un lado y puede ver a dos mujeres jóvenes que no reconoce a su costado. Está rodeada y conectada a varios aparatos. Decide dejar de pensar demasiado para no hacerse ideas que quizás no son. Respira profundo y cierra de nuevo los ojos. De pronto, oye un clic y la puerta empieza a abrirse lentamente. Benedict asoma su cabeza y los ojos de Adelaide empiezan a aguarse. —Benedict…—Mi amor —Él se acerca y deja un beso largo en su frente, luego otro en sus labios resecos.Adelaide empieza a sollozar sin control. El poder verlo y abrazarlo es lo mejor que le pudo haber pasado luego de que creyó que no sobreviviría.La señora Irene también entra con Eleonor de su mano, un poco más atrás,
—¿Por qué estás preguntando eso? —Benedict la mira, extrañado—. Tú sigues siendo la señora de esta casa. Solo quiero protegerte, proteger a los niños, es lo que Egil hubiese querido, no creo que esta discusión entre nosotros sea necesaria en estos momentos. —Es una discusión necesaria, Benedict. A mi esposo lo mataron y a mucha gente más. Destruyeron todo, si eso no es razón suficiente para que tú y yo hablemos, no sé qué decirte. —Adelaide… —Mi nana está muerta. Ellos la mataron a sangre fría —Adelaide empieza a sollozar—. Mataron a muchas personas. Vendrán por mí y mis hijos si saben que sobrevivimos. Ellos son inocentes. —Eso no pasará, mi vida, te lo prometo —Benedict peina su largo cabello con los dedos—. Tienes toda la razón en estar angustiada y de cierto modo molesta, pero debemos mantenernos fríos, pensar detenidamente cada paso que vayamos a dar a partir de ahora. Debemos estar juntos en esto, estar peleando por nada no nos ayuda. —Tengo miedo… —Mientras estés aquí c