Ignacio bajó a desayunar y se encontró a Silvia en el comedor con Mariangel; de inmediato su cara cambió y puso un semblante duro. Sus ojos parecían puñales que querían clavarse sobre su esposa. No le dio el saludo, e hizo como que ella no estaba allí, sino que se acercó a la niña y le dio un beso, después con ternura le dijo:
—¿Cómo amaneció mi ángel precioso?
—Bien papi, mamá está aquí.
—Sí, me alegra por ti hija. —Amelia agachó el rostro, odiaba estar en esa situación con el marido de Silvia.
La tía Lucrecia llegó a la mesa y más atrás Jr. con el uniforme del colegio. Al igual que su padre casi se come a Amelia con la mirada, pues odiaba a su madrastra. Lucrecia por el contrario saludó con cariño tanto a Ignacio como a Silvia.
Amelia se
Amelia odiaba la rutina que Silvia le había indicado debía llevar todos los días. Debía hacer cosas que le parecían tontas como visitar a supuestas amigas. Una de ellas se llamaba Raiza Salvatierra y la otra era Fanny Montenegro.Ese día ella fue a encontrarse con Fanny en un café. Se puso un vestido sencillo como a ella le gustaba y un par de zapatos de tacón bajo que Silvia usaba cuando iba a acompañar a su esposo al campo de golf.Fanny ya le estaba esperando en la cafetería cuando ella llegó. La mujer parecía una muñeca, era una diva con varias cirugías tanto en su cara como en su cuerpo. Se saludaron con un beso en la mejilla.—¿Cómo has estado amiga? creí que ya no volverías a hablarme. —Amelia intentó poner la voz como la de Silvia.—¿Qué te hizo pensar eso querida?—
Amelia bajó a almorzar porque Mariangel la estaba esperando; ir al comedor donde se encontraba Ignacio era lo último que ella estaba deseando hacer. Sentía que se le caía la cara de vergüenzaIgnacio por dentro estaba consternado, no podía comprender lo que había hecho besando a Silvia como si estuviera loco de amor por ella. La miró, ella tenía el rostro agachado, aparentemente estaba concentrada con la niña y no levantaba la mirada para nada.Casi toda la familia se encontraba allí, Jr. estaba sentado al lado de Lucrecia. Ella le dijo a Ignacio:—Hijo no olvides que mañana es la presentación del musical en el colegio de Jr. a las 7 de la noche.—Está bien tía.—Esta vez Silvia nos va a acompañar. —Ignacio la miró de frente a Silvia, en su expresión seria parecía que había un gran signo d
Ignacio comprendió que había sido injusto con el trato que le había dado a Karin. Poco antes de terminar la jornada de trabajo ella fue a la oficina a cerciorarse que él no necesitara nada para retirarse de la empresa.Con el semblante serio le dijo:—¿Se le ofrece algo más señor Alcázar?—Si Karin —Le agarró una mano y la miró a los ojos—. Necesito que me perdones por actuar tan mal contigo, sé que no he sido justo. —Ella agachó el rostro y se mantuvo seria.—No se preocupe, supongo que tuvo problemas en su casa como siempre.—Sí, es verdad, tuve problemas en mi casa, pero no debí desquitarme contigo. —Ella mantuvo el semblante serio y no estableció contacto visual con él, en verdad estaba muy dolida.Ignacio la agarró del mentón y mirándola a los ojos le d
A Amelia le pusieron una capucha para que no viera el camino que conducía a la casa y escondite de Marino Calavera, la cual quedaba fuera de la ciudad.Cuando llegaron el Tigre la bajó del auto y la dirigió a una de las habitaciones de la casa y allí le quitó la capucha. Amelia miró a todas partes y vio que era una habitación muy lujosa. El Tigre con un gesto le señalo la cama; sobre esta había un vestido rojo, ropa interior de fina lencería, un perfume, joyas y maquillaje.—Báñate y arréglate para el patrón.—¡¿Qué?! —El Tigre con aspereza le dijo:—¿Acaso ya se te olvidó como debe presentarse ante Marino Calavera? O es que deseas continuar con tu facha de señora decente.—Creí que él solo quería verme. —ÉL se carcajeó.—P
A Marino le pareció extraño que la droga le hubiera causado tal efecto a Silvia, le dio la impresión que era la primera vez que la consumía. Concluyó que tal vez tenía tiempo sin usarla. Ella se reía y la mirada la tenía pérdida. El hombre la deseaba, observó su cuerpo casi desnudo y se pasó la lengua por su labio inferior. —Mi muñeca, siempre me has encantado, pero hoy no sé qué tienes, te ves tan distinta, tan fresca. Ella se carcajeó, él creyó que se sentía complacida con sus palabras, pero la verdad era que la droga la había privado de su sano juicio. En volvió a besar su cuello y tocó sus piernas. El hombre no escatimó en acariciarla como lo deseaba. Pero en medio del acto ella perdió el conocimiento, Marino se percató de ello, vio que estaba muy pálida y le tocó la cara. —Silvia, ¿qué te sucede? —Ella no respondió, él notó que su respiración era débil, se quitó de encima de ella, se levantó y se puso la bata. Luego tomó el celular y le m
Cuando Amelia llegó a la casa todo estaba en silencio, solo apareció Lupe en la sala, de inmediato se dio cuenta que ella no estaba bien. —¿Se siente mal señora? —Debo recostarme. —Estaba mareada, Lupe la ayudó subir las escaleras, cuando llegaron a la habitación ella se recostó en la cama. —¿Llamo al médico? —No, ya fui, solo me siento mareada. —Se ve muy pálida. ¿El señor Marino la mandó a buscar verdad? —¿Cómo lo sabes? —Llamó y me lo dijo, ¿estaba furioso verdad? —De pronto Amelia se destapó a llorar desahogando el miedo y el horror que estaba sintiendo por dentro. —¿Le hizo algo malo? —Amelia necesitaba decírselo a alguien. —Me drogó… y así me tomó. —Lupe puso cara de horror y al dejó que llorara. —Los siento. —Jamás había estado cerca de alguien tan malo y tan violento. —Lupe se acercó y le agarró la mano—. No sé cómo describir lo que siento por dentro… tengo miedo, asco. <
Ya era de madrugada y Karin se quedó dormida. Ignacio nopudo conciliar el sueño. Esperó en la cama más de una hora. Después decidió levantarse. En ese viaje él pretendía no solo hacer feliz a su amante, sino que también pensaba olvidarse, aunque por un rato de los problemas que tenía con Silvia.Pero no logró alcanzar la tranquilidad que buscaba. Por más que lo intentaba no podía dejar de pensar en Silvia; la nueva Silvia que ahora lo inquietaba sin poder comprender que su instinto le indicaba que se trataba de otra mujer, y no podía dejar de pensar en ella.Se levantó, tomó de la cómoda el celular y lo encendió, después salió a la sala. Vio que había mensajes en su buzón de voz. El primer mensaje era Lucrecia:«Hijo te estamos esperando para irnos al teatro»—Di
Ignacio salió de la habitación y fue a la sala de espera, Lucrecia le dijo:—¿Sigue dormida? —Cabizbajo respondió.—Acaba de despertar.—Iré a verla. —Diego notó que Ignacio estaba molesto.—¿Discutieron de nuevo?—No, Silvia está tan distinta ahora, ya no discute conmigo como antes lo hacía.—¿Entonces por qué estás tan afligido?—Estoy así porque siento que nuestra separación ya es definitiva.—Bueno, ¿pero no era eso lo que querías?—Sí, eso era lo que más deseaba porque la odiaba, pero ahora cuando la miro no puedo sentir igual, y no comprendo la razón.—Anoche sentí lo mismo que tú cuando la vi en la camilla; estaba tan preocupada por su bebé, hasta sentí compasión por