«La probabilidad de que Ahmed sea mi hijo es del 99.99 %»—Ahmed es hijo mío —repitió Abdel, mientras el móvil le temblaba entre las manos.—¡¿Qué has dicho?!La voz de Azahara sonó ahogada, pese a que la posibilidad de que Ahmed fuera hijo suyo era muy elevada, la confirmación de que lo era, sin duda, la superó más de lo que imaginó.Hasan miró a su padre y luego a su tía.—Mi padre mandó a hacer una prueba de ADN, tomó cabellos de Ahmed para comprobar sus sospechas y estos son los resultados, él es hijo de ustedes —dijo, tratando de mantener la serenidad en su voz.La situación que tenían que enfrentar ahora, era muy delicada. Ellos eran padres, pero no estaban casados; no eran esposos y ante las leyes eso era un crimen capital que se castigaba de manera brutal.El sollozo de Azahara los sacó de sus cavilaciones, tenía toda la intención de dejarlos solos, sin embargo, no pudo moverse. Tenía que decir lo que estaba pensando, tenía que dejarles ver lo que ellos, por la situación y la
Un silencio sepulcral se instaló en el salón de aquella lujosa residencia, ninguno se atrevió a decir una sola palabra. Sienna podría jurar que Farid, Jenna y Nayla, ni siquiera se atrevían a respirar ante tal confesión.¿Cuándo se iba a terminar todo aquel dolor para la familia Rafiq? ¿Cuándo la maldad de Zaida iba a seguir jodiendo la vida de esa familia? ¿Cuánto más iban a permitir que el fantasma de la hiena se interpusiera entre su felicidad y les robara la paz?Sienna no podía creer todo lo que había desencadenado su llegada. Ella no se creía tan importante, pero su matrimonio con Hasan había sido el hilo que se necesitaba para desenredar toda la hilera que esa mujer había tejido alrededor de su familia.Era como una araña, tejiendo todo en su beneficio, queriendo que sus hijos aceptaran ciegamente el camino que ella les mostraba.La rebeldía de Hasan había sido su primer gran fracaso y luego siguió la traición de Farid, que la llevó no solo a prisión sino también a la tumba, pe
«Sí, Ahmed, padres. Azahara y yo, somos tus verdaderos padres»«Azahara y yo, somos tus verdaderos padres»Un nuevo silencio se hizo en el salón, ninguno se atrevió a romperlo y quizá ni a respirar, mientras Ahmed procesaba la información.«Azahara y yo, somos tus verdaderos padres»«Somos tus verdaderos padres»Aquella confesión se repitió en la cabeza de Ahmed como un mantra, él miró a su madre, quien no fue capaz de devolverle la mirada, mientras Halima parecía igual de consternada que él.—Mamá —susurró cuando pudo encontrar su voz.—Lo siento, lo siento mucho, Ahmed. Lamento no haberte dicho la verdad —susurró sin verlo.Ahmed sintió un profundo dolor en su corazón, su madre, la mujer a quien amaba y adoraba con toda el alma, no era su madre, pero sí lo era la mujer del Emir, la mujer que estaba frente a él con el rostro empapado en llanto, esperando en silencio lo que él tuviera para decir, pero ¿qué podía decir ante esto?Él estaba conmocionado y cualquier cosa que saliera de s
«¡¿Cómo puedes estar tan tranquila sabiendo que has besado a tu hermano?!»Nayla abrió los ojos y negó de inmediato ante la conclusión de Ahmed. Ellos no eran hermanos, no existía ningún vínculo de sangre entre ellos, pero…, él no lo sabía.—Dime, Nayla, ¿cómo te sientes? —le cuestionó ante el silencio de la joven.—Estás equivocado, tú y yo, no somos hermanos —se apresuró a decir.—¡Eres la hija de la mujer que dice ser mi madre! —gritó ofuscado.Ahmed no sabía qué era lo que le estaba dañando más, saber que fue engañado toda su vida o pensar que estaba enamorado de su hermana.—Eres su hijo, Ahmed, ¡Azahara Hijazi es tu madre, pero no la mía! —respondió, tomando el brazo de Ahmed para evitar que él se alejara de ella, la caja de Pandora se había abierto, así que, debían contarse todas sus verdades.—Suéltame —pidió con desesperación.—No somos hermanos, Ahmed, no soy su hija —reiteró Nayla sin soltarle el brazo.—¿Qué estás diciéndome? —cuestionó con los ojos abiertos, por la revela
«Por tu matrimonio y por nuestros hermanos» «Por nuestros hermanos» «Por nuestros hermanos» Ahmed se quedó de pie, parado en el umbral de la puerta, mientras el brindis de Hasan resonaba en su cabeza. Había aceptación en sus palabras y la familia entera parecía sentir lo mismo, ¿podría seguir negándose a escuchar las palabras que Azahara Rafiq tenía para decirle? —¡Ahmed! —exclamó Azahara con el corazón lleno de esperanza. El hombre no buscó la mirada de su madre, sino la de Amira, por alguna razón que no podía explicarse, él deseaba tener ese contacto con su melliza. Amira le sonrío tímidamente, ella estaba sentada al lado de Azahara, pero no tan juntas, a su lado había una silla vacía que, suponía, era para él. —Ven a sentarte con nosotros y cenemos en familia —le pidió Hasan. Ahmed dio un paso al frente y luego otro y otro, hasta que llegó junto a su hermana y madre. Era tan extraño pensar en ellas de esa manera, sabiendo que Basima y Halima estaban en su habitación, lejos
Nueva York. Scarlett cerró la llamada, había estado hablando con Margaret durante horas para ponerse al día, debido a sus vacaciones en Dubái. La joven contempló la sala de su casa y como los últimos días, la sintió vacía. Extrañaba tener a Hasin y Amir con ella, pero ellos estaban a miles de kilómetros de distancia y ella tenía que terminar la carrera si quería verlos de nuevo. Esperaba que Sienna se apiadara de ella y trajera a su sobrino de visita, pero no era como si vivieran a unas calles de distancia. Scarlett suspiró. —No puedo quedarme en un rincón llorando mi soledad —se dijo, dándose ánimos y levantándose del sillón, tenía que hacer algo o se volvería loca. Scarlett miró su reloj de pulsera, Margaret dijo que pasaría por ella en veinte minutos para cenar e ir a bailar. No era algo que ella hiciera muy seguido, pero a falta de compañía, unos minutos de distracción no le vendrían mal. La joven subió a su habitación, se dio una rápida ducha y vistió con una falda corta d
Nueva York.«Parece que estamos destinados a encontrarnos»La mente de Scarlett se quedó en blanco ante sus palabras y su bella sonrisa, mientras sus mejillas se tiñeron de rojo carmesí. No supo cuánto tiempo sus ojos se miraron con sumo interés hasta que un ligero carraspeo llamó su atención, rompiendo la burbuja en la que se habían quedado atrapados.—Señorita… —la voz del Decano le hizo cerrar los ojos y romper el contacto visual que aún mantenía con el hombre.—Ha sido un accidente —se disculpó Scarlett de inmediato, el hombre no parecía un estudiante y si mal no recordaba, el botones del hotel había dicho que era el dueño, más bien había mencionado que el elevador del cual ella venía saliendo era exclusivo para el dueño del hotel, pero…, ese hombre frente a ella no tenía cara de ser un empleado, ¿verdad? Entonces recordó a Assim, el tipo no tenía cara de ser el asistente de su cuñado y si ella no lo conociera tan bien, hasta habría creído que era uno de esos poderosos hombres. Er
Nueva York.«Perdone mis modales, permítame presentarme, soy Jahir Ahmad, su ferviente admirador»«Soy Jahir Ahmad, su ferviente admirador»«Su ferviente admirador»Scarlett parpadeó un par de veces mientras miraba la mano del hombre tendida en su dirección.¿Qué se suponía que debía hacer o decir? Ella no conocía a ese hombre, su única relación eran sus dos encuentros que, hasta ese momento no creía tan relevantes, pese a sentirse intimidada y atraída a él en igual medida.—¿Por qué ha solicitado verme? —preguntó, ignorando la mano tendida de Jahir.—¿No he sido lo suficientemente claro, Scarlett? —preguntó.La joven sintió un nuevo escalofrío recorrer su cuerpo ante la manera que él pronunció su nombre, era como si arrastrara las palabras, como si fuera una caricia.¿En qué demonios estaba pensando? ¿Cuál caricia, si ni siquiera se estaban tocando?Jahir se guardó la mano para sí, él no estaba acostumbrado al rechazo, pero era comprensible, en ese país nadie conocía la importancia d