La esposa rebelde del rey alfa.
Capítulo 1.Diana.Se suponía que aquel día debería ser el más especial para mí, pues sería la noche en la cual se decidiría mi destino.Mi padre, el alfa de la manada, había organizado una celebración en mi honor, para que pudiera conocer a todos los alfas solteros y así determinar quién sería mi mate.Papá decía que ya era tiempo de que formara mi propia familia, argumentando una sarta de cosas que para mí carecían de interés, yo tenía otros planes, las prioridades de mi manada no eran para nada igual a las mías.No quería unirme a nadie, prefería estar sola y viajar por el mundo para conocer otras culturas, y vivir aventuras como las que podía leer en mis libros favoritos, no es que fuera una soñadora ni nada de eso, pero, tenía la impresión de que la vida era más que solo encontrar un compañero y reproducirse, y todo para preservar el bendito linaje.Miraba mi imagen en el espejo y no me reconocía, era como si se tratara de otra persona, deseaba con toda mi alma que me tragara la tierra para desaparecer.— Te vez hermosa —exclamó mi hermana cuando entró a la habitación.Éramos tan distintas, Elena representaba la perfección y yo, era todo lo contrario, ella sabía cómo comportarse en todo momento, como vestir y que decir, hasta tuvo la fortuna de comprometerse con el alfa más extraordinario, el más encantador, solíamos ser buenos amigos en el pasado, hasta que apareció la perfecta Elena y como siempre me robó su atención, y no es que ella fuera mala, lo que pasaba es que era demasiado buena y por ende acaparaba las miradas y el corazón de todos.— ¿Supongo que has venido a buscarme para llevarme a mi funeral? —inquirí con tristeza.— Diana, hermanita, no seas tan pesimista, si vieras la cantidad de chicos guapos que hay allá afuera, estarías impaciente por salir —me dijo con esa sonrisa que la caracterizaba.— Como si eso fuera suficiente —repliqué con enfado.— Ay, no, cuando te pones así no existe quien pueda aguantarte, espero que tu futuro mate tenga mucha paciencia, Didi —señaló.— Ya sabes que no me gusta que me llames así —refunfuñé mientras le despeinaba el cabello.— Deja de hacer eso, ahora tendré que peinarme nuevamente, y en lugar de estar aquí perdiendo el tiempo, mejor deberías salir ya, todos esperan por ti —sentenció con tono molesto.Sonreí en cuanto se dio la vuelta, pues sabía perfectamente que no le gustaba que se metieran con su cabello, pero con lo que me había dicho se lo merecía; talvez estaba siendo muy injusta con ella, ya que mi hermana no tenía la culpa de lo que me esperaba, pero en el fondo seguía sintiendo cierto rencor porque Ariel la hubiese preferido a ella.Tenía que sacudirme esa clase de pensamientos si quería superar ese amor de juventud, porque de lo contrario no podría cumplir con lo que me impusiera mi padre; que diferente sería todo si mamá estuviera conmigo, sabía que jamás permitiría que hiciera nada si no estuviera realmente convencida, pero ella un día desapareció sin dejar rastro, seguro esta vida la abrumaba tanto como a mí, y se armó de valor para desaparecer, lo único que lamentaba era que no me hubiese llevado con ella, que me hubiera dejado a merced de mi padre, pero en fin, las cosas eran así y no había nada que se pudiera hacer para cambiarlas.Eché un vistazo una vez más a mi reflejo, y me encontré con unos ojos azules perfectamente maquillados pero que reflejaban una gran tristeza, una chica elegante y agraciada, pero sin alma, pues esta se había escapado de mi cuerpo para bolar lo más lejos posible de aquel infierno que me esperaba.Andreu.Me fastidiaba tener que asistir a compromisos sociales, pero dada mi condición de rey de los licántropos era mi deber estar presente en todos los momentos importantes de todas las manadas.Ese día, mi beta me había informado que asistiríamos a la celebración en honor de la hija mayor de uno de mis mejores alfas para que conociera al que sería su mate, porque hasta ese momento el compañero destinado por la diosa luna, aún no había llegado, así que resultaba necesario buscarle a un alfa para que como toda luna, cumpliera con su deber.Fue imposible no recordar la noche en la que Stella y yo nos comprometimos, el nuestro fue un amor intenso, desde que la vi supe que ella sería mi compañera, cuando nos miramos a los ojos, el vínculo entre nosotros fue inminente, y desde entonces no pude tener ojos para nadie más, ya que ella se volvió parte de mi alma.Hubiese querido que se quedara conmigo eternamente para compartir nuestra vida, pero no, ese maldito rebelde acabó con su vida atravesándole el corazón con una bala de plata que terminó con su existencia y que a mí me destrozó por completo, a tal grado de no querer volver a sentir interés por nadie más.Era verdad que tenía múltiples aventuras, pero todas fueron únicamente para satisfacer mis instintos nada más.Ninguna se prolongó más de una semana, ya que no deseaba que se ilusionaran, pues yo jamás podría corresponderles de la forma que ellas esperaban, pues el recuerdo de mi amada Stella aún seguía latente dentro de mí.— Todo está listo para que nos vayamos, señor, ¿desea que informemos al anfitrión de la fiesta sobre su llegada? —preguntó mi beta.— Déjalo así, Érick, es mejor llegar de improviso —le dije.Él asintió y nos dirigimos a la limusina que nos llevaría a la mansión del alfa anfitrión, durante el trayecto, Érick me hablaba acerca de la joven a la que comprometerían, no eran para nada alentadores los antecedentes que se sabían sobre ella, pues se decía que en más de una ocasión había rechazado a cuanto pretendiente se le acercaba; me dijo que se trataba de una chica rebelde, a la cual no le gustaba seguir las normas, y a pesar de haber sido educada con los mejores instructores, la diferencia con su hermana menor era abismal.— ¿entonces tenemos a una fierecilla revoltosa? —pregunté simulando interés.— Algo así, señor, algo muy mal visto en nuestro círculo —respondió con su acostumbrada solemnidad.— vaya, después de todo esta fiesta no será tan aburrida —solté con una risa burlona.Seguimos avanzando hasta llegar a la mansión de los Cooper, y la velada parecía estar en su máximo apogeo, la crema y nata de nuestra sociedad se encontraba reunida en aquella casa, con la intención de que la hija de uno de los alfas más importante pudiera unirse a cualquiera de los cotizados solteros que seguro harían lo imposible para conquistarla.Érick había querido mostrarme la fotografía de la joven, pero yo no accedí, después de todo la conocería en la celebración así que caso tenía anticiparme, para lo único que eso serviría sería para crearme un peor concepto del que ya tenía sobre ella.Diana.El momento había llegado, sabía que no podía seguir prolongando la espera, los invitados ya habían llegado y seguro estarían esperando por mí, pero, m*****a sea, ¿Qué nadie podía ponerse en mi lugar?, nadie era capaz de imaginar la forma en que me sentía, era una sensación tan terrible saber que me encontraba a la deriva y que a los demás aquello les pareciera perfectamente normal, no obstante, la suerte estaba echada y solo me quedaba caminar con dignidad y aceptar mi destino.Odiaba tener esa actitud resignada, me molestaba de sobremanera tener que resignarme y conformarme con el tormento de estar unida a alguien por el que no sentiría absolutamente nada, sin embargo, tenía muy claro que las consecuencias de desobedecer a mi padre serían terribles, por lo que por el momento no me quedaba nada más por hacer, hasta que pudiera encontrar una solución que me permitiera salir bien librada de todo eso.La esposa rebelde del rey alfa.Capítulo 2.Diana.Los alfas y sus familias se desvivían en atenciones para tratar de congraciarse con mi padre, pues eran conscientes de que de esa manera las posibilidades de ser elegido se incrementaban, propuestas de negocios, obsequios costosos y toda una parafernalia tal como se acostumbraba en el círculo social de los licántropos de las grandes ciudades.Descendía por las escaleras de nuestra casa y sentía que con cada paso estaba dejando atrás mí preciada libertad para dar paso a una serie de acontecimientos desafortunados, y si las cosas ya iban mal, lo que estaba a punto de ocurrir terminaría por empeorarlo.—Diana, luces espectacular, nadie podrá quitarte los ojos de encima esta noche —me dijo Ariel con esa sonrisa deslumbrante que tanto me cautivaba.— Agradezco que seas amable conmigo, sobre todo en esta noche tan difícil —contesté tratando de reprimir las lágrimas que amenazaban con salir a borbotones.— No he dicho eso por amabilidad, sin
La esposa rebelde del rey alfa. Capítulo 3.Andrew. La fiesta estaba en su máximo apogeo, un gran número de familias prominentes de nuestro Clan se habían dado cita para solicitar la mano de la hija mayor de Dorian Cooper, uno de los alfas de mayor renombre de nuestro imperio. Los alfas trataban de congraciarse con la familia, buscando la aprobación, y aún cuando la joven en cuestión tenía antecedentes que no eran muy bien vistos en nuestro círculo, eso resultaba poco trascendente al momento de establecer prioridades. Se hablaba mucho sobre el carácter de la chica y su poca empatía a cumplir con sus obligaciones como luna de nuestra prestigiosa sociedad, regida por el deber y las tradiciones, pero como toda hija de familia, no le quedaba más alternativa que cumplir con su deber, le gustara o no, ya que nuestro linaje tenía que preservarse, y para ello era necesario cumplir con el ciclo natural sin importar los sentimientos y los deseos personales de cada licántropo. Teníamos tan sólo
La esposa rebelde del rey alfa.Capítulo 4.Diana.Cuando entramos al salón, todas las miradas estaban puestas sobre nosotros, sin duda la presencia del rey de los licántropos acompañado de la luna prometida daba mucho que pensar.Su proximidad me ponía sumamente nerviosa, ese alfa tenía la capacidad de descontrolarme por completo y hacer que mis sentidos se dispararan con tan solo tenerlo cerca.Desde que percibí su delicioso aroma masculino experimenté el deseo más grande que jamás me hubiera imaginado, y que decir de aquel beso robado, fue la experiencia más abrumadora que hubiese podido pasarme.En cuanto Andrew apareció se convirtió en el centro de atención, y por supuesto yo detestaba de sobremanera tener que verme involucrada en todo aquello con tal de agradar a ese antipático alfa que tan mal me ponía, pero que debía reconocer que me encantaba, aún cuando él jamás lo escucharía de mis labios, sin importar el famoso vínculo que existía entre los dos.–Al menos deberías sonreír
La esposa rebelde del rey alfa.Capítulo 5.Andrew.Si Diana estaba pensando que podía jugar conmigo, estaba muy equivocada, nunca le había permitido a nadie que me manipulara con sus actitudes y por supuesto que no iba a empezar a hacerlo.Al verla en la pista de baile con ese sujeto sentí como la rabia se apoderó de mí, y cuando Érick me dijo que él era el futuro esposo de su hermana, me relajé un poco, aún cuando resultaba evidente que ese imbécil tenía interés por ella.Pero no pensaba permitirle ni a él ni a nadie que me arrebatara lo que por derecho me pertenecía, así lo había decidido el destino y así sería sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo.Desde que vi a mi mate bailando de lo más contenta con Ariel, supe que en parte lo hacía para provocar mis celos, ella pretendía darme una lección por haberla fastidiado cuando ingresamos a la fiesta, pero no pensaba permitírselo así que decidí hacer lo mismo y fui en busca de una chica de las que se encontraban en la fies
La esposa rebelde del rey alfa.Capítulo 6.Diana.Deseaba con toda mi alma que ese día por fin terminara, habían sido muchas emociones para un solo día y estaba cansada, y lo peor es que sabía perfectamente que todavía faltaba lo peor, ya que mi compromiso aún no había sido arreglado, o al menos eso era lo que yo creía.Estaba absorta en mis pensamientos cuando de repente lo vi aparecer frente a mí, tenía ese gesto de arrogancia que tanto me molestaba, caminaba con esa seguridad digna del rango que ocupaba, era tan apuesto que me bastaba verlo para que mis sentidos se pusieran en alerta, y él parecía darse cuenta porque utilizaba su porte y los efectos que ejercía sobre mí para atormentarme.Llegó hasta donde me encontraba y me miró fijamente, parecía molesto, lo supe al ver la expresión de su rostro y la ira que nublaban sus hermosos ojos que me miraban con intensidad.— Espero que hayas solucionado los asuntos pendientes con tu cuñado, porque no vas a volver a verlo —pronunció con
La esposa rebelde del rey alfa. Capítulo 7. Andrew.Sentí una gran alegría cuando ese pusilánime de Ariel negó sus sentimientos hacia Diana, pude ver la decepción en sus ojos, y aún cuando me molestaba porque seguramente lo que estaba sintiendo era una profunda decepción porque él le importaba, también me sentí aliviado porque el cariño que existía entre ellos acabaría en ese momento, y esperaba que así fuera, pues de lo contrario haría que sus vidas fueran realmente miserables. Me despedí de mi mate y de su familia y Eric y yo nos disponíamos a retirarnos, cuando pude ver a mi prometida mirándonos desde la ventana de la que seguramente era su habitación.–Adelantese al castillo, Eric, deja uno de los coches, yo los alcanzaré después.– Indiqué –No creo que esa sea una buena idea, señor, usted no puede quedarse sin seguridad.– Espetó mi beta tratando de convencerme. –Deja de contradecir mis órdenes y haz lo que te digo, soy el rey alfa, recuérdalo, nadie es más fuerte que yo y no nec
La esposa rebelde del rey alfa. Capítulo 8. Andrew.No podía dar crédito a lo que mis ojos estaban viendo, se trataba de mi prometida bebiendo en forma descontrolada ante la mirada de no sé cuántos sujetos que la veían de manera obscena, imaginando quién sabe cuántas cosas con ella. Quería arrancarles la cabeza por atreverse a poner sus ojos en la que sería mi esposa, aunque no podía culparlos, puesto que mi compañera era realmente hermosa capaz de volver loco a cualquiera con su extraordinaria belleza. El barman se mostraba demasiado dispuesto a atender a mi compañera, llenaba su copa y no dejaba de sonreírle, pero cuando ella le correspondió, no pude evitar enfurecerme, así que me levanté de la mesa en la que me encontraba y fui directamente hacia ella abrazándola por detrás y acercando mi rostro a su oído, para que todos se dieran cuenta que me pertenecía. Cuando ella me miró su rostro se transformó en una mueca de disgusto, seguramente no se esperaba que yo también estuviera en es