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Anya bajó a ver a Betty, cuando se encontraron la mujer se abalanzó a sus brazos, se echó a llorar, eso sorprendió a Anya. —¡Betty! Dime, ¿Qué ha pasado? Ella se alejó. —Yo… le pedí el divorcio a Ashton. —¡¿Qué?! —exclamó incrédula, nadie amaba a un hombre como Betty, besaba el suelo donde caminaba ese hombre, incluso si Anya le decía que èl era demasiado áspero. —Me engañó, no, me destrozó, he caído al pozo de lo indigno, Anya, esperé demasiado de ese perdedor, y ahora estoy pagándolo. —¿Qué te hizo, Betty? —exclamó Anya con estupor —Èl… —una llamada entró y Betty tembló de miedo—. ¡Es èl! —Ponlo en altavoz. Betty respondió, puso el altavoz. —¿Qué quieres, Ashton? —Voy a firmar el divorcio, Beatriz, si es lo que quieres, solo recuerda que tú me fuiste infiel, no te daré nada, ¡ni un centavo recibirás de mí! Ella tragó saliva, sus ojos lloraban, pero se calmó. —¡No quiero nada de ti, quédatelo todo! —¡Claro, como ya tienes a tu nuevo billonario, al imbécil de Bradley! Lo
Anya subió al auto, condujo deprisa, solo quería volver, se detuvo a medio camino, sus manos aún temblaban y lloró. Odió la sensación de sentirse tan frágil ante un ser tan asqueroso, pensó en Betty, no sabía cómo decírselo. Manejó de nuevo, debía volver a casa. Emerson acababa de llegar, estaba sentado en el salón, una empleada le indicó que su esposa aún no volvía, él iba a llamarla cuando recibió ese mensaje. Era de Ashton. «no te dije que las mujeres son todas unas farsantes. Anya vino por el pretexto de llevar los papeles del divorcio, se me insinuó sexualmente como una descarada, míralo por ti mismo, hermano, debes dejarla, resultó una perfecta zorra como tu ex» Emerson sintió un frío en su corazón, miró las fotos que Ashton envió, desde la perspectiva en que fueron enviadas parecían contar una historia falsa, una de dos amantes besándose. El hombre dio un traspié, le faltó el aire. Escuchó que cerraron la puerta principal, fue asomarse y la vio ahí. Anya le miró con ojos
Cuando la puerta de la casa de Ashton se abrió, Emerson no esperó y empujó. —¡¿Dónde demonios está Ashton?! La empleada tembló ante la presencia de ese hombre magnánimo, apuntó al despacho, Emerson caminó hasta ahí. Detrás de èl, Hank entró, parecía su sombra, supo que algo malo pasaba con Emerson, su deber era cuidarlo, eso haría siempre. Emerson empujó la puerta, Ashton bebía desesperado, más cuando vio al hombre delante de èl, se asustó en serio, vio los ojos relampaguear de rabia en Emerson, y supo que estaba en graves problemas. Ashton solía admirar a Emerson en la universidad, y al ver que era hijo de una de las familias más ricas de Chicago, decidió convertirse en su mejor amigo y así aprovechar sus relaciones públicas para crecer, nunca esperó el día en que debía enfrentarse a èl. —Emerson, debemos hablar, nada de lo que te dijo Anya es verdad… Emerson lo tomó del cuello con una sola mano y lo apretó con tal fuerza, hasta ponerlo rojo del rostro. —¡Voy a matarte! No pue
Dennis y Anya se alejaron, ella mirò a Emerson. —¡Emerson, yo no te engañé! Díselo, por favor, Dennis. Èl la observó, detestó ver que seguía detrás de ese hombre, mirò a Emerson. —Es cierto, ¿Cómo has podido ser tan idiota y pensar que alguien como Anya, tan pura y leal, podría engañarte? ¡Ella es inocente! Estuve ahí, gracias a mí ese tipejo no logró abusar de ella, fui yo quien lo detuvo. Emerson se quedó perplejo. —¡¿Tú?! ¿Y qué hacías con mi esposa? —¿De verdad es lo que preguntarás? ¡Deberías pedirle perdón! —Bueno, cálmense, por favor —sentenció Bradley —Gracias por salvar a mi mujer, Dennis, te recompensaré por esto. Dennis apretó los puños con rabia. —No necesito ningún pago, ¡yo haría todo por proteger a Anya! Porque ella me importa mucho. —Oh, lo sé, eso me queda claro —dijo Emerson acercándose a ese hombre con rabia Los ojos de Anya se volvieron llorosos. —Emerson… —Vamos, Anya —dijo Emerson, ella tomó su mano, dijo un gracias en un murmullo apenas perceptible
Cuando Betty despertó, Bradley la esperaba para desayunar. —¿Estás lista para mudarnos? Ella sonrió, asintió. —Iremos a ver a los abogados, para revisar la demanda de divorcio, lamento si me adelante, espero que no lo tomes a mal. Betty se quedó pensativa. —Está bien, quiero divorciarme, pero ¿sabes? No quiero nada, nada en lo absoluto de èl, Bradley, hay cosas que no te he dicho —dijo y tomó su mano Bradley se angustió. —Lo que sea, dímelo, yo voy a entenderlo. —Tal vez esto te cambie por completo tu perspectiva sobre mí, y yo lo entenderé. Bradley la mirò con duda. —Quiero saberlo. —No puedo tener hijos —dijo Bradley se quedó perplejo al escuchar lo que ella le dijo. Cuando Anya despertó, se enteró de que Emerson se había marchado a trabajar. Anya salió de casa, fue hasta la casa de su madre. Se encontraron para desayunar. —Ya no me cuentas nada, Anya, ¿Qué está pasando entre Emerson y tú? ¿Tan mal va todo que no quieres verme? Anya hundió la mirada, era cierto, por
Clarisse dio un paso atrás, no podía creer lo que ese hombre le pedía, pero supo que, de oponerse, no le daría dinero, ahora que ella descubrió su verdadera cara ante Bradley, estaba muy claro que ese hombre no la perdonaría. Ella decidió aceptar. Los ojos de Bradley aún miraban profundamente a Betty, y ella tuvo miedo de que èl estuviera decepcionado. —Lo siento, Betty, debe ser algo demasiado duro para ti. ÈL tomó su mano. —Yo… —Aun así, deberíamos ver a un doctor. —¿Un doctor? —Una segunda opinión nunca está de más. Ella negó, casi de inmediato, la sola idea de volver a exponerse como en el pasado, y que el resultado fuera el mismo, la hizo sentir angustia. —No, yo no podría. —Piénsalo, vale, yo estaré contigo, te apoyaré en todo, por cierto, le he contado a muchas personas de la alta sociedad que está decorando mi casa, debes hacerlo, y haremos un open House, si ellos quedan satisfechos, podrías tener nuevos clientes. Betty se quedó perpleja, sonrió —¡Me encantaría! As
Hank detuvo el auto a un lado del camino, solo entonces el hombre pudo ver lo que había capturado, tanto la atención de Emerson Carrigan. Rodó los ojos al ver a esa mujer, Bianca vendiendo dulces, con una actitud de una mendiga, ¿podía haber caído tan bajo? Hank supo que ella se lo merecía por traidora, pero tuvo un presentimiento, a estas alturas de la vida, ese hombre sabía cosas de la vida, y no se confiaba de que esa mujer estuviera ahí haciéndose la víctima, conocía a Bianca Stuart, ella podría trabajar en cualquier cosa, ¿no fue una dama de compañía en el pasado? ¿Qué le impedía hacerlo ahora? Emerson salió del auto, cruzó la calle, y fue hasta ahí. Bianca había vendido un cigarrillo a un indigente que estaba molestándola. —Ya le vendí, déjame en paz. El hombre tomó su brazo, se negó a soltarla. —¡Aléjese! —¿Acaso no escuchaste? El hombre casi cayó al suelo al mirarlo, asustado, huyó despavorido. Bianca lanzó un suspiro como de alivio. —Emerson, muchas gracias por defe
—¡¿Cómo te atreves?! —exclamó—. ¿Acaso eres idiota? No me respondas, es evidente, mi madre no es como tu Bianca, mi madre no es tan cruel, si ella tiene problemas con Bill, èl también los tiene con ella, no olvides que fue el primero en ser infiel. Anya intentó irse, pero èl la detuvo. —¿Eso es una justificación? ¿Me dices que, si yo te mintiera, tú también lo harías? Ella frunció el ceño, se quedó perpleja. —¿Me estás mintiendo? El cuerpo de Emerson se hizo atrás y la soltó, fue una reacción inesperada para èl, era como si su mismo cuerpo lo delatará, pero no su voz. —¿Qué tonterías dices? —Quiero irme a casa. —Vete con el chofer, yo esperaré a Hank. Anya le mirò de arriba abajo, con el ceño fruncido, notó como estaba al borde de las lágrimas, Emerson le mirò con desdén. —¿Te importo en algo? Dime, de verdad, aquí entre nosotros dos, ¿sientes algo por mí, siquiera un poquito de amor? Emerson la mirò incrédulo, no podía creer su pregunta, sus ojos se encontraron, pero escuch