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Mandy empujó la puerta, se adentraron en la habitación, escuchó que él cerró la puerta. El beso era exigente, ambicioso y pasional. Sus pieles se erizaron, era como si se reconocieran. Cayeron en la cama, no pudieron evitarlo. Detuvieron el beso, él estaba encima de ella, sus ojos se encontraron, ambas pupilas brillaban cegadas por el deseo. Se alejaron, él se levantó, lanzó un suspiro. La cordura parecía volver a sus cabezas. Ella respiró. «¿Qué estoy haciendo?», pensó. Pero, sintió cómo esas manos volvían a acercarla. Matt besó sus labios, ella se dejó llevar. Él se quitó la camisa, el corazón de Mandy latió rápido, era un hombre tan atractivo: ojos ardientes y azules, cabellos oscuros y un cuerpo esculpido como estatua de Dios griego. Volvió a acercarla, mientras sus labios la reclamaban, no pudo escapar, sintiendo esas manos que la acariciaban sin tregua. Ella besó sus labios, sus lenguas se acariciaron, sus corazones latían en sintonía, las manos de Matt se apuraron a de
Los recuerdos tristes vinieron a Denver y empujó a la mujer de su lado tan fuerte que ella casi cayó al suelo. Los ojos Abigaíl se abrieron sorprendidos —¡¿Y entonces qué quiere de mí?! Dígalo de una buena vez, ¿quiere torturarme?, ¿golpearme? Dígalo de una m*****a vez y acabé con este martirio —gritó la mujer desesperada. Los ojos de Denver se abrieron grandes e incrédulos ante sus palabras. —¿Así que tienes valor, mujer? —exclamó severo. Abigail volvió a la realidad, retrocedió asustada, al ver como se acercaba a ella. Y en un arrebato la tomó entre sus brazos y le dio un beso salvaje como había soñado hacerlo siempre. Ella manoteó asustada, no lo esperaba. Él detuvo el beso, sus miradas se encontraron. Sus ojos brillaban de deseo y los de ella de miedo. Abigail intentó rectificar, hacerlo entrar en razón. Pensó que de nuevo la rechazaría, pero se equivocaba, porque ese beso ardiente y profundo encendió aún más su deseo por ella. —No te irás de aquí, Abigail, ni obtendrás
Abigail se apuró a vestirse, tomó el cheque, recordó las palabras hirientes que ese hombre le dijo, le dolieron, las lágrimas cayeron por su rostro. Hubiese querido darle el cheque, negarse a tomar algo de quien la odiaba, pero estaba desesperada, ¿a quién más podía suplicar? Respiró profundo. Debía salir de ahí, pero las piernas le flaqueaban por la humillación. Denver estaba afuera, con la mirada cabizbaja, pensaba en ella, su cuerpo se contenía del deseo de volver y hacerla suya. Pero, imaginar que ella hubiese estado con Matt, que se hubiera burlado de èl, eso lo mataba por dentro. Escuchó los pasos de la mujer, ella bajó la escalera apurada, no mirò sus ojos. —Gracias… —¿Gracias? No es una ayuda, mujer, recuérdalo, grábalo en tu mente. Pagarás por esto, mañana limpiarás la empresa, luego veré de qué otra forma pagarás. Si quieres que tu papito siga recibiendo atención médica, harás lo que sea que yo quiera, ¿quedó claro? Ella titubeó, pero asintió. Estaba por salir. —Gr
Horas después, Mandy decidió volver con Denver, y su corazón estaba realmente herido. Tomó su maleta, pidió un taxi y fue al aeropuerto. Todo lo que quería era estar cerca de Denver, que era honesto, quería estar cerca de quien no podría hacerle daño. Sin embargo, no podía olvidar a Matt, aun sus palabras, sus caricias estaban grabadas en su mente. *** Cuando Denver despertó, recordó a Abigail, su recuerdo aún era como un fantasma en su habitación. Podía oler su perfume, podía sentirla cerca. Se levantó, hizo ejercicio y desayunó. Pronto debía ir con el abogado, debía tomar por fin su fortuna, la empresa y la mansión. Nada de eso tentaba a Denver, el dinero nunca tuvo efecto sobre su corazón. Escuchó que llamaron a la puerta, pensó en ella. ¿Y si era Abigail? Sin embargo, al abrir la puerta, encontró a Mandy. Ella lanzó las maletas al suelo, se arrojó a sus brazos y sollozó. Esto preocupó al hombre. —Mandy, ¿Qué ha pasado? Ella negó. —Nada, no me hagas caso, solo te extra
Mandy rompió el beso, observó a Denver con incredulidad, no parecía ser el mismo dulce hombre del pasado. Cuando mirò los ojos de Abigail, Mandy encontró dolor. «¿Acaso ella siente algo por Denver? ¡No! Ella dañó a Denver, incluso casi lo destruyó. ¡Ella no es una víctima!», pensó. Mandy alzó la barbilla, con un gesto de severidad. Abigail hundió la mirada. —Sigue limpiando, Abigail —dijo Denver. La mujer asintió, no importaba su humillación, ella no dijo nada. Denver sintió rabia, hubiese querido ver en sus ojos cualquier cosa, rabia, tristeza, lo que sea, menos la indiferencia, eso lo corrompía, lo hacía sentir nada frente a esa mujer que odiaba. Lanzó un golpe fuerte contra la tina de agua, haciendo que esta cayera y se derramara sobre todo el suelo. Denver esbozó una sonrisita burlona. —Limpia, tienes más trabajo, Abigail, no olvides cuál es tu maldito lugar a partir de ahora —el hombre se acercò, tomó su brazo con fuerza, y le susurró, de modo en que Mandy no pudo escu
—¡Felicidades, primito! Me alegra que al fin te vas a casar con una maravillosa mujer decente —exclamó Vania, con un gesto burlón contra su hermana.Los ojos de Denver ignoraron por completo a Vania, solo estaban puestos en esa mujer que yacía de cuclillas, intentando levantar la comida y los vidrios.—Sì, tienes razón, Vania, al fin elegí a la mejor mujer del mundo. No solo es hermosa, también es leal, incapaz de romper mi corazón, es digna. Una mujer que no es la segunda opción de nadie, por eso me casaré con mi amada Mandy —dijo y mirò a Mandy—. ¿Por qué te casarás conmigo? ¿Verdad, Mandy?Mandy alzó la mirada, había estado perdida entre sus pensamientos, mientras se preguntaba si era real que estuviera ahí, frente a ese hombre de aquella noche, pensó que nunca lo vería de nuevo, que sería solo un fantasma de sus recuerdos, pero estaba ahí, de carne y hueso, mirándola de una forma que ella no podía entender.«Es solo un juego, es la promesa que le hice a Denver por su venganza», pe
Mandy empujó al hombre, abofeteó su rostro.Matt tocó su rostro, no le importaba soportar cualquier dolor, había encontrado de nuevo a Mandy, y eso era una esperanza en su corazón. Nunca una mujer fue tan especial, nunca una mujer significó tanto para èl.—¡Mandy! —exclamó Matt.—Déjame en paz, lo que pasó entre nosotros solo fue por una noche, una noche que quiero olvidar, ni siquiera fue tan buena como las que he tenido con Denver, tú no eres nada en comparación a èl.Matt le mirò con dolor, ella supo que lo había lastimado.Él dio la vuelta y salió de casa.Mandy notó la presencia de Abigail detrás de la pared.Fue por ella.Sostuvo su brazo.—¡¿Qué fue lo que viste?! No te atrevas a decirlo —exclamó.Abigail la miraba con rabia.—¿Qué sucede aquí? —exclamó Denver.Mandy sintió miedo, y no supo por qué.«Debo decirle la verdad sobre Matt y yo. No quiero que Denver me odie o piense mal de mí», pensó—¡Ella, tu prometida, se besaba con Matt!Las palabras de Abigail retumbaron en la co
—¡No vuelvas a lastimar a nuestro hijo! —exclamó Flor.Los ojos de Denver la miraron con profundo odio.—¡¿Quién te crees que eres para meterte conmigo?! Estás en esta casa como una arrimada.—¡No te olvides que aún voy a impugnar de nuevo!—¿No te cansas? Ya impugnaste antes y perdiste, mujer, perderás siempre. Ve haciendo tus maletas, para que te largues de mi casa.Denver fue al despacho, Mandy fue detrás de èl.—Denver… Yo… —dijo con voz temblorosa.—Lo sé, Mandy, no te sientas culpable de nada, esa mala mujer pagará por lo que ha hecho.—Denver…—Por favor, no quiero hablar de nada ahora, mejor vamos a descansar, ¿sì? Estoy exhausto.Ella asintió y obedeció.Al día siguiente.En el hospital.Vania estaba con su madre cuando Abigail llegó.Ella fue hacia ellas.—¿Cómo sigue mi padre?La madre de Abigail la mirò con ojos severos, y un segundo después, sintió el golpe de aquella bofetada. Abigail se tocó la mejilla adolorida por tal acto.—¡¿Por qué?!—¡¿Cómo te atreves a querer arru