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Betty y Ashton llegaron a ese lugar, era una mansión al norte, lujosa, elegante, mucha gente estaba ahí, pero nadie conocido. Algo tenían en común, Betty sintió que esas personas estaban demasiado alegres, vestidos con ligereza, algunos se besaban, reían, y el ambiente era demasiado festivo. Algo en ella se sintió asustado, no supo que era, pero no se sintió a gusto. Ashton comenzó a saludar a muchas personas, Betty estaba tensa, un hombre y una mujer se acercaron a ellos, el hombre saludó a Betty besando cada una de sus mejillas, y le sonrió, su mirada la barrió de arriba abajo con lascivia. Ese gesto la incomodó, pero cuando mirò a Ashton, observó que él miraba a la esposa de ese hombre de la misma manera, pero ella tenía una gran sonrisa. Su corazón se empequeñeció, Betty sintió asco, supo que estaba llegando a su límite. *** Anya y Emerson llegaron a la ciudad, bajaron del tren, ella observó el hotel donde se quedarían. Apenas entraron, ella preparó un baño caliente para él
Anya mirò al hombre con rabia. —¿Aún piensas en ella? —exclamó Emerson dio un paso atrás. —¡Anya, yo… no quise mencionarla! Anya hundió la mirada, dio la vuelta, se alejó de èl. Emerson lanzó un suspiro, estaba desesperado. Se vistió con su pijama, y fue con ella, la encontró recostada en la cama. Emerson se metió en la cama, justo a su lado, pero ella estaba hecha un ovillo, alejada de èl. Emerson escuchó su llanto ligero, la había lastimado, ahora no sabía cómo consolarla. «Anya, por más que intento, solo te hago sufrir, perdóname», pensó. *** El auto llegó, y Betty se quedó perpleja, vio bajar a ese hombre, que fue hasta ella. No pudo evitarlo, había tenido tanto miedo, al verlo sintió alivio. —¡Bradley, viniste! Èl observó su rostro demacrado, sus ojos llorosos, fue a abrazarla, solo en ese instante supo cuánto temblaba, era como una hoja al viento. —¡Estoy aquí! Claro que vendría, no dudes que iría por ti, al fin del mundo. Sus miradas se encontraron, èl limpió sus
—¡No! ¡No lastimes al bebé…! —el grito de Emerson asustó a Anya, èl se despertó empapado en sudor Ella le mirò con angustia. —¿Qué bebé? Sus ojos se encontraron, èl hundió la mirada, negó. —Solo fue un mal sueño… —Emerson abandonó la cama y fue al baño, se metió en la regadera, el agua fría congeló su piel, poco le importó, quería despertar, quería olvidar ese mal sueño donde Bianca lastimaba al pequeño bebé. Emerson estuvo listo después, debía ir a una junta laboral, mirò a la mujer, puso su tarjeta de crédito sobre una mesa. —¿Por qué no vas de compras, mientras yo vuelvo? Cuando regrese podemos salir a pasear o a cenar. Los ojos de Anya se ensancharon. —¡No voy Bianca, Emerson! No soy tu mueble favorito, ni necesito tu estúpido dinero. Anya salió, dando un portazo a la puerta que lo dejó helado. Hundió la mirada, tomó la tarjeta, salió rumbo a su reunión. Emerson fue a su reunión, habló con su socio y llegaron a un buen acuerdo, firmaron el contrato. —Supe que te volvist
La puerta principal se abrió de un azote, en cuestión de segundos, como si fuera una película en cámara rápida, Bradley estuvo ante Ashton y le apuntó con una pistola directamente a la frente. —¡Déjala, ahora mismo o juro que te enviaré con el mismo diablo! Los ojos de Ashton se abrieron enormes, no podía entender como era que su amigo de la universidad estaba ahí y defendía a su esposa con tanto ahínco. Soltó a Beatriz casi de inmediato, ella cayó al suelo de rodillas, tosiendo, recuperando el aliento, sintió una mano acariciando su cabello, mientras Bradley la mirò. —¿Estás bien? Ella aspiró aire de nuevo, se levantó con valentía, mirò a Ashton con asco, ese hombre ya no era nadie que conoció, era un loco, era un abusivo, solo en ese momento supo que nunca lo amó realmente, solo amaba a alguien que ella creó en su mente, y eso también dolía. —Ve por tus cosas, Betty, aquí estaré, esperándote. Ashton tocó el puente de su nariz, oprimiéndolo con desespero. —¡¿Qué demonios es es
Anya y Emerson llegaron al hotel. Ella estaba emocionada, Emerson dijo que la llevaría a cenar a un lujoso restaurante. Fue a darse un baño y se arregló tan bella como pudo. Emerson la esperaba, ya estaba listo, cuando la vio tan hermosa, sus ojos se abrieron y sonrió. —Te ves hermosa —dijo devorándola con la mirada Ella se sonrojó, èl acunó su rostro, eso le gustaba de ella, Anya era una mujer bella, era modesta, no era como la arrogante Bianca que alardeaba de su belleza y se aprovechaba de ella. Besó sus labios, acarició su rostro, le gustaba su sonrisa, la forma en que se arreglaba, era tan dulce. Tomó su mano y salieron rumbo al restaurante. Era uno muy lujoso, con el que solía ir acompañado de su padre cuando hacían viajes de ese estilo, además de que una sola vez llevó a Bianca ahí. Al entrar, encontró a algunos socios y conocidos de ese lugar, cuando ubicó al señor Carter, le mirò con desdén, conocía a ese hombre, incluso le agradaba, pero su prometida, era una amiga d
Betty observaba la casa de Bradley, era la antigua casa, y no la mansión de Balmoral. —Mañana compraremos los muebles juntos, mañana la decoraremos. Ella le mirò con intriga. —Entonces, es nuestro trato, ¿no? —¿Trato? —Casarnos, yo seré la esposa que siempre quisiste, prometeré lealtad, y apoyo, tu protección, al final es lo que una mujer busca en un matrimonio. Èl la observó bien, ella estaba destrozada, en su voz aún percibía algo de rencor. Bradley se acercó, acarició su rostro. —No te obligaré a ser mi esposa, eso solo tú puedes decidirlo. —Buenas noches —dijo Clarisse bajando la escalera, solo verla provocó rabia en Betty, ella le recordaba a Ashton—. ¿Y qué hace esta mujer aquí, Bradley? —Betty se quedará a dormir están noche en esta casa, pero mañana nos mudaremos juntos a mi nueva mansión en Balmoral. La mujer abrió ojos tan grandes que parecían querer salir de sus órbitas. —Pero ¡Qué has dicho! —exclamó incrédula. —Como lo escuchas, Betty es mi prometida, apenas f
Anya bajó a ver a Betty, cuando se encontraron la mujer se abalanzó a sus brazos, se echó a llorar, eso sorprendió a Anya. —¡Betty! Dime, ¿Qué ha pasado? Ella se alejó. —Yo… le pedí el divorcio a Ashton. —¡¿Qué?! —exclamó incrédula, nadie amaba a un hombre como Betty, besaba el suelo donde caminaba ese hombre, incluso si Anya le decía que èl era demasiado áspero. —Me engañó, no, me destrozó, he caído al pozo de lo indigno, Anya, esperé demasiado de ese perdedor, y ahora estoy pagándolo. —¿Qué te hizo, Betty? —exclamó Anya con estupor —Èl… —una llamada entró y Betty tembló de miedo—. ¡Es èl! —Ponlo en altavoz. Betty respondió, puso el altavoz. —¿Qué quieres, Ashton? —Voy a firmar el divorcio, Beatriz, si es lo que quieres, solo recuerda que tú me fuiste infiel, no te daré nada, ¡ni un centavo recibirás de mí! Ella tragó saliva, sus ojos lloraban, pero se calmó. —¡No quiero nada de ti, quédatelo todo! —¡Claro, como ya tienes a tu nuevo billonario, al imbécil de Bradley! Lo
Anya subió al auto, condujo deprisa, solo quería volver, se detuvo a medio camino, sus manos aún temblaban y lloró. Odió la sensación de sentirse tan frágil ante un ser tan asqueroso, pensó en Betty, no sabía cómo decírselo. Manejó de nuevo, debía volver a casa. Emerson acababa de llegar, estaba sentado en el salón, una empleada le indicó que su esposa aún no volvía, él iba a llamarla cuando recibió ese mensaje. Era de Ashton. «no te dije que las mujeres son todas unas farsantes. Anya vino por el pretexto de llevar los papeles del divorcio, se me insinuó sexualmente como una descarada, míralo por ti mismo, hermano, debes dejarla, resultó una perfecta zorra como tu ex» Emerson sintió un frío en su corazón, miró las fotos que Ashton envió, desde la perspectiva en que fueron enviadas parecían contar una historia falsa, una de dos amantes besándose. El hombre dio un traspié, le faltó el aire. Escuchó que cerraron la puerta principal, fue asomarse y la vio ahí. Anya le miró con ojos