Estrategia silenciosa

"En verdad extrañaba comer esta comida grasosa..."

Le doy un buen mordisco a esta hamburguesa doble con piña y tocino extra que me sabe a gloria pues tiene, literal, años que no como algo tan grasoso como esto.

"Espero que no te vea ninguno de esos matasanos o alguno de tus clientes porque nos dejaran de comprar todo lo que les vendemos para bajar de peso."

Ericka frente a mi también esta hincándole duro y sabroso el diente a otra hamburguesa con papas con extra queso derretido y un refresco de manzana.

Lo dicho, en este momento estamos mandando a la m****a la dieta que tan estrictamente llevamos ambas.

Pero la verdad es que no hay nada más "saludable" para comer en esta cafetería de hospital.

Además la ensalada que ofrecen es completamente lechuga.

La cual no se si este bien desinfectada, además de que está casi al doble de cara que esta deliciosa, grasosa y suculenta hamburguesa.

"No importa, puedo fingir que tengo demencia temporal por este golpe."

"O amnesia y decir que no recuerdo ni mi nombre."

Vuelvo a morder esta maravilla culinaria que llevo evitando por más de veinte años y suspiro tan fuerte que parece que tuve un orgasmo.

La realidad es que si, pero es un orgasmo gastronómico.

No puedo creer que sepa tan rico algo que es tan malo para salud!

"Oye, deja mis papas, no quisiste comprarlas tacaña!"

"Ahora no metas tus sucios dedos en ellas Hanna!"

Ericka intenta fallidamente hacer que deje de robarle papas, pero es que saben mejor de este modo!

"Callate, puedes comprarte otras papas allá!"

"No hay nadie en la línea, ve, corre."

Me rio bajito tratando de no ahogarme con la hamburguesa que mastico intensamente sintiendo todos sus sabores en la boca.

Esta es una rara felicidad que compartimos mi mejor amiga y yo.

Una felicidad que no debería de ser porque estamos en un hospital, donde Leo esta inconsciente aún.

Donde Marlene su esposa legal falleció.

Donde su nena llegó en estado crítico y también falleció.

Las dos estamos en un receso de nuestro puesto de cuidadoras personales, no profesionales de Leo.

Los médicos se lo llevaron a hacerle resonancias magnéticas y otras pruebas para averiguar el porque sigue dormido mi chico.

Tal vez, si hubieran visto que tan destruido quedó el auto que manejaba Leo con su familia entenderían el porque Leo sigue en ese estado.

Otra cosa que no comprendo yo, pero que doy gracias que sea así, es que Leo no tiene ningún hueso roto, solo estaba golpeado, pero no tenía huesos rotos.

Esa es una enorme bendición y alivio para mí.

"Debemos regresar ya Hanna."

Ericka se limpia las manos con fuerza con una servilleta.

"Vamos al baño a lavarnos los dientes y las manos porque siento que comí como dos kilos de pura grasa."

Concuerdo con ella.

"Tenemos nuestros tes termogénicos, además de fibra, así que no hagas dramas Ericka."

"Además, sabes perfectamente que nunca comemos esto."

Ambas mantenemos un régimen estricto de alimentación por miedo a engordar de nuevo.

En el pasado, las dos estabamos a un paso de ser obesas mórbidas.

Pero ahora, con toda la preocupación del accidente y los fallecimientos, las dos estamos mas delgadas que nunca.

Que horrible dieta es la angustia y tristeza, pues no te permite se.tir hambre.

La culpa no te permite comer nada o encontrarle sabor a la comida.

Por muy deliciosa, exquisita o refinada que está sea.

Entramos a los baños para realizar un aseo completo de nuestra persona.

Mi reflejo en el espejo parece el de una muerta viviente pues no tengo color en el rostro.

Me veo mas cansada, ojerosa, pálida y vieja.

Eso me asusta, pero recuerdo que es toda esta situación que me rebasó por completo.

Ambas nos alisamos el cabello, lavamos nuestros dientes y manos a conciencia.

Nos ponemos un poco de perfume y las dos salimos frescas y listas para ir a ver a Leo.

Cuando llegamos a su habitación, Leo esta despierto de nuevo, nos mira parpadeando y nosotras nos quedamos mudas del asombro.

"Acompañeme señora Hanna, debo hablar con usted."

El médico de nuevo me pide que lo acompañe fuera de la habitación.

A este medico no lo conocía y eso me asusta.

"Ericka, quedate con Leo por favor."

Ruego a mi amiga para que vigile a Leo en lo que yo hablo con el médico.

"Señora Hanna, siéntese por favor."

El doctor me hace un ademán y me siento en un sillón de esta habitación.

Me pregunto si será en todos los hospitales o estaré loca, pero no sé porque estos doctores no tienen despachos.

En cambio, estamos en otra habitación, donde el ambiente no es tan frío.

El médico parece de mi edad, o eso creo.

"Señora Hanna, realmente estamos sorprendidos por la recuperación del señor Leonardo Corza Lara."

Habla con voz cla a el médico.

"Cuando el paciente llegó a este hospital, usted como yo comprobamos que el joven estaba al borde de la muerte."

Lo sé doctor.

Dos putas veces casi falleció Leo.

Dos horribles veces en las que sentí que envejecí como cinco años en cada una.

Debido a eso, ahora no tengo cuarenta años sino cincuenta debido a esas emociones.

"Las contusiones del señor Leonardo están evolucionando favorablemente."

Prosigue el médico con su explicación.

"Su resonancia magnética indica que no tiene contusiones internas ni nada que ponga en inminente peligro su vida de nuevo."

Exhalé el aire de mis pulmones de forma ruidosa pues sus palabras me quitaron un inmenso peso de mis hombros.

"Lo único que nos preocupa del paciente, es que tuvo dos paros al corazón."

El tono del médico ahora es más serio, osea que es grave la situación de Leo en este aspecto.

"Los estudios del señor Leonardo nos indican que está sano."

"Algo que nos parece asombroso."

Eso es bueno!

O espera, me estará diciendo este médico esto porque quiere hacerle más pruebas, estudios, tomografías, muestras y demás cosas a mi chico como si fuera un fenómeno o algo así?

"Pero hay algo que nos preocupa señora Hanna..."

Sabía que debía haber alguna trampa!

"Que es doctor?"

Espero que mi voz temblorosa y angustiada le haya indicado al doctor que estoy temerosa de lo que dirá.

Tengo que morderme la lengua para no llorar de nuevo.

"No sabemos porque el paciente no quiere o no puede hablar."

"Ya realizamos estudios a profundidad en su garganta y no encontramos ningún indicio de lesión en sus cuerdas vocales, boca, lengua."

"Y no encontramos nada anormal."

Tuve que hacer esfuerzo para pasar saliva al escuchar eso.

"No sabemos a que se deba este síntoma."

"El paciente puede comer, puede deglutir, pues le hicimos que tomara agua y comiera gelatina, lo cual hizo sin problemas."

Tal vez simplemente mi chico no quiere hablar ahora debido al trauma.

"Suponemos que tal vez sea un trauma por su accidente."

"En verdad que no sabemos si relacionar su estado con sus infartos o si sea solo el trauma, por lo que también pediremos que el psicólogo lo evalue."

Fabuloso, ahora también Leo será sometido al psicólogo.

"De acuerdo doctor, gracias."

Antes de que me levante, el medico me mira de una manera intrigante...

"No sabemos si el señor Leonardo podrá volver a hablar alguna vez señora Hanna."

"Esperamos que con el tiempo recupere el habla."

"En estos casos todo es al azar."

"Para nosotros, es muy difícil de diagnosticar y curar en casos como este, aunque siempre queremos lo mejor para nuestros pacientes."

M*****a sea.

Gracias doctor por aplastar las pocas esperanzas que tenía.

"Está bien."

Es lo único que consigo decirle al médico.

Antes de volver a la habitación camino de nuevo al baño más cercano para encerrarme.

Cómo si no tuviera fuerza en las piernas, me deslizo por la pared del baño hasta quedar abrazada a mis rodillas al lado del sucio excusado.

No de ahora como es que voy a explicarle a Leo que tal vez nunca más pueda hablar.

O tal vez si...

"Hanna, se que estás aquí, te vi pasar, ahora que te sucede?"

Ericka entra aventando la puerta de forma tan delicada como solo ella puede hacerlo.

La m*****a puerta hace un ruido del demonio al pegarse brutalmente contra la pared.

"Aquí estoy, mamá Ericka."

"Solo quería hundirme en mi miseria, pasa y únete a mi miserable mundo!"

Hablo desde mi escondite.

Ericka revisa todos los cubículos de este gran cuarto de baño y me encuentra en el último de ellos.

Ericka arruga la nariz porque estoy tan cerca del excusado que casi lo beso.

"Levántate de ahí sucia!"

"Te desinfectaré por completo porque así no entrarás a ver a Leo!"

Mi amiga me tiende las manos para que me levanté del suelo.

Me quita la sudadera negra, por lo que solo me quedo en ligera playera.

Ericka hace que me lave las manos mínimo cinco veces antes de que me ponga gel antibacterial en laz manos.

"Frota bien el gel."

Me indica para que mis manos queden inmaculadas.

"Listo, ahora si puedes entrar a ver algo."

"Yo debo ir a tu casa por más ropa y a hacer algunas entregas."

Me indica mi amiga mientras se lavas las manos también.

"Martin me dijo que ya no tienen croquetas tus perros, además de que debo..."

En este momento tengo que interrumpir a Ericka.

"Ericka, el doctor dijo que tal vez Leo no pueda volver a hablar nunca."

"Dice que no entiende porque mi chico no puede o no quiere hablar."

Las lágrimas inundan mis ojos.

Ericka lejos de abofetearme como esperaría que lo hiciera, me abraza y me consuela como si yo fuera una niña.

"Todo mejorará Hanna."

"Ya lo verás."

"Lo importante es que Leo no tiene lesiones internas, eso me dijo uno de los residentes."

Las palabras y el abrazo de mi amiga logran que me tranquilice solo un poco.

"Es bueno que Leo no tenga ningún hueso roto o la cabeza rota."

"Además no heridas internas."

Ericka desliza suavemente sus manos por mi espalda brindándome paz.

Nunca mas quiero volver a vivir una m*****a pesadilla cómo esta!

"Además Leo me reconoció, me dió su mano y esbozó algo así como una sonrisa."

En verdad?

"Así estábamos lo dos cuando te vimos correr al baño."

Ericka aparta un mechón de mi cabello para colocarlo detrás de mi oreja.

Ella me da un beso tierno en la mejilla.

"Se que esto es duro para ti Hanna."

"Se que tus remordimientos son increíblemente fuertes pues se que sigues pensando que todo esto es de alguna forma tu culpa."

Y no lo es?

"Pero entiéndelo, de una vez..."

Ericka toma con ambas manos mis mejillas para que la vea directamente a los ojos antes de que ella me diga fuerte y claro.

"TU no tuviste la culpa!'

"NO provocaste el accidente!"

"Tu NO hiciste que el camión con el que se estrellaron en el auto los chicos se descompusiera a propósito!"

Sus palabras son ciertas pero me cuesta tanto meterlas en la cabeza!

"NO le causaste a Leo el daño!"

"NO le cortaste la lengua para que ahora no hable, comprendes?"

"NO tienes la culpa de eso ni de nada de todo esto Hanna!"

Afirmo moviendo la cabeza de arriba a abajo en silencio como una niña pequeña.

"Entonces no tuve la culpa yo..."

Digo casi en un susurro.

"Exacto Hanna, NO tuviste la culpa."

"Todo esto fue un accidente que no esperábamos nadie."

Ericka me escucha suspirar ruidosamente.

"Me voy ya."

"Te traeré ropa, haré otras cosas y te vere por la noche."

Las palabras de Ericka me recuerda que debo de cancelar la cita con Kris pues no estaré en casa.

Además, no quiero que Kristoff este solo en mi casa con mis cosas, porque aunque me lo este comiendo, no le tengo tanta confianza aún.

"De acuerdo Ericka, gracias."

"Puedes prestarme tu sudadera?"

"En verdad tengo frío."

Señalo la sudadera gris de mi amiga.

"Está bien."

"Entra con Leo y nada de volver a sentirte la culpable de todo."

"Me oíste Hanna?"

Ericka me da su sudadera mientras habla.

Me la pongo encantada porque es abrigadora y suave aunque huele a suavizante de ropa mezclado con papas con catsup.

"Regresare rápido, máximo unas horas."

Sin las últimas palabras de mi amiga quien me da un beso en la mejilla antes de dejarme en puerta de la habitación de Leo.

Entro en la habitación después de rogar por valor a toda entidad cósmica posible.

Leo esta mirando la puerta, por lo que nuestros ojos se encuentran.

Una sonrisa linda se dibuja en mi rostro al verlo con sus ojitos brillantes.

"Hola Leo."

Camino hasta quedar a su lado.

Casi al mismo tiempo los dos extendimos nuestras manos para tocarnos ligeramente.

Con nuestras manos entrelazadas, los dos nos acercamos hasta que nos fundimos en un muy necesario abrazo que nos brinda la paz interna que ambos tanto necesitabamos.

Mi chico está bien.

Y sin importar su puede hablar o no, lo cuidaré y amaré por el resto de mi vida.

Nunca más volverá a sufrir por mi culpa.

***********Narra Leonardo**********

Hanna esta abrazada a mi costado, con su pequeña mano recargada en mi pecho.

Yo no me canso de admirarla dormida en mis brazos.

Puedo ver que Hanna esta más delgada y más palida de lo que jamás la había visto antes.

También puedo notar que Hanna está realmente cansada, porque después de que nos abrazamos por casi cinco minutos enteros, lentamente la atraje a mi lado

La acomodé a mi lado, aunque en un principio Hanna se resistió dándome excusas como...

"No Leo, puedo lastimarte."

"Podría quitarte alguna de tus intravenosas..."

Eso no me importa.

Hanna se quejó, pero le hice espacio a su delgado cuerpo para que ella estuviera a mi lado.

De esa forma, los dos estamos recostados en esta incomoda cama de hospital.

Aunque ahora me parece la mejor cama porque Hanna está a mi lado.

Cuando tuve a Hanna acostada en mis brazos, besé su frente y sus mejillas.

Acaricie su cabello con suavidad.

No me gusta que Hanna este tan delgada.

Aunque comprendo que no debe ser bonito para nadie estar en el hospital esperando noticias de un paciente.

Poco a poco Hanna comenzó a cerrar los ojos, vencida por el cansancio hasta que se quedó profundamente dormida.

Para mi es la gloria tenerla acostada a mi lado.

Su respiración acompasada alivia mi alma.

Mis manos recorren su cuerpo.

Puedo notar que también está mas delgada que de costumbre.

Much mas de lo que pensé que Hanna estaría, pero todo eso tiene solución cuando salga del hospital.

Los médicos entraron y nos miraron juntos.

Me preguntaron en voz baja si yo estaba bien y asentí sin hablar.

Esta táctica de no hablar es verdaderamente eficiente para hacer sentir mal a las personas.

De esta forma consigo que me den más amor y cuidados.

Al menos eso es lo que he logrado con Hanna y eso es precisamente lo que quiero.

Claro que puedo hablar, pero no quiero, al menos no en este momento, pues no tengo nada que quiera decir.

Aún estoy procesando en mi mente todo lo que escuché que Ericka y Hanna hablaron y...

M****a, el celular de Hanna suena!

No se donde lo tiene para silenciarlo.

Lo busco cerca de ella para silenciarlo y listo, Hanna lo había dejado de su lado de la cama.

Miro el identificador de llamadas y es el puto Kristoff.

Maldito alemán de m****a.

Con una gran sonrisa malvada dibujada en mis labios deslizo mi dedo para rechazar la llamada.

Como sé la clave del celular de Hanna, desbloqueo su celular para mandarle un mensaje seco y áspero mandando a la m****a ese jodido "Dios teutón" como lo llama Hanna.

Miro de nuevo mensaje y sonrio.

Lo vuelvo a leer una vez más antes de que Hanna se mueva en mis brazos como intentando despertar, por lo que acaricio su espalda para que vuelva a dormir.

Ella lo hace y vuelvo a leer el mensaje.

"Kristoff, no quiero que nos volvamos a ver."

"Sigue tu vida y seguiré la mía."

Listo.

Con ese idiota fuera de la vida de Hanna estoy decidido a que nadie más podrá tener la oportunidad de acercársele a Mi Hanna.

Ericka entra en la habitación y nos observa.

Compartimos una sonrisa complice los dos antes de que me enseñe el mensaje que le envié a ese idiota alemán.

Idiota que ya esta bloqueado en el chat de Hanna para siempre.

Ericka lo mira, tapa su boca para reírse.

Después mira a Hanna a mi lado y suspira como si fueramos lo más bonito que ha visto.

La verdad somos lo mas bonito que ella ha visto.

"Sabes que eres malvado por hacerla sufrir, verdad?"

Me cuestiona Ericka burlonamente.

Sonrío cuando escucho las palabras de mi amiga, pero no me importa.

Haré todo lo que esté a mi alcance para borrar de su memoria todo el sufrimiento que indirectamente le cause a Hanna.

Abrazo con más fuerza a Hanna, pegándola a mi cuerpo y me acurruco a su cuerpo cálido.

Ericka se acerca a mi para darme un beso en su mejilla.

Nuestra amiga sale un momento de la habitación y nos trae una frazada cálida.

Esa la frazada favorita de Hanna.

Ericka nos cubre bien para que no tengamos frío ninguno de los dos.

La frazada huele a Hanna.

Ahora toda la habitación huele a deliciosamente a Hanna.

Ambos nos quedamos dormidos felizmente en esta incomoda, pero abrigadora cama de hospital en la cual soy feliz.

Hanna es feliz y nuestra felicidad la vigila Ericka quien se ha acomodado en el sillón.

Mi amiga toma fotos de este momento de ensueño donde mi cara no puede dejar de sonreír debido a la felicidad que experimento.

Hanna a mi lado.

Para mi solo.

Sin preocuparnos por terminar tareas.

Sin prisas.

Solo somos felices los tres aquí.

***By Liliana Situ****

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