Aceptación

***HANNA***

Lentamente comencé a abrir los ojos cuando escuché más ruido en la habitación.

Por un momento no supe donde estaba, la verdad es que estaba bastante desorientada pero una mano en mi espalda y una voz familiar me tranquilizó.

"sssshhhh Hanna no te muevas demasiado o podrías lastimar a Leo."

De pronto abro por completo los ojos y veo primero una parte del vendaje de mi cabeza que se cayó de lado.

Después miro a mi lado y efectivamente, dormido bellamente Leo, mi chico está profundamente dormido.

Asiento levemente con la cabeza antes de desplazarme con lentitud para descender de la cama intentado hacer el menor ruido posible antes de ponerme de pie en el suelo.

Ed ahí donde me doy cuenta de que ni siquiera tengo zapatos en los pies.

"Oye tú, te traje ropa, cámbiate que estás hecha un desastre."

Me susurra mi amiga Ericka.

"Que hora es?"

Susurre mi pregunta aun adormilada.

Comienzo a quitarme la sudadera gris de Ericka, la cual esta muy arrugada.

"Las nueve"

Responde ella.

"Ah bueno, aún tengo tiempo para ir con..."

Ericka me interrumpe.

"Las nueve de la mañana Hanna, no las nueve de la noche."

Abro los ojos de golpe ante sus palabras.

"M****a!"

"Maldición!"

"Carajo, me lleva la puta que me parió!"

"Olvidé por completo a Kristoff!"

Pensé mientras me quito la playera sucia.

Ericka me extiende toallitas húmedas para poder limpiarme y refrescarme.

Cuando acabo, sigo pensando que excusa le dare a Kris, Ericka miró detrás de mi un segundo...

Después me dió una playera limpia y fresca que siento tan bien cuando se desliza en mi piel.

Tomé de la mano de Ericka un pantalón de yoga color oscuro junto con uno de esos nuevos boxers para dama que incluyen una faja modeladora.

Son tan buenos para mantener a raya el bajo vientre abultado!

Corrí al baño para cambiarme mientras Ericka se quedó afuera cuidando al dormido Leo.

Cuando salgo del baño, Ericka me extiende mi celular.

"Ah por cierto toma, ya no me acordaba que lo tenía yo hasta que vibró hace un segundo."

Miró el moderno aparato un momento...

"Gracias Ericka, pero..."

Mientras que guardo toda la ropa sucia en una bolsa negra de basura que encontré dentro de la mochila que Ericka había dejado en el suelo, lo primero que veo en mi celular es un mensaje de Kristoff donde solo dice "Ok."

Desbloqueo el celular y veo un mensaje, el cual obviamente no envié yo.

Lo leo una vez más.

Trato de asimilarlo.

Lo leo otra vez.

Trato de que mi cerebro procese lo que dice, pero parece que estoy muy mal debido al golpe porque no entiendo nada!

"Tú..."

"Tú enviaste este mensaje a Kristoff, Ericka?"

Cuestiono a mi amiga.

"No, fue Leo."

Responde ella tan quitada de la pena.

"Que?"

"Como sabe mi contraseña Leo?"

Interrogo muy asombrada.

"Ay Hanna, tranquilízate por favor!"

"Hasta yo me se tu contraseña."

"Es "Hanna" o no?"

Si, esa es mi clave, pero...

"Ves como es cierto?"

"No importa que no me la digas, te he visto de reojo miles de veces desbloquear tu celular."

Ericka hace menos mi molestia y asombro.

"Pero porque Leo envío ese mensaje a Kristoff?"

Volteo a ver a Leo quién sigue bellamente dormido como un bebé.

Siento en este instante una especie de consternación, preocupación y alegría combinados.

De todas formas había pensado terminar con Kristoff porque ya tenía previsto que Leo me necesitaría por largo tiempo aquí.

Y la verdad es que no quería ni dramas ni celos innecesarios.

Me gusta lo fácil y sencillo en las relaciones.

No me gustan las complicaciones a estas alturas de mi vida.

Si como no...

Ahora que medito este tema, estoy metida en este problema que yo misma ocasione por tonta.

"No se Hanna."

"Porque no le preguntas tu misma a Leo?"

Giro mi cabeza para encontrarme con Leo quién ya está bien despierto.

Además luce una bella sonrisa en su rostro, provocando que yo también sonria con él.

De pronto se me cae de nuevo la venda y harta de ella me la quito de un solo tirón, pues ya no me duele la cabeza.

Leo sigue sin hablar.

Tampoco gesticula nada para intentar comunicarse con nosotras

Solo está sentado tranquilamente mirandonos fijamente a las dos.

"Bueno, yo tengo cosas que hacer."

Dice divertida Ericka.

"De hecho tengo muchas cosas que hacer."

"Estoy atendiendo a sus clientes y espero recibir un cheque con muchos ceros este mes."

Oigo que Ericka dice esto mientras observó que Leo mira con curiosidad mis heridas.

Eso me hace tomar consciencia de que no me he maquillado ni me he cepillado el cabello, ni me he lavado la cara.

Debo lucir horrorosa!

Entro de nuevo al baño con mi cosmetiquera en mano para que esté un poco presentable.

Ericka se ríe se mi cuando me ve hacer esto.

Salgo del baño después de haberme aseado y maquillado ligeramente.

Tuve especial cuidado en ocultar con maquillaje mis heridas en la frente porque no quiero asustar o preocuparlo a Leo.

Su recuperación es vital para mi.

Antes de que me de cuenta, Ericka ya no está en la habitación de Leo quién mira el movimiento de las enfermeras en el pasillo.

Cierro la puerta para acercarme a él despacio, dejando mi cosmetiquera en una silla para ponerme a su lado.

No hay nada más lindo que tomarlo de la mano.

Lentamente sus ojos se desplazan del marco de la puerta a mi cara y me mira como si tuviera visión de rayos X algo que me pone nerviosa.

Antes de que todo esto pasara me enfrenté pocas veces a esta mirada inquisidora, tal como ahora.

Siento que este chico puede ver hasta mi alma.

La primera vez que Leo me dió esta mirada fue cuando le dije que quería que él fuera la imágen de mi pequeña empresa de perdida de peso.

Que él seria la motivación para las personas, el antes y el después.

Cuando le expliqué eso a Leo, hace ya varios años atrás, él me miró como ahora y me dijo tajantemente que él no era mercancía.

Cuando le expliqué los beneficios monetarios y de negocios, Leo relajó su mirada.

Accedió al principio de mala gana, pero después de que el mismo de fiera cuenta de que su imágen generaba muy buen dinero...

Él mismo se hizo más promoción.

La segunda vez que me miró de esta manera, fue cuando sucedió lo del hotel con Marlene.

Ese día fue uno de mucho en que Leo me enfrentó totalmente fuera de si.

Esa vez si tuve miedo de su reacción, porque nunca lo había visto tan enfadado.

Se que hice lo que hice porque quería la absoluta felicidad de Leo.

No soy perfecta!

En ese momento de mi vida, yo tenía bien claro que jamás nunca volveria a casarme.

Además, con los bastardos amantes que me conseguía, a veces me regalaban un orgasmo.

Por eso es que nunca duraba mucho tiempo con un hombre salvo algunas semanas de "felicidad.

Después de las cuales nos separabamos sin problemas y deseandonos feliz vida.

La verdad es que después del desastroso corto tiempo de matrimonio que experimenté no me quedaron ganas de volver a atarme a nadie.

No voy a mentir, tuve hombres que si me sugirieron el vivir juntos, e incluso uno de ellos se me declaro.

Rodilla en el suelo, anillo de matrimonio en la cajita y todo.

Eso fue en un restaurante donde él me llevo.

Todo muy de novela, todo muy ensayado y perfecto, pero la verdad es que no me veía al lado de ese hombre llamándolo "mi esposo."

Por ese motivo sutilmente lo rechacé.

Supe después que ese mismo hombre se lo propuso, de la misma manera que a mí, a una chica que le presente.

Ella aceptó.

De hecho me enviaron la invitación para su boda, pero la verdad es que se me hizo que era situación incomoda y no fui.

Leo sigue mirandome...

Me estará acusando mentalmente de todo lo que le sucedió?

Porque este chico de treinta, tiene el poder de haceme sentir como una m*****a niña tonta de solo quince años

Un temblor ligero, atraviesa mi cuerpo.

Preferiría que Leo me gritara a su tratamiento silencioso.

Intentó calmarme respirando profundamente.

Acomodo las sábanas y frazada en el cuerpo de Leo intentando quitarle tensión a este momento.

Leo sigue atentamente todos mis movimientos poniéndome sumamente nerviosa!

Tragó saliva antes de atreverme a preguntarle a Leo.

"Como te sientes Leo?"

"Dormiste bien?"

"No sientes mucho dolor está mañana?"

No responde nada.

"Discúlpame por haberme recostado contigo a dormir."

"Debí haber sido una enorme molestia para tu descanso que yo durmieraal estar a tu lado..."

Leo sigue sin responder.

Su gran mano enlaza mi mano.

Leo mira nuestras manos unidas un segundo antes de volver sus ojos de nuevo hacía mi cara.

Mis manos están heladas de los dedos, todo por los nervios en esta situación, pero dejo que Leo haga lo que quiera.

Es lo menos que puedo hacer.

Una enfermera entra en la habitación para dejarle una charola de comida insípida de hospital.

La chica despliega una mesita que tiene Leo a su costado.

Echemos un vistazo al menú de hoy.

Verduras insípidas hervidas al vapor.

Lastima, serían una comida nutritiva si no fiera porque saben a agua debido a que las dejaron cocer demasiado, quitándoles todos los nutrientes en el proceso.

Hoy hay gelatina roja, tal vez de cereza o fresa.

Huevo revuelto con aun poco de jamón, un pan tostado, un jugo de naranja y té de manzanilla.

Nada se me antoja, no por ahora.

Leo en ningún momento dejó de mirarme mientras que la enfermera joven estuvo con nosotros en la habitación.

De hecho parece que Leo ahora ignora por completo a ma linda chica quien se retira también en silencio.

Antes de que se vaya por completo, la enfermera le dedica una mirada a Leo pensando que él la observaria irse, pero no, por lo que ella marcha con una expresión de decepción en su rostro.

O eso creo yo.

"Quieres comer algo Leo?"

"Te dare despacio de comer en la boca si quieres."

Antes de que Leo responda, mi celular suena con una notificación.

Leo extiende su mano libre pidiendome el aparato, por lo cual se lo entrego.

Leo hábilmente sin retirar su mano de la mía, silencia mi celular y se lo guarda a su lado.

Mi celular...

Aún con su cara seria, Leo toma con calma la cucharita para tomar un poco del huevo.

Pero no se lo come él sino que me da a mi en la boca de comer para mi sorpresa.

Mastico la comida bajo la mirada escrupulosa de Leo quién después toma un mismo bocado de comida con la misma cuchara de la que comí yo antes!

"No Leo, es tu desayuno."

"Iré por mi desayuno después, además no tengo hambr."

"Iré solo por un café y regresaré..."

Leo no me permite que me vaya.

Su rostro se endurece mientras me sujeta la mano con mas fuerza indicándome silenciosamente que no tengo permitido irme.

Orden silenciosa que acato al pie de la letra.

Compartimos el desayuno.

La verdura s sabia a agua, el huevo estaba húmedo, la gelatina estaba rica.

No gracias té no tomo y menos me interesa comer el pan tostado.

Haber sido muy gorda por mucho tiempo y después, con mucho esfuerzo bajas de peso, te la vives cuidando todo lo te llevas a la boca.

Tal vez tu no te hagas una idea de como era antes, pues bien déjame describirte como era antes de mi rápida transformación.

Y cuál es mi lucha interna y externa por tener un cuerpo delgado y estilizado, por salud claro está.

Cuando cumplí mis quince años ya pesaba mas de cien kilos.

De hecho, creo eran mas de cien kilos la verdad, lo cual me hacía ver muy gorda para mi baja altura ya que mido menos de un metro con sesenta centimetros.

Soy bajita, por lo que me veía aún más gorda de lo que era.

Mi meteórica subida de p so fu debido a que me rebele contra mi madre quien era demasiado femenina, delgada y se cuidaba en el exceso.

Pero ella siempr me ignoró a mi.

Siempre he pensado que mi madre me odiaba.

O tal vez se arrepentia de haberme dado a luz, por lo que muchas de nuestras típicas peleas le gritaba que me hubiera hecho un favor al haberme abortado.

Frase que siempre terminaba con su mano estrellándose en mi mejilla.

El dolor venia después.

Tampoco nunca fui muy femenina ni use colores típicamente "femeninos."

Mi guardarropa consiste en prendas de colores que van desde el gris oscuro, el azul oscuro, algunas prendas blancas y el color negro.

Por eso cuando por fin bajé de peso decidí cuidarme para no volver a ganar morboso peso.

No fue fácil, creeme.

Muchas veces despertaba en la noche con hambre y me tomo toda mi fuerza de voluntad no darme un atracón de comida chatarra debido a mi dieta extrema.

Extrema para mi porque no comía nada deliciosamente malsano.

Todo lo que comía era muy ligero y sin grasa o azúcar, por lo que sentía que m estaba matando sola de hambre.

Además, seguía una rutina de ejercicios estricta para evitar la flacidez de mi cuerpo, pues no quiero ni deseo pisar un quirófano otra vez.

Prefiero hacer dos veces al día sesiones intensas de ejercicio en el gimnasio.

Nadar en la alberca o correr con mis perros para mantenerme en forma.

Leo aparta la mesa plegable después de que terminamos de comer y palmea su costado indicándome que me siente a su lado.

Quiero reclamarle a este chico entrometido porque se tomó la libertad de mandarle el mensaje a Kristoff.

Pero recuerdo que Leo está aquí, herido y convaleciente por mi culpa, soy la culpable, por lo que callo mi recriminación.

Pero en cuanto se mejore, Leo m escuchara.

Oh sí, lo hará, pero después, ahora no.

Me quito los zapatos deportivos anted de subir a la cama de nuevo.

Leo me hace un espacio para que me pueda recargar en su fuerte pecho.

No me agrada que Leo solo este vestido con esta fea bata de hospital azul.

Espera, ayer Leo estaba vestido con una bata verde, no?

Cuando carajos se la cambió?

Recargo ligeramente mi cabeza en su hombro, pero Leo me acomoda sobre su pecho.

Su mano busca mi mano para que la coloque sobre su pecho también.

Es tan gratificante escuchar los fuertes y constantes latidos de su corazón.

Es como música para mis oidos.

Después de escuchar y ver que el corazón de Leo dejaba de latir, si acompasado ritmo cardíaco se ha convertido en mi sonido favorito en todo el mundo.

Leo acaricia mi mano y deja escalar un suspiro largo que juro que parece de un suspiro de enamorado.

Miro sus ojos.

Leo desliza suavemente sus dedos por mi herida de la cabeza antes de darme un beso en la frent.

Después toma con su dedos mi mentón para acercarme a sus labios.

El tiempo se deti n mientras as nos miramos a los ojos.

Aunque estoy casi encima de Leo, debido a que soy muy bajita, mido menos de uno sesenta y Leo es muy alto porque mide más de uno ochenta metros...

Yo soy una enana y Leo un gigante.

Pero eso no importa, nada importa porque Leo se acerca a mis labios lentamente antes de que cierre los ojos profundizando este maravilloso beso.

Cierro los ojos también y aprieto su mano.

También aprieto, sin querer, un poco su pecho, pero recuerdo que Leo tiene mil cosas pegadas a su cuerpo por lo que intento retirar mi mano.

Leo me retiene antes de comenzar a mover sus labios contra los míos.

Hace mas de ocho meses que Leo no me besaba.

Hace mucho que no sentía estas cosquillas y mariposas en mi estómago.

Hace mucho que no sentía esta atracción innata por él.

Abre un poco mi boca y su lengua se desliza buscando la mía.

Mi traidora lengua sale a su encuentro y ambas juegan, se abrazan, se reconocen, se aman.

Suelto un suspiro en sus labios y una de sus manos toma mi mejilla para que no me aleje de este delicioso beso.

Beso que está comenzando a subir de nivel y nos está calentando poco a poco.

Es como si nos hubieran puesto sobre una estufa primero a fuego lento y de repente hubieran subido la intensidad de la flama.

Un gemido mío escapa de mi boca.

Muy tarde me arrepiento de eso

Presiono mi mano con la de Leo.

Él entrelaza nuestros dedos y siento que casi quiere comerme la boca y la cara de una vez.

Mi cerebro dice que termine el beso, que esto no está bien.

Mi cerebro grita que no debemos besarnos.

Pero mi cuerpo grita porque Leo deslice una de sus manos por toda mi piel.

Mi corazón manda callar a mi cerebro diciéndole que se desconecte, que no estamos disponibles en este momento.

Es Leo el que termina el beso y respira agitado.

Eso me preocupa por lo que me incorporo dándole espacio, pero de nuevo me atrae hacia él para me recueste a su lado.

Cuando lo hago, Leo deposita un beso en mi frente, en mis heridas y después me abraza por los hombros.

Ambos nos quedamos quietos, alucinados con ese beso.

Ahora si mi cerebro toma las riendas regañándome por ser tan fácil en brazos de este chico.

Mi cerebro también me atormenta diciéndome que puede ser que Leo está tan enojado conmigo que ha decidido vengarse de mi enamorándome y abandonándome después.

Esa idea me asusta.

Si eso llegara a suceder, me suicidaría o tal vez no.

Pero de que mataria por dentro, me mataria.

Hundiéndome en mis pensamientos sombríos me vuelvo a quedar dormida pensando que lo que Leo quiera hacer conmigo lo soportaré.

Todo.

Incluso si decide que quiere estar conmigo.

O si decide irse de mi lado.

***By Liliana Situ***

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