La chica, que había estado forcejeando con sus secuestradores, aprovechó la distracción provocada por la presencia de los otros y le dio una patada al que la sostenía en la entrepierna, haciéndolo chillar de dolor y al otro le dio un codazo por la nariz de donde enseguida comenzó a salir sangre, para luego correr hacia su hermano, momento que aprovechó Justin para dispararle con rapidez en las manos a los otros dos secuestradores.Al final, entre él y Loras, lograron desarmarlos, y los echó boca abajo mientras esperaba a las autoridades llegar.—¡Llegaron tarde! —cuestionó Amine con una expresión de molestia—, debí hacerme cargo yo sola de esos desgraciados.—¡Eres una malagradecida! —exclamó su hermano Ader, aunque la sonrisa en su rostro denotaba que estaba contenta de ver a su hermana sana y salva.Mientras Amine lo abrazaba y se aferraba a él por la emoción de verlo.—Ya estás a salvo, Amine. No volverán a hacerte daño —le prometió Ader mientras la abrazaba con fuerza—, además, te
Ader sintió como si su mundo se hubiera detenido. La posibilidad de perder a su hijo y a la mujer que amaba lo aterrorizaba. Miró a todos, buscando alguna señal de esperanza, pero lo que encontró en sus ojos era el mismo miedo que sentía él.Se aferró al teléfono con fuerza, hasta que sus nudillos se pusieron blancos, como si pudiera encontrar alguna respuesta allí.—¿Y los demás? —preguntó Loras con preocupación.—No tenemos información precisa, señor Loras. La policía, junto con el cuerpo de bomberos, está investigando en este momento, pero por lo que sabemos, hay algunas personas heridas y otros muertos —respondió el hombre del otro lado de la línea.Ader sintió una rabia intensa, miedo y al mismo tiempo una impotencia que lo paralizaba. ¿Quién podría haber provocado algo así? Necesitaba regresar a Los Ángeles de inmediato y averiguarlo.—Tengo que ir —dijo con determinación—. Debo averiguar qué pasó y si mi hijo y Aimé están bien —articuló con un hilo de voz.—Nosotros te acompaña
Ante las palabras de su padre, Ader quedó en shock al escuchar su confesión. La magnitud de la traición y las acciones que cometió en su contra le causaron un gran dolor, lo abrumaron. No pudo evitar el torbellino de emociones, entre la preocupación por su hijo y Aimé, la rabia hacia Youssef, los Bellomo, y ahora la confesión de su padre.—Padre, ¿cómo pudiste? —susurró Ader, luchando por contener la avalancha de emociones que lo embargaba.Su padre lo miró con ojos llenos de tristeza y remordimiento.—Lo sé, Ader. Fui egoísta… pero es que pensé que ella no era mujer para ti, quería una mejor… alguien de tu nivel, no una chica sin familia, sin dinero, que no era digna de ti.—Ella era la mujer perfecta para mí, la mujer que amaba y me hacía feliz, con la que quería compartir el resto de mi vida, ¡¿Cómo pudiste separamos?! ¿Y hacerme creer que me había sido infiel? —inquirió controlando las ganas de sacudirlo y recriminarle lo que hizo—, me destruiste, me volviste un hombre amargado,
Las palabras del anciano, dejaron sorprendido a los tres recién llegados, sus rostros palidecieron, parecían desconcertados mientras se miraban uno a otro, sin poder creer lo que estaba pasando.Por un momento pensaron que era mentira lo que estaba diciendo el anciano, no podían creer que ellos habían esperado ese momento, para despojar a Justin de la herencia, y ahora resulta que la nueva esposa de su sobrino era la nieta de Aníbal Moreau.—¡Eso no puede ser cierto! —exclamó con una voz chillona y sin poder contener su incredulidad—, están mintiendo y lo hacen para que Justin se quede con el control de la empresa armamentista, pero no lo vamos a permitir.—¿Qué estás insinuando ¿Me estás llamando mentiroso a mí? —comenzó a decir el anciano con una expresión de seriedad en su cara—. Lo lamento por ustedes, pero para su desgracia y fortuna de Justin, la chica que lo salvó, cuando ustedes conspiraron para matarlo y de la cual se enamoró casualmente, resultó ser mi nieta, la misma chica
Justin observó todo el acontecimiento sin soltar a su esposa que se aferraba a su brazo como un naufragó a un salvavidas, mientras le acariciaba con suavidad su mano.—Discúlpame todo esto, mi amor, no hubiese querido que el día de nuestra boda estuviera nublado, por tanto escándalo —expresó Justin con preocupación.Emma solo sonrió con ternura.—Créeme cuando te digo que este día lo recordaré no solo porque fue el momento de unir nuestras vidas, sino porque al fin los culpables de la muerte de mi madre van a apagar todo lo que hicieron y ya no quedaran impunes —declaró con sinceridad.—Y te juro que no saldrán ileso de todo, la justicia se encargará que de todos los involucrados en estas actividades ilegales paguen. Los archivos con las pruebas serán entregados a las autoridades pertinentes. ¿Sabes? Por un momento temí que tú me odiaras porque uno de mis tíos estaba involucrado en la muerte de tu madre —expresó Justin con pesar.—No, no tienes la culpa de lo que ocurrió, el único res
Aimé con el dinero que tenía su hijo, arrendó una habitación en un modesto hotel, solo por esa noche, porque al día siguiente tenía que solucionar su situación.Mando a bañar a Harrison y luego lo hizo ella, después, cenaron solo un pan, porque no tenía nada más, pero el niño ni siquiera se quejó, sonreía feliz como si ese fuera el mejor manjar que había probado en su vida.—Este pan es muy rico, mami, más que cualquier plato exquisito que haya probado antes, porque lo estamos compartiendo tú y yo, y estamos llenos de amor, porque estamos juntos —expresó con una radiante sonrisa que le hizo recordar al antiguo Ader.Ella contuvo las lágrimas que amenazaban con salirse de sus ojos, porque se sintió conmovido con su hijo, pensando que su optimismo era insuperable, y eso le llenaba de orgullo, rogó al cielo porque su hijo siempre tuviera la misma actitud ante la vida y que siempre mantuviera su corazón sano.Tratando de simular que se había sentido perturbada por sus palabras, y procuran
Aimé no podía creer lo que estaba escuchando. Durante años, había soñado con escuchar esas palabras de boca de Ader, pero nunca pensó que realmente las pronunciaría. Por un momento se quedó sin habla, todas las emociones que nunca había dejado salir estaban burbujeando en su interior. Ader la había lastimado profundamente cuando la despreció, y la mandó a echar de la casa sin escuchar su versión de los hechos, pero nunca había dejado de amarlo. Ahora, verlo allí arrodillado, pidiéndole perdón de manera tan sincera, le hacía sentir una mezcla de dolor y esperanza. El corazón le latía con fuerza y las lágrimas caían por su rostro. Harrison también estaba conmovido por la escena, sin saber qué hacer o decir.Después de un largo silencio, Aimé finalmente habló: —No sé qué decir, Ader. Me hiciste tanto daño, me causó tanto dolor tu desprecioHarrison, por su parte, estaba sorprendido, no entendía del todo. Se acercó a su madre y le puso una mano en el hombro. Ella lo miró y luego volvió
Asustada Aimé iba a levantarse, pero Ader no la dejó ir, la giró dejándola debajo de él, la abrazó apretándola con fuerza. —No huyas de mí, por favor —le susurró al oído con voz ronca, ella sintió su cuerpo estremecerse con una especie de corriente eléctrica. —Yo… no quiero…—susurró con voz entrecortada.Él tomó su rostro y se quedó viéndolo fijamente como si estuviera tratando de comprobar la veracidad de sus palabras, Aimé se sintió nerviosa quiso bajar su mirada, pero él no lo permitió.—Dime que no te importo, que ni siquiera te gusto y me alejo de ti —pronunció, mirándola fijamente a los ojos.Aimé, lo observó fijamente, ella se perdió en esos ojos azules tan intensos como el océano y en ese momento supo que no podía mentirle. Ader era el hombre que había amado siempre, y nunca había podido olvidar.En las noches de angustia cuando los abusos de Youssef eran insoportables, cerraba los ojos y pensaba en los momentos felices con Ader, y solo así podía soportar que la tocara, qu