Al caer la tarde Achecar y Charlotte habrían vuelto a Breñas; una situación que pondría nerviosa a está última.—¿Cómo te sientes?—Es bastante obvio ¿no?—Eso lo veo, pero no tendrías que estarlo.—Lo dices como si nada, a pasado bastante que no se cómo lo tomarán, ¿y si me odian por darme su amistad? Y yo los olvide.—Ya te dije, conocen la actitud de tu padre, créeme que les alegrará verte.Tras decir esto Achecar tomo su mano, haciendo que ella la apretara y, dando un respiro entraron en el lugar. Este se encontraba muy tranquilo para esa hora. Al acercarse más, Ana los encontró.—Vaya, buena hora la que te apareces—dijo Ana a Achecar al tiempo que dejaba un cesto con ropa sobre la mesa.—No ha pasado tanto.—Unas semanas, son semanas, en especial cuando una ya esta vieja—, volteo a ver Charlotte y se asombro por tenerla cerca—, pero mira nada más si es la señorita, luces espantada.—Eh, no, es que...—Te preocupaba nuestro actuar, por no venir en mucho tiempo.Charlotte solo bajo
A la mañana siguiente, Charlotte se levantó temprano, tras estirarse, noto que Ana estaba en el cuarto, mirándola con una mirada fija acompañada de una sonrisa burlona.—¡Señora!—dijo Charlotte al momento que se ponía roja de vergüenza y se escondía con la cobija—, le juro que... —No tienes que decir nada señorita, conozco su relación, fue muy duro para ustedes separarse. Tal vez algo más que una amistad a empezado a emanar desde aquí. Esto último lo dijo tocando su pecho y la dejó sola. En el silencio del cuarto, Charlotte sintió como su corazón latía y, recordó aquellas veces en la que jugaba con la idea de que serían esposos. Parecía un juego de niños o quizá nunca lo fue. Se arregló y bajo para empezar a prepárarse para ir a ver a Alfredad, pero encontró a Achecar quien por casualidad se topo con Gigar. —¡Ay no! Dime que no es cierto.—Relájate no me quedare por mucho, además no pienso hacer un caos por aquí.—Ah, que alivio, desde que te hiciste más poderoso, uno no esta tan tr
»En tiempos antiguos, cuando el hombre era joven y todavía predominaba la ignorancia sobre la magia, que fluía por el mundo, dándole forma a la vida de diferentes formas y estilos. Cuando las cosas se acomodaron, las personas fundaron sus naciones y, de estos conflictos existió un grupo de hombres que sirvieron de guías y apoyo. Hombres que fueron venerados como dioses. Los dioses actuales. Trajeron orden y paz a un mundo lleno de caos y desorden. He aquí entonces que así como unos disfrutaron del orden, otros atesoraron el caos, gente que adoro subyugar a otros. Sin embargo, de entre estos nació un hombre, cuyo poder aludio a una magia rara, capaz de engullir y desbordar otras, cosa que parecía imparable, arrasó con ciudades enteras y países. Su imagen a la luz del día y la noche le hacía ver un Draconse: un monstruo de enormes fauces que engullía a todos en el terror, se extendió por el mundo y abarcó por gran tiempo. Pero toda fuerza de destrucción, tiene su oposición, los cinco sal
Como una melodía que armonizaba el ambiente, Achecar se vio caminando en la orilla del mar, viendo las olas surcar la arena.—¿Qué haces hijo?—preguntó su padre.—Mañana partiremos de nuevo.—Temes no volver a casa.—Sí.—Sabes, siempre que iba a la mar, miraba a la orilla y veía a tu madre despedirse de mi, sabía que tenía que volver, porque me esperaba.—¿Y ahora?—Ella me sigue esperando. Te seguimos esperando. Porque a donde fuiste, te destruirán.Achecar se levanto de golpe, y recordó el porque no dormía tan a menudo. Se levantó y miro su mano, recordó que en Ming-son los incompletos perdían todo por se considerados inútiles, algunos vagaban por días hasta morir de fatiga y hambre, y otros se quitaban la vida, esa idea lo atormentaba y desagradaba, se sentía culpable y triste. Pero no se atrevía a expresar tales sentimientos, nisiquiera con Charlotte.Al amanecer, Charlotte se levanto, aunque se sentía algo cansada. Y un sentimiento extraño, siendo una mezcla rara de tristeza y al
Achecar llegaba a la base de Sanber. Donde Astar lo estaba esperando sentado sobre una silla mesedora, cosiendo una manta con una figura similar a una flama, y tomando su bebida favorita.—¿Cómo te fue con el rey?—preguntó al tiempo que hacía un alarido de alegría—, ¡está cosa está riquisima!—Si usted lo dice. Con respecto a lo primero, bien, a decir verdad. Llegamos a un buen acuerdo, por ahora debo ir a ver a un amigo. —Un amigo, ¿qué te traes entre manos? —Ayudar a mis compañeros en está guerra que se viene. —Ah sí, ¿y cómo nos ayudará tu compañero? —Entrenandolos. —Eso es lo que vienes haciendo ¿no?—No como debería ser. ¿Y Charlotte? —Fue a Galvidan por el resto de sus cosas, además ira a otro lado después. —Ya veo—contesto Achecar con cierta preocupación. —No debes alterarte por eso. El mundo no es tan malo como crees, pese a las experiencias desagradables que has tenido estos días. —Por eso estoy intranquilo. Mientras tanto, Charlotte estaba por llegar a Galvidan. Fue
Mientras esperaba en la entrada de la casa de Doroty. Charlotte sentía como algunos la miraban con cierto desagrado y otros la saludaban con el respeto que se merece. A su vez, escuchaba ciertos rumores que la incomodaban, paso de ellos y Elisa:la criada de Doroty le abrió tras la espera disculpándose, Charlotte le pidió que no se lo pidiera y entro a la casa. El proposito de está visita era clara, investigar quién era el que propagaba los rumores, además de entender cómo era la vista de los miembros de su clase. Aunque la respuesta de Doroty no es la que esperaba.—Perdoname, pero no puedo ayudarte.—¡De que hablas! Con tu magia podrías estar en cualquier lugar.—Sí, pero alguien contrato a un hechicero que efectuó un hechizo bastante poderoso para impedirme entrar en ciertas zonas, agrega que papá se enteró de mi acercamiento con ustedes y los plebeyos, me retiro de los circulos sociales y los negocios más importantes.—Tanto así—dijo Charlotte cabizbaja.—Por suerte no me desheredo,
La mañana era serena, los pajarillos volaban: una especie diminuta que no se diferenciaba de canarios, solo que solían contar con colores vibrantes y cambiantes. Por su parte, Achecar junto a sus compañeros se preparaban para iniciar su dichoso entrenamiento acostumbrados a verlo como una persona la mayor parte del tiempo seguro, el verlo con una expresión de duda les parecía raro pero no injustificado. El lugar seleccionado era una zona aislada; un pequeño valle a unos dos kilómetros fuera de la ciudad, con grandes piedras en un lado como si fueran gradas de unos cinco a diez metros. No había mucha flora ni fauna, aunque se pudo ver a un bison tomando agua en un pequeño lago artificial: alimentado por un acueducto cada dos o tres días, generalmente usado para pesca recreativa y proveer de agua al gando de esas zonas. Al llegar notarón que miembros de otras legiones estaban presentes, debido a que Astar les comunicó al resto de capitanes sobre esta propuesta, aunque algunos declinar
El cuarto era bastante cómodo, para estar dentro de la base de Sanber, ya que estaba amueblado, con sillones alcochonados y una mesa de centro, además estaba alejada de la sala principal, donde los otros huespedes solían convivir y por lo general eran algo escandalosos.—Mañana será un día pesado—dijo Krinyar al tiempo que se acomodaba en uno de los sillones estirando su cuerpo.—Ni que lo digas, aunque con lo mostrado, creo que no seré de mucha utilidad—dijo Hectar quien estuvo ausente de los eventos anteriores, viendo en silencio.—¿Qué estas diciendo?—dijo Krinyar al tiempo que se incorporaba—, si no fuera por ti nunca hubiera alcanzado lo que he hecho.—Es enserio eso, ¿usted como supo sobre la adición?—preguntó Evangeline bastante intrigada.—He no, simplemente fue una coincidencia. —Podría contarnos—dijo Evangeline.—Bueno. Los tiempos de Bartolomé Tercero eran problemáticos, en especial para nosotros. El desempleo era algo habitual y, los trabajos fijos no eran muy bien remuner