No puedo entender como puede ser posible que yo me oriné cuando el control de mis esfínteres lo aprendí siendo una niña. Sin embargo, aunque eso es importante, no creo que sea tanto como lo que estoy aceptando cuando debería odiar al hombre que acaba de confesarme que solo muerta voy a librarme de él.
‘Esto es vergonzoso.’ Me digo mentalmente mientras cubro mi rostro completamente agotada.Con vergüenza espero el olor a orina y las recriminaciones de Arnold, pero, ese olor no llega y las quejas de Arnold son reemplazadas por risas mientras retoma sus ataques salvajes que no me ayudan en lo absoluto.— Parece que no quieres estar conmigo, Eva. Pero, no es así.— Claro que no deseo estar contigo, ¿acaso tanto sexo te ha hecho olvidar que estoy aquí en contra de mi voluntad?— Si no te gusta el hotel puedes decirme, lo cambiaremos ahora mismo para que no estes en cArnold es un buen maestro, me explica detalladamente que significa un squirt y como pudo causarme este sin yo poder notarlo, es por eso, que me lleva a la habitación donde mientras me limpia y besa, me explica todo a la perfección.El problema es que mientras lo hace toca de más y por eso terminamos en un sexo lento y extasiante que nos obliga a comer después de tanto desgaste. Ni siquiera sé cuántos orgasmos he tenido— Si seguimos así vamos a morir por el agotamiento.— Puedes decirme si quieres parar, yo te dejaré descansar. — dice Arnold.— ¿Acaso no te cansas? — pregunto confundida.— ¿Quieres que te responda porque no me canso?— La práctica hace al maestro, ¿no es así? — pregunto y él suspira profundo.— Si no quieres saber la respuesta, lo mejor es que no preguntes. — dice Arnold
Las horas pasan y al final, salimos de la habitación, aunque estoy que pido una silla de ruedas porque me duele caminar, no me arrepiento de todos los juegos y las escenas de sexo que tuvimos.— Podemos quedarnos en la habitación, no hay ningún problema para mí. — dice Arnold.— No podemos quedarnos en esa habitación todo el día.— Solo hemos dormido cuatro horas o menos.— Eso es tu culpa, comenzaste con la Nutella por mi cuerpo para lamerla.— Si solo hubiese sido eso, habríamos dormido más. Pero, tú también lamiste mi cuerpo, en especial, mi entrepierna. — dice Arnold y yo me ruborizo porque hemos salido del ascensor y no quiero que escuchen nuestras perversiones.‘Actuamos como todos unos ninfómanos, ¿acaso estamos en la adolescencia donde experimentamos por primera vez los placeres que causa tener sexo?’ me pregu
Mi cerebro queda procesando la información que acaba de darme, porque con todo lo que me ha dicho de su vida sin algo gentil de lo que aferrarse, me sorprende que haya podido aprender un deporte que es lo opuesto a su mundo violento.Pero la destreza con la que se mueve, hace que solo pueda aplaudir, porque aunque no sé de patinaje artístico, sin duda, sus vueltas y todos esos movimientos deben clasificar para ganar el primer lugar en cualquier competencia en la que participe.‘Este hombre no deja de sorprenderme.’ Me digo mentalmente.— Ven aquí, patina conmigo.— Te ves bien desde lejos, yo me quedaré aquí, no te preocupes. — digo sonriéndole.— ¿Cómo que te quedarás ahí? No quiero que estes lejos, si te he traído aquí es para que patinemos juntos.— No voy a hacer el ridículo aquí, además, no tengo
Debo reconocerlo, aunque cada movimiento que hago me causa mucho temor, al punto que mi corazón se acelera mucho anunciando que en cualquier momento podría salirse, la realidad es que estoy disfrutando de las atenciones de Arnold.Él es cuidadoso, me enseña como todo un profesional, como deslizarme y si tropiezo, su mano firme me impide caerme y eso me hace sentir más tranquila. Por eso, miro hacia el hombre que toma en serio esta clase de patinaje y me imagino a un niño sonriente haciendo lo que ama.— ¿Por qué renunciaste a algo que amas y haces tan bien?— Tuve cosas de las que hacerme cargo desde pequeño, por eso, tuve que dejar de lado todo esto y ocuparme de madurar sin poder disfrutar de lo que me gusta.— Eso no suena bien.— Sigo patinando, no todo es trabajo, yo suelo patinar para despejar mi mente, cuando estoy frustrado, vengo a una pista de patinaje y disfruto
Como lo ha dicho, Arnold me ayuda a ir hasta la mesa destinada para nosotros, donde me siento y es él quien me quita los patines mientras los chicos se organizan para darle su regalo de cumpleaños.Aunque los chicos le dicen muchas palabras de felicitaciones, bendiciones y agradecimientos, él muestra más interés en mí, porque incluso, mientras ellos hablan él corta el pavo e intenta dármela en la boca como hizo más temprano.— Yo puedo hacerlo sola, concéntrate en los chicos. — pido sintiéndome avergonzada porque los chicos se han esforzado en esto.— Está bien, si eso es lo que quieres, te lo daré. — dice Arnold mirando a los hombres que tiemblan un poco mientras le entrega el regalo.Incluso, hablan tan rápido que me cuesta entender las anteriores oraciones cuando ya están terminando las nuevas, pero, Arnold parece complacido, es como
Apenas estoy lidiando con un loco que me ha secuestrado porque me quiere para él y ahora aparece una novia, prometida o ex de Arnold que viene a matarme. Quería liberarme de un loco y ahora soy el objetivo de dos.‘Ahora comprendo porque me disparó a mí primero.’ Me digo mentalmente.El miedo me invade, no sé cómo actuar en este tipo de situaciones donde evidentemente no tengo experiencia suficiente y no quiero tenerla.— Una boda…— No le escuches, ella está completamente loca. — dice Arnold.— Loca… ¿no crees que está diciendo la verdad? — pregunto curiosa.— Eva, ¿vas a causar una escena de celos cuando estamos en medio de un enfrentamiento? — pregunta Arnold y yo me siento avergonzada por actuar de forma inmadura cuando en lo que debería concentrarme es en sobrevivir a esto.— No puedes dejarme s
Ahora comprendo cómo se sienten las moscas cuando caen en la telaraña; no hay salida. Nuevamente, hago algo que me mete en problemas, porque si nos hubiésemos quedado en el hotel, quizás esto no habría pasado.‘No, sería peor. Encontrarnos en un hotel, la habría hecho enojar.’ Me digo mentalmente.— ¿Cómo podremos marcharnos? Ni siquiera con lo hábil que es Arnold ha podido detener a esa desquiciada mujer. — pregunto preocupada.— Señora Krick, confíe en el señor y…— ¡¿Cómo puedo confiar si gracias a él estoy en estos problemas?! — grito y de inmediato comienzan a disparar en nuestra dirección, justo donde el hombre negro iba a llevarme.Marcus, cubre mi boca y me observa con enojo, es evidente que mi ataque de pánico demostrado con los gritos ha hecho que todos conozcan nuestra
La mujer que había visto hace poco porque me disparó desde afuera del edificio, me observa sonriente mientras yo siento que en cualquier momento moriré y no hay que pueda salvarme.‘Arnold, te salvé de la muerte, ¿Por qué no haces lo mismo cuando tú has causado que esté en esta situación.’ Me digo mentalmente.No sé qué decir y que ella no me vea como una mujer hipócrita, porque me vio cenando con su prometido en una mesa donde no había alguien más justamente el día de su cumpleaños.— Shelvy, ¿Cómo estás?— Vaya, eres tonta o muy osada para llamarme como si fuéramos cercanas.— Lo siento si te he ofendido, pero, no sé su apellido y si quiere que la llame señorita, señora o de alguna otra forma. — digo angustiada.— Puedes llamarme señora Krick, a