8. Desaparecida

Jarek se recuperó bien de sus heridas pero su orgullo quedó tocado, no aceptaba que su marca no la hubiera hecho realmente él.

Estaba claro que estaban unidos eso no lo podía negar, pero se sentía frustrado ya que hubiera deseado realizar esa acción por si mismo y no solo por la magia de Diana.

Habían pasado varias semanas desde el enfrentamiento con el demonio, y no habían vuelto a tener noticias de él por lo que pensaban que estaría tramando algo escondido en lo más profundo del mundo.

Ese día decidió enfrentar a la pequeña loba y aclarar las cosas de una vez por todas.

Le había enviado un mensaje con el móvil y la había citado en la plaza de la manada a las doce en punto.

Desde allí irían a comer a su casa, desde hacía poco se había mudado solo, con la esperanza de que Diana quisiera compartir su vida con él.

Así que lo tenía todo preparado y estaba seguro de que nada podría salir mal.

Una vez terminaron los entrenamientos, se dirigió directo hasta su casa. Tomo una ducha
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