Martha—¿Es buen amigo? —me cuestioné en voz alta cambiando el tema, no creo que sea buena idea irse por esos caminos.—Lo es, muy fiel, es buen consejero y algo tonto, pero es bueno en su trabajo— una sonrisa rápida apareció en sus labios.—¿Cuál es su trabajo? — dude arrugando el ceño—Mantenerme vivo—respondió con una pequeña sonrisa.—He de suponer que eso es un trabajo muy difícil —le seguí la broma sin saber por qué.—Lo es, siempre es difícil— me trato menos afilado que otras veces.—Pobre chico, espero le paguen bien— agregué.—Le pagó muy bien, aparte de que le gusta salvarme el culo de vez en cuando— río por su chiste y le seguí.—¡Ah! Que cosas — nos vimos a los ojos unos momentos más sin decir nada —¿Cómo entraste?—Pagué— se encogió de hombros —es más sencillo que seguir todo el protocolo.—No te gusta seguir las reglas —adivine.—No mucho, la verdad— confesó— nací haciendo yo las reglas, escuchando que nadie podía detenerme.—Pensé que no te vería más, no habías dado señ
GIOMe largué del hospital para no seguir discutiendo con malagradecidas como ella, hace no mucho tiempo atrás le hubiera dado tres tiros y lanzado al río, pero por algún motivo que ignoro no lo hice.—Bueno... ¿Y cómo está? — me pregunta mi viejo amigo cuando llevaba más de veinte minutos en el auto sin decir una palabra —¿murió y por eso estas así?Me negué a contestar, en cambio manejé más rápido, aunque el carro era de él, no lo dejé manejar, llegué de nuevo al complejo de Wonderland, salí del carro mucho antes de que se detuviera dejando las llaves pegadas al encendido y bajé al sótano. Caminé para botar mi estrés, pero no funcionó, entre en una puerta de acero con código que cambiaba cada 24 horas, tenía un pasillo mal iluminado, las luces titilaban anunciando lo viejas que era y me negaba a cambiarlas le daba al pasillo un ambiente lúgubre, llegué a una pequeña habitación y me quité el saco y enrolle mis mangas, me encontré en un camastro cara a cara con el hombre que había int
GIOAl menos pude solucionar de última hora el problema con los mexicanos, sé que el Shakal tenía sus seguidores, pero no tantos como su hermano mayor Pedro quien era el heredero legítimo de la Mano Negra, una vez pude dar con el paradero de Pedro, Ovidio no tenía vida dentro de la Mano Negra.Cuando retornamos a la ciudad, Filippo me dejó en mi casa como se lo pedí, pero solo para cambiarme.—Si sabes que vendré por ti en unas horas ¿no? —me recuerda.—No te dejaré entrar... No me jodas más— espete esperando que eso lo hiciera desistir, pero soñar no cuesta nada.—Si no estás listo para cuando llegue, llamaré a la Nonna y le contaré que suspiras por una americana— me amenaza.—Sabes que es mentira —replique rápidamente.—Lo único que yo sé, es que no sé nada— alzó las manos con las Palmas arriba en un gesto cómico.—Stronzo —me di media vuelta y me metí en casa.Lo escuchaba pitar y vitorear desde afuera mientras yo cruzaba el living y subía las escaleras, la Nonna salía de su habita
Pero no fue así, no me sentí bien cuando me bajo mis jeans y la vi meter mi trozo de carne en su boca para darme placer, mi cuerpo reaccionó, pero no sé sintió bien, mi mente estaba en otro lado, así que ella hacía todo mientras yo pensaba en la reunión que viene en 3 días, estoy seguro de que Pedro me va a cumplir con lo que necesito.Unos ojos grises vinieron a mi mente y sentí mi corazón latir más fuerte, me gustaba como me retaba, no le daba miedo pelear con el Capo de la mafia italiana, dueño de medio mundo y podía disfrutar de eso.Sentí que eyaculé dentro de la boca voluptuosa de la mujer, pero no sentí la satisfacción que viene con eso, me subí los jeans y puse mis manos detrás de mi cabeza.—Ahora lárgate —gruñí de mal humor.Lo dije con tal tono de voz que no daba derecho a réplica así que tomó su vestido, sus tacones y salió así mismo desnuda para vestirse o irse, no sé muy bien.Le escribí a Amato para que viniera a buscarme y me respondió en menos de dos minutos con un “o
GIOLos tres días de espera ya pasaron y fue rápido, pero mi humor no mejoró. Tenía alguna feromona que atraían gente estúpida que me hacían enojar cada vez más.—¡Esto es una maldita porquería! —lancé el plato de comida a los pies de la mujer que me lo traía— es que no saben hacer nada bien.La vi temblar de pies a cabeza, trago grueso y antes de que se pusiera con sus excusas me fui a casa, la Nonna me cocina mejor.—¡Nonna! —llamé cuando entré por la puerta principal —Nonna.Salió de la cocina con un perfecto peinado, maquillaje suave y un vestido negro, se secaba las manos con un paño de tela de la cocina y me miraba extrañada, usualmente no vengo por estos lados a esta hora.—¿Quieres comer? —preguntó lentamente adivinando mi estado de ánimo.La Nonna sabía leerme bien y normalmente nunca se quejaba, asentí una vez y me fui a sala por un trago.—¿Todo bien? —preguntó la Nonna trayéndome un bourbon antes de poder servirlo por mí mismo.Le acepté el trago y asentí de nuevo con la c
GIOLas mujeres que contraté a mis hombres seguían disfrutando sin parar en varias posiciones, me quedé viéndolos un rato y tuve una molesta erección ya que no tenía quien la atendiera, la pelirroja parecía estar a punto de desmayarse en cualquier momento y no sé cómo tratar con ella, así que la tomé de la mano y subí con ella las escaleras para guiar.—¿Has hecho esto antes? —le pregunté a la linda muchacha.—Sí —respondió honestamente y eso me gustó.—¿Por qué tan nerviosa? —pregunté viéndola desde mi altura.—Me dijeron que es un importante narco —tembló cuando lo dijo.—¿Y eso qué? Ustedes aquí en México tienen a la mano Negra y muchos otros más ¿no? —le dije viéndola a los ojos.—No trato con ellos, mis amigas sí— fue honesta y señaló a la puerta.—¿Tú qué haces? —pregunté curioso.—Trato de no mezclarme con ellos, se obsesionan y te obligan a ser su mujer, necesito el dinero para mantener a mi familia, pero no quiero aparecer muerta en cualquier acantilado— fue honesta.—Quítate
41 GioPoco tiempo después entró la Nonna con el botiquín de primeros auxilios en la mano.—Siéntate — hice caso porque no veía porque no hacerlo —tu amigo y socio tiene razón. Ya no eres tú desde que conociste a esa mujer.No dije nada y sentí el alcohol escocer, hice una mueca, pero no me quejé, no sabía que decirles.—Me envió una carta —dejé caer mis hombros —no me tiene miedo.— ¿Y te gusta que no tema quién eres? —indaga la nonna.Me encogí de hombros — en parte — defiende en lo que cree con uñas y dientes y me pregunto...Calle la pregunta antes de que fuera demasiado tarde.—¿Siente ella lo mismo por ti? —me hace la pregunta que no me gusta mucho que digamos, pero es mi nonna.—No creo, aún llora por su esposo— gruñí de mal humor de nuevo.—Nadie pone cuántos días debes llorar a alguien y menos si es el culpable de que esté metida allí— aconseja la nonna algo que comienza a tener sentido en mi mente.—Ella no sabe está vivo— comenté.—¿Por qué no le dices? —indaga la nonna.—A
MarthaOtra semana pasó y ya yo estaba de alta por el médico de la cárcel, caminaba lento y a veces me dolía, pero estaba sanando bien, ese día llame a mi Diego, estaba ansiosa por saber de mi bebé.—Hola... — contestó mi amiga un tanto dudosa y la corté emocionada por escucharla.Últimamente no contestaba mis llamadas, no sabía que horario tendría ahora para hablar con Diego—Amiga... ¿cómo están? —suspiré de alivio al escuchar su voz, tenía muchos días sin saber de Diego —gracias al cielo que contestas —escuché su risita al otro lado que por algún motivo me irritó.—Acabo de llegar a casa, estoy despidiendo a la niñera, espera un momento, amiga —escuché que estaba hablando como amortiguando el auricular de su teléfono—gracias por venir, Beatriz nos vemos mañana.—¿Cómo está Diego? —pregunté en cuanto se quedó callada —¿pregunta por mí?—Pregunta por ti, pero que le dijeras que estabas de viaje trabajando me facilita el trabajo sobre alguna excusa que inventarme —habla apenada —le di