Capítulo 304
De repente se puso tan atrevida... Lorenzo sintió la suavidad de sus labios.

En la oscuridad, Lorenzo abrió los ojos de golpe y bajó la mirada hacia la mujer entre sus brazos, apretando con fuerza su cintura.

—Celeste, ¿sabes lo que estás haciendo?

En la penumbra, Celeste no podía ver los rasgos del hombre, pero podía sentir su intensa mirada; Celeste no supo cómo responderle, se mordió el labio y de pronto se giró, sentándose a horcajadas sobre él.

Lorenzo no se lo esperaba, por un momento se quedó algo aturdido. Su respiración se aceleró un poco:

—Celeste...

Antes de que pudiera terminar, las suaves manos de la joven agarraron el cuello de su bata y lo abrieron, esos labios suaves recorrieron su pecho ligeramente frío.

Ella solía ser muy reservada en estos asuntos, esta iniciativa lo tomó por sorpresa.

Lorenzo se tensó por completo, sus dedos huesudos se aferraron con fuerza a las sábanas, las venas de sus manos se marcaban y su pecho subía y bajaba agitado.

Luego, ella lo besó una
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