Capítulo 311
Él no iba a dejar que a la mujer que le gustaba se quedara a su lado. Antes, Lorenzo ya le había advertido que no se enamorara de él.

—Te estoy hablando, ¿en qué onda andas?

Al ver que ella no decía nada, el tono de Lorenzo se volvió aún más gélida mientras extendía la mano y le picaba la frente sin mucha delicadeza.

—¿Eh? ¿Qué pedo? —Celeste volvió en sí.

Lorenzo tenía el ceño fruncido, la observaban con sus ojos negros gélidos y afilados.

—Celeste, ¿qué te pasa? Desde que viste al psicólogo, ¿por qué siempre andas en las nubes?

Ya no era la primera vez que la veía divagar frente a él, antes ella no era así.

Celeste se desconcertó un poco y sonrió con vergüenza:

—¿De veras? No, no puede ser.

—¿Ese doctor te hizo algo en el cerebro? —sospechó Lorenzo y la miró fijamente.

Pues, Celeste no sabía si se estaba preocupando por ella o la estaba regañando...

De repente, Lorenzo sacó su teléfono para hacer una llamada, pero Celeste se apresuró a detenerlo:

—¿A quién le vas a hablar?

—¡Voy a h
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