Él no iba a dejar que a la mujer que le gustaba se quedara a su lado. Antes, Lorenzo ya le había advertido que no se enamorara de él.—Te estoy hablando, ¿en qué onda andas?Al ver que ella no decía nada, el tono de Lorenzo se volvió aún más gélida mientras extendía la mano y le picaba la frente sin mucha delicadeza.—¿Eh? ¿Qué pedo? —Celeste volvió en sí.Lorenzo tenía el ceño fruncido, la observaban con sus ojos negros gélidos y afilados.—Celeste, ¿qué te pasa? Desde que viste al psicólogo, ¿por qué siempre andas en las nubes?Ya no era la primera vez que la veía divagar frente a él, antes ella no era así.Celeste se desconcertó un poco y sonrió con vergüenza: —¿De veras? No, no puede ser.—¿Ese doctor te hizo algo en el cerebro? —sospechó Lorenzo y la miró fijamente.Pues, Celeste no sabía si se estaba preocupando por ella o la estaba regañando...De repente, Lorenzo sacó su teléfono para hacer una llamada, pero Celeste se apresuró a detenerlo:—¿A quién le vas a hablar?—¡Voy a h
Celeste se quedó sin palabras. —Solo quiero devolverle ese collar, después de todo es algo tan caro, no puedo aceptarlo.—¿Cuánto cuesta?—Creo que más de setecientos mil.Ella había visto vagamente el precio en la etiqueta.—Yo me encargo de este asunto, ¡no vuelvas a tener contacto con ella!La voz helada de Lorenzo no tenía ni una pizca de calidez.En realidad, Celeste tampoco quería tener mucho contacto con Nadia, por lo que asintió suavemente: —Está bien.El semblante de Lorenzo se suavizó un poco, sus ojos profundos recorrieron el cuello de ella y frunció el ceño, diciendo en tono frío: —Tu cuello tiene el collar que ella te dio, ¡ve a bañarte!—Me bañaré más tarde...—No, ¡ahora mismo! ¡Yo te ayudo!Lorenzo estiró la mano para quitarle la ropa, como si no pudiera tolerar ni un segundo más.Celeste, por supuesto, no quería hacerlo, intentó resistir empujándolo: —Ahora no quiero bañarme, Lorenzo... Me bañaré yo sola, no quiero que me ayudes...Si su mano tocaba lo que había to
Lorenzo no tenía interés en charlar con ella: —¡Ella y tú no están en el mismo barco! ¡Mantente alejada de ella y haz que Rosa se largue de la ciudad capital de inmediato, de lo contrario hoy será el último día de tu gira mundial de exposiciones!Nadia cambió de expresión de inmediato:—Mi exposición está siendo organizada por una institución extranjera. Lorenzo, ¿de verdad crees que puedes hacer lo que te plazca? Tus padres siempre han deseado que regreses al país, creo que estarían muy a favor de que terminaras la exposición anticipadamente y te quedaras aquí para preparar el embrazo, ¿qué te parece? —dijo Lorenzo con voz fría y distante.Nadia no pudo contenerse más y explotó: —Lorenzo, si te atreves a decir eso frente a mis padres, ¡no te lo perdonaré!—¡Entonces será mejor que hagas lo que te digo!Dicho esto, Lorenzo colgó el teléfono directamente.—¡Maldición! —exclamó Nadia.Sus exhibiciones era su punto vital, ya no tenía otra opción.No quería que sus padres se enteraran de
Era una llamada de Nadia. Su voz sonó muy triste:—Celeste, ¿Lorenzo ya te contó todo sobre mí? ¿Tú también me ves con malos ojos como los demás?Celeste se sorprendió de que realmente le gustaran las mujeres, pero también sintió un poco de lástima. —No pienso así, solo te gustan las chicas, no es un crimen. No tienes que preocuparte por lo que piensen los demás.—¿De verdad? ¡Celeste, sabía que eres diferente a esa gente común! Entonces, ¿quieres ser mi amiga?—¿Qué?—¿No quieres...? Ya sabes mi situación, no puedo hablar de esto con nadie, por eso no tengo muchos amigos...Nadia se entristeció, con un aire de soledad. A Celeste le daba pena rechazarla...—Si no te molesta, claro que podemos ser amigas —le respondió.En ese momento, se escucharon voces del otro lado. Alguien buscaba a Nadia, ella le respondió y luego volvió a hablar con Celeste sonriendo: —¡Entonces ya somos amigas! Últimamente he estado un poco ocupada, voy a tener que posponer un poco lo de ser tu modelo, pero des
—No hay prisa. Regresamos primero a la habitación y yo te ayudo a aplicar más el ungüento —dijo el hombre.La pequeña cara de Celeste ya se puso tan roja como un tomate.¡¿Cómo podía ese hombre tener la caradura de decir esas palabras?!—No necesito tu ayuda, ay, ¡mejor vete a la oficina!Sin querer, Celeste vio a Andrés parado en el jardín mirando la hora, con prisa pero sin atreverse a entrar a apurarlo. Así que ella lo empujó suavemente en el pecho y lo urgió:—Rápido, Andrés te está esperando, mejor vete ya.No paraba de insistir en que se fuera, ¿cómo era posible que una persona tan inteligente como Lorenzo no se diera cuenta de sus verdaderas intenciones?Su apuesta cara se oscureció súbitamente y la interrogó:—Celeste, ¿odias tanto estar conmigo?Celeste se sintió un poco abrumada, ya que él había descubierto su plan: —Tengo que trabajar en casa.De verdad no podía entender que, ellos ya se quedaban juntos todas las noches, ¿por qué este insistió en pedirle que lo acompañara t
Al principio, Celeste no se dio cuenta de que el significado de sus palabras, pero cuando escuchó lo del uniforme de marinero, de repente reaccionó… Al instante, le ardió la cara y no pudo pronunciar ni una sola palabra más. ¡Deseaba desmayarse y acabar con todo!Celeste se mordía los labios, su cabello estaba alborotado y su cara estaba inflada como la de un gatito esponjado.En los ojos de Lorenzo se reflejó una leve sonrisa y con su mano la acercó a su pecho, revolviendo aún más su cabello.Celeste, ya de mal humor, le dio un manotazo: —¡Lorenzo, estás loco o qué!—¿Aún te atreves a insultarme? Si no te callas, ¡esta noche te volveré a atar antes de hacer el amor! —le dijo Lorenzo maliciosamente, enredando más su cabello. Celeste se quedó muda. ¡¿Cómo se atrevía a amenazarla con eso?! Andrés seguía en el auto, ¿¡acaso ese hombre no sentía la vergüenza!?Los dos siguieron peleando y jugando hasta que llegaron al edificio del Grupo Vargas. Al bajar del auto, Andrés comenzó a informa
Desde que conoció a Lorenzo, él siempre se las había arreglado con facilidad en los negocios.Celeste vio por primera vez esa expresión en su rostro, y sumado a las palabras de Leonardo, ella se lo creyó de inmediato y se puso nerviosa al instante.—¿Tan grave es el problema?—Puede que lleguemos a la quiebra.El semblante de Celeste cambió drásticamente: —¿Tan serio? ¿Qué haremos si quiebran? La gente de tu familia no te va a dejar en paz... Yo puedo escribir guiones y ganar dinero, aunque no puedo ganar tanto como tú y no podré proporcionarte una vida lujosa como ahora, ni comprarte carros lujosos ni vivir en mansiones, pero con algo de austeridad creo que sí podríamos...Ella calibraba la situación con cuidado, sin notar la mirada oscura y profunda del hombre a su lado, cuya grave voz la interrumpió: —Si yo quiebro, ¿tú también te quedarás a mi lado?Celeste se quedó perpleja, mirando fijamente esos ojos profundos. Su corazón se estremeció ligeramente por la emoción.Con actual si
Además de Isabella, también estaba su madre, Marina, de pie a su lado. Las dos mujeres, madre e hija, estaban primorosamente arregladas con atuendos de lujo y bolsos de gran valor, emanando un aire de clase alta.Isabella, como la autora intelectual del asesinato premeditado, debería haber sido detenida al menos por un mes, y después de ese mes tanto ella como el caso serían transferidos al tribunal para su juicio. El castigo mínimo por su crimen sería la cadena perpetua, y el máximo, la pena de muerte. Celeste se había informado a propósito sobre eso.Pero ahora, la propia Isabella, que debería estar esperando su juicio en la prisión, ¡estaba parada radiante frente a ella!Isabella se fue acercando paso a paso a Celeste, con una mirada altiva y llena de desprecio burlón: —No esperabas volver a verme, ¿verdad?—¿Por qué estás aquí? —le preguntó Celeste fríamente, mirándola fijamente.—¿Por qué estoy aquí? Pues obviamente he sido puesta en libertad por ser inocente —le respondió Isabel