Los dos llegaron a un centro comercial. Nadia pidió que Celeste le ayudara a escoger un vestido.Como ya estaba allí, Celeste la ayudó a elegir dos vestidos para que Nadia se los probara.De repente, sonó el teléfono móvil, era la llamada de Lorenzo.Celeste contestó y escuchó la grave y relajada voz del hombre: —¿Qué estás haciendo?—Estoy de compras con tu esposa, ayudándola a elegir un vestido.Pues, esas palabras le resultaban extrañas de todas maneras...Celeste simplemente sentía que este día había sido uno muy surrealista para ella, de repente se encontró con Nadia y esta la sacó a comprar ropa juntas...—Ven a acompañarme a la oficina —le dijo el hombre del otro lado de la llamada.Él había terminado su trabajo y había vuelto a la oficina, mirando la habitación vacía, la extrañaba mucho, especialmente cuando ella lo esperaba allí.Celeste reaccionó: —Hoy no voy.—¿Qué dices?Lorenzo estaba acostumbrado a ser autoritario y se molestó un poco por su rechazo.—¿Cómo me queda?En
Nadia le sonrió: —Tampoco te regalé este collar. En realidad, quiero pedirte un favor. Antes te dije que quería que fueras mi modelo, ¿lo recuerdas? Este collar es la recompensa. ¿Puedes ser mi modelo por un día?Celeste se sonrojó: —Lo siento, temo que no pueda sacrificarme por el arte...El auto quedó en silencio por un momento. Después de un rato, Nadia soltó una risita: —Celeste, ¿pensaste que te iba a pedir que fueras modelo desnuda?—... ¿No era eso?—¿En qué estás pensando? Cuando digo modelo, me refiero a alguien que vista ropa. Te prometo que no será nada revelador. Estás imaginando cosas. Ahora entiendo por qué a Lorenzo le gustas tanto, ¡eres tan linda y adorable!Celeste sonrió algo incómoda.—Entonces, ¿puedes hacerme este favor? —Nadia volvió a preguntarle—: Desde que te vi por primera vez ya tuve una inspiración, si no puedo pintarla me causará malestar.Celeste no sabía si otros artistas también eran así. Después de pensarlo, aceptó:—De acuerdo, puedo ayudarte.—¡Qu
El collar rozó su piel, causándole un dolor punzante en el cuello.Celeste se cubrió el cuello con las manos y miró con incredulidad los diamantes esparcidos en el suelo. —¿Por qué rompiste el collar? Tenía que devolvérselo a Nadia, ¿ahora qué voy a hacer?No sabía si se podía reparar. Celeste se agachó rápidamente a recoger los diamantes del piso.—¡No los recojas!Lorenzo la jaló bruscamente y pateó uno de los diamantes. Su apuesto rostro ya se tensó, con una expresión terrible. Matilda y las demás sirvientas se asustaron y no se atrevieron a acercarse.Celeste también se enojó un poco: —Puedo dejar de verla, pero ¿podrías ser menos brusco? Si mi encuentro de hoy con ella te causó problemas, podemos terminar la relación, tampoco quiero causarte más problemas.Ella no sabía qué problema le había traído hoy, pero juzgando por la expresión de Lorenzo, debía ser algo complicado.—¿Quieres terminar conmigo?Sin embargo, la mirada de Lorenzo se volvió aún más fría.Celeste se quedó perp
Él no iba a dejar que a la mujer que le gustaba se quedara a su lado. Antes, Lorenzo ya le había advertido que no se enamorara de él.—Te estoy hablando, ¿en qué onda andas?Al ver que ella no decía nada, el tono de Lorenzo se volvió aún más gélida mientras extendía la mano y le picaba la frente sin mucha delicadeza.—¿Eh? ¿Qué pedo? —Celeste volvió en sí.Lorenzo tenía el ceño fruncido, la observaban con sus ojos negros gélidos y afilados.—Celeste, ¿qué te pasa? Desde que viste al psicólogo, ¿por qué siempre andas en las nubes?Ya no era la primera vez que la veía divagar frente a él, antes ella no era así.Celeste se desconcertó un poco y sonrió con vergüenza: —¿De veras? No, no puede ser.—¿Ese doctor te hizo algo en el cerebro? —sospechó Lorenzo y la miró fijamente.Pues, Celeste no sabía si se estaba preocupando por ella o la estaba regañando...De repente, Lorenzo sacó su teléfono para hacer una llamada, pero Celeste se apresuró a detenerlo:—¿A quién le vas a hablar?—¡Voy a h
Celeste se quedó sin palabras. —Solo quiero devolverle ese collar, después de todo es algo tan caro, no puedo aceptarlo.—¿Cuánto cuesta?—Creo que más de setecientos mil.Ella había visto vagamente el precio en la etiqueta.—Yo me encargo de este asunto, ¡no vuelvas a tener contacto con ella!La voz helada de Lorenzo no tenía ni una pizca de calidez.En realidad, Celeste tampoco quería tener mucho contacto con Nadia, por lo que asintió suavemente: —Está bien.El semblante de Lorenzo se suavizó un poco, sus ojos profundos recorrieron el cuello de ella y frunció el ceño, diciendo en tono frío: —Tu cuello tiene el collar que ella te dio, ¡ve a bañarte!—Me bañaré más tarde...—No, ¡ahora mismo! ¡Yo te ayudo!Lorenzo estiró la mano para quitarle la ropa, como si no pudiera tolerar ni un segundo más.Celeste, por supuesto, no quería hacerlo, intentó resistir empujándolo: —Ahora no quiero bañarme, Lorenzo... Me bañaré yo sola, no quiero que me ayudes...Si su mano tocaba lo que había to
Lorenzo no tenía interés en charlar con ella: —¡Ella y tú no están en el mismo barco! ¡Mantente alejada de ella y haz que Rosa se largue de la ciudad capital de inmediato, de lo contrario hoy será el último día de tu gira mundial de exposiciones!Nadia cambió de expresión de inmediato:—Mi exposición está siendo organizada por una institución extranjera. Lorenzo, ¿de verdad crees que puedes hacer lo que te plazca? Tus padres siempre han deseado que regreses al país, creo que estarían muy a favor de que terminaras la exposición anticipadamente y te quedaras aquí para preparar el embrazo, ¿qué te parece? —dijo Lorenzo con voz fría y distante.Nadia no pudo contenerse más y explotó: —Lorenzo, si te atreves a decir eso frente a mis padres, ¡no te lo perdonaré!—¡Entonces será mejor que hagas lo que te digo!Dicho esto, Lorenzo colgó el teléfono directamente.—¡Maldición! —exclamó Nadia.Sus exhibiciones era su punto vital, ya no tenía otra opción.No quería que sus padres se enteraran de
Era una llamada de Nadia. Su voz sonó muy triste:—Celeste, ¿Lorenzo ya te contó todo sobre mí? ¿Tú también me ves con malos ojos como los demás?Celeste se sorprendió de que realmente le gustaran las mujeres, pero también sintió un poco de lástima. —No pienso así, solo te gustan las chicas, no es un crimen. No tienes que preocuparte por lo que piensen los demás.—¿De verdad? ¡Celeste, sabía que eres diferente a esa gente común! Entonces, ¿quieres ser mi amiga?—¿Qué?—¿No quieres...? Ya sabes mi situación, no puedo hablar de esto con nadie, por eso no tengo muchos amigos...Nadia se entristeció, con un aire de soledad. A Celeste le daba pena rechazarla...—Si no te molesta, claro que podemos ser amigas —le respondió.En ese momento, se escucharon voces del otro lado. Alguien buscaba a Nadia, ella le respondió y luego volvió a hablar con Celeste sonriendo: —¡Entonces ya somos amigas! Últimamente he estado un poco ocupada, voy a tener que posponer un poco lo de ser tu modelo, pero des
—No hay prisa. Regresamos primero a la habitación y yo te ayudo a aplicar más el ungüento —dijo el hombre.La pequeña cara de Celeste ya se puso tan roja como un tomate.¡¿Cómo podía ese hombre tener la caradura de decir esas palabras?!—No necesito tu ayuda, ay, ¡mejor vete a la oficina!Sin querer, Celeste vio a Andrés parado en el jardín mirando la hora, con prisa pero sin atreverse a entrar a apurarlo. Así que ella lo empujó suavemente en el pecho y lo urgió:—Rápido, Andrés te está esperando, mejor vete ya.No paraba de insistir en que se fuera, ¿cómo era posible que una persona tan inteligente como Lorenzo no se diera cuenta de sus verdaderas intenciones?Su apuesta cara se oscureció súbitamente y la interrogó:—Celeste, ¿odias tanto estar conmigo?Celeste se sintió un poco abrumada, ya que él había descubierto su plan: —Tengo que trabajar en casa.De verdad no podía entender que, ellos ya se quedaban juntos todas las noches, ¿por qué este insistió en pedirle que lo acompañara t