De repente se puso tan atrevida... Lorenzo sintió la suavidad de sus labios.En la oscuridad, Lorenzo abrió los ojos de golpe y bajó la mirada hacia la mujer entre sus brazos, apretando con fuerza su cintura.—Celeste, ¿sabes lo que estás haciendo?En la penumbra, Celeste no podía ver los rasgos del hombre, pero podía sentir su intensa mirada; Celeste no supo cómo responderle, se mordió el labio y de pronto se giró, sentándose a horcajadas sobre él.Lorenzo no se lo esperaba, por un momento se quedó algo aturdido. Su respiración se aceleró un poco: —Celeste...Antes de que pudiera terminar, las suaves manos de la joven agarraron el cuello de su bata y lo abrieron, esos labios suaves recorrieron su pecho ligeramente frío.Ella solía ser muy reservada en estos asuntos, esta iniciativa lo tomó por sorpresa.Lorenzo se tensó por completo, sus dedos huesudos se aferraron con fuerza a las sábanas, las venas de sus manos se marcaban y su pecho subía y bajaba agitado.Luego, ella lo besó una
Lorenzo la miraba fijamente con sus ojos, observando sus labios hinchados por los besos. Luego se levantó y se dirigió hacia la puerta.Celeste se quedó ahí con el rostro completamente rojo, sin saber qué decir mientras lo veía alejarse.¡Ella no iba a poner eso! ¡Definitivamente no lo haría!Pero con lo obstinado que era Lorenzo, aunque ella se negara, él la obligaría a ponérselo...Celeste se levantó rápidamente de la cama, ignorando el dolor en sus piernas, y fue al vestidor para sacar esa ropa y tirarla a la basura.Pensándolo mejor, encontró con unas tijeras y las cortó en pedazos. Ahora Lorenzo no podría obligarla a ponérselas.Después de cortar la ropa, se aseó y se cambió para bajar a desayunar.—Señorita, el desayuno ya está listo. Por favor pase al comedor.—Gracias.Celeste sonrió y se dirigió al comedor, pero entonces se escucharon unos gritos afuera.—¿Quién eres tú?... ¡No puedes pasar!—¿Qué está pasando?Celeste frunció el ceño y fue a ver.Al salir, vio a tres mujeres
En la lujosa y espaciosa sala de estar, Celeste estaba sentada en el sofá, aplicándose una bolsa de hielo en la cara enrojecida por las marcas de rasguños. Nadia recorría la habitación, observando cuidadosamente cada uno de los detalles.—Después de tantos años, el gusto de Lorenzo sigue siendo tan vulgar, nada más que dinero —concluyó Nadia, sacudiendo la cabeza con desdén después de dar una vuelta por la sala.Celeste no supo qué decir al respeto...Aunque Nadia y Lorenzo estaban en un matrimonio arreglado por convivencia, ella no sabía si a Nadia realmente no le gustaba Lorenzo, al igual que Jacob e Isabella, quienes también se habían casado por conveniencia, pero Isabella podría hacer cualquier cosa por Jacob.—Señorita Torres, ¿desde cuándo están juntos?Nadia, sentada frente a Celeste, la miró de arriba abajo con una expresión casi evaluadora. Antes de que Celeste pudiera responder, continuó:—La última vez que nos vimos, ustedes dos ya debían estar juntos, ¿verdad?Su mirada par
Celeste no le dio mucha importancia a lo que ella dijo. Se notaba que a Nadia en realidad le gustaba Lorenzo.Celeste se mordió los labios: —Haré todo lo posible por evitar que me tomen fotos.En realidad, ni siquiera hacía falta que Nadia se lo recordara, ella tampoco quería que la gente se supiera su relación con Lorenzo.—Qué bien —sonrió Nadia—. Ya es tarde, tengo que ir a escoger mi ropa, ¿me puedes ayudar?—¿Qué?El drástico cambio de tema la dejó a Celeste algo desconcertada.¿Por qué Nadia le pedía ayuda para elegir ropa?—De todos modos, ahora somos como socias. Oficialmente nos conocemos hoy, ¿no quieres hacerme ese pequeño favor?Nadia frunció levemente el ceño, fingiendo estar un poco molesta, pero sin llegar a ser desagradable.A Celeste le pareció un poco extraño. —Señorita Hernández, puedes pedirle a tu hermana que te ayude...—Su gusto ni siquiera es tan bueno como el mío. Necesito ropa para la conferencia de prensa de mañana, ¡es muy importante! —Nadia sonrió—: Tú e
Los dos llegaron a un centro comercial. Nadia pidió que Celeste le ayudara a escoger un vestido.Como ya estaba allí, Celeste la ayudó a elegir dos vestidos para que Nadia se los probara.De repente, sonó el teléfono móvil, era la llamada de Lorenzo.Celeste contestó y escuchó la grave y relajada voz del hombre: —¿Qué estás haciendo?—Estoy de compras con tu esposa, ayudándola a elegir un vestido.Pues, esas palabras le resultaban extrañas de todas maneras...Celeste simplemente sentía que este día había sido uno muy surrealista para ella, de repente se encontró con Nadia y esta la sacó a comprar ropa juntas...—Ven a acompañarme a la oficina —le dijo el hombre del otro lado de la llamada.Él había terminado su trabajo y había vuelto a la oficina, mirando la habitación vacía, la extrañaba mucho, especialmente cuando ella lo esperaba allí.Celeste reaccionó: —Hoy no voy.—¿Qué dices?Lorenzo estaba acostumbrado a ser autoritario y se molestó un poco por su rechazo.—¿Cómo me queda?En
Nadia le sonrió: —Tampoco te regalé este collar. En realidad, quiero pedirte un favor. Antes te dije que quería que fueras mi modelo, ¿lo recuerdas? Este collar es la recompensa. ¿Puedes ser mi modelo por un día?Celeste se sonrojó: —Lo siento, temo que no pueda sacrificarme por el arte...El auto quedó en silencio por un momento. Después de un rato, Nadia soltó una risita: —Celeste, ¿pensaste que te iba a pedir que fueras modelo desnuda?—... ¿No era eso?—¿En qué estás pensando? Cuando digo modelo, me refiero a alguien que vista ropa. Te prometo que no será nada revelador. Estás imaginando cosas. Ahora entiendo por qué a Lorenzo le gustas tanto, ¡eres tan linda y adorable!Celeste sonrió algo incómoda.—Entonces, ¿puedes hacerme este favor? —Nadia volvió a preguntarle—: Desde que te vi por primera vez ya tuve una inspiración, si no puedo pintarla me causará malestar.Celeste no sabía si otros artistas también eran así. Después de pensarlo, aceptó:—De acuerdo, puedo ayudarte.—¡Qu
El collar rozó su piel, causándole un dolor punzante en el cuello.Celeste se cubrió el cuello con las manos y miró con incredulidad los diamantes esparcidos en el suelo. —¿Por qué rompiste el collar? Tenía que devolvérselo a Nadia, ¿ahora qué voy a hacer?No sabía si se podía reparar. Celeste se agachó rápidamente a recoger los diamantes del piso.—¡No los recojas!Lorenzo la jaló bruscamente y pateó uno de los diamantes. Su apuesto rostro ya se tensó, con una expresión terrible. Matilda y las demás sirvientas se asustaron y no se atrevieron a acercarse.Celeste también se enojó un poco: —Puedo dejar de verla, pero ¿podrías ser menos brusco? Si mi encuentro de hoy con ella te causó problemas, podemos terminar la relación, tampoco quiero causarte más problemas.Ella no sabía qué problema le había traído hoy, pero juzgando por la expresión de Lorenzo, debía ser algo complicado.—¿Quieres terminar conmigo?Sin embargo, la mirada de Lorenzo se volvió aún más fría.Celeste se quedó perp
Él no iba a dejar que a la mujer que le gustaba se quedara a su lado. Antes, Lorenzo ya le había advertido que no se enamorara de él.—Te estoy hablando, ¿en qué onda andas?Al ver que ella no decía nada, el tono de Lorenzo se volvió aún más gélida mientras extendía la mano y le picaba la frente sin mucha delicadeza.—¿Eh? ¿Qué pedo? —Celeste volvió en sí.Lorenzo tenía el ceño fruncido, la observaban con sus ojos negros gélidos y afilados.—Celeste, ¿qué te pasa? Desde que viste al psicólogo, ¿por qué siempre andas en las nubes?Ya no era la primera vez que la veía divagar frente a él, antes ella no era así.Celeste se desconcertó un poco y sonrió con vergüenza: —¿De veras? No, no puede ser.—¿Ese doctor te hizo algo en el cerebro? —sospechó Lorenzo y la miró fijamente.Pues, Celeste no sabía si se estaba preocupando por ella o la estaba regañando...De repente, Lorenzo sacó su teléfono para hacer una llamada, pero Celeste se apresuró a detenerlo:—¿A quién le vas a hablar?—¡Voy a h