Andrés le informó respetuosamente.Lorenzo frunció el ceño ligeramente: —Andrés, ¿a todas las mujeres no les gusta tener hijos ilegítimos?Pues, Andrés sabía que el tema de "hijos ilegítimos" era un algo muy sensible con Lorenzo... Se quedó perplejo por un momento, pero luego le respondió con cautela: —Esto... ¿Es que usted y su madre...?—No.La voz fría de Lorenzo lo interrumpió: —Es que Celeste no quiere tener hijos.—¿Quiere que Celeste tenga un hijo con usted?Andrés se sorprendió tanto que casi se mordió la lengua: —Jefe, usted ya está casado con la señorita Hernández, si tiene un hijo con Celeste, ¡sería un gran problema!Lorenzo consentía a Celeste en todo, ¡y ahora incluso le permitiría tener a su hijo! ¿Acaso Celeste lo tenía hechizado?—No llegaría al extremo de no poder proteger a ella y al niño —resopló Lorenzo con desdén. Quién se atreviera a lastimarla y a su niño, ¡encontraría la muerte!Andrés captó que este iba en serio, y su tono se volvió más grave: —Jefe, los
El otro lado de la línea, Nadia frunció el ceño mientras miraba el teléfono colgado. —Nadia, ya ves que a Lorenzo realmente le presta mucha atención a esa mujer, ¿verdad? Su corazón todo está con ella, y por eso no quiere tener hijos contigo. Si esa mujer llega a tener un hijo con él, ¡incluso tu posición de su esposa legítima estará en peligro!Rosa se esforzó mucho por persuadirla.En realidad, el padre de Lorenzo no les había estado presionando para tener hijos, Nadia se lo decía a propósito para ponerle a prueba. Ella no buscaría a otro hombre para tener un hijo, porque si surgiera algún conflicto entre las familias, ese niño sería un rayo en su contra.Sin embargo, lo que la sorprendió fue la actitud de Lorenzo. En el pasado, él siempre cooperaba mucho en los asuntos relacionados con el matrimonio entre ellos, pero ahora, por esa mujer, se negaba a tener hijos con ella.Un brillo siniestro pasó por sus ojos. Mientras se quitaba la mascarilla, se dejó ver un rostro lleno de frial
—Muy bien, señorita, ¿cuántos años tiene usted?—Yo...—Veintiún años —interrumpió el hombre con voz profundo.Celeste sonrió un poco: —Sí, veintiún años, continúe por favor.El doctor siguió: —¿Qué intereses y pasatiempos tiene?—Escribir guiones y estudiar arquitectura antigua —anticipó el hombre...—¿Qué le gusta más?—A ella no le importa mucho la comida, le encantan los donas.A continuación, sin importar lo que el doctor le preguntara, era Lorenzo quien le respondía en lugar de Celeste...Ella se sintió un tanto resignada: —Tiene razón en todo lo que dice.El doctor se veía incómoda: —Señor, en realidad estoy intentando acercarme mentalmente a la señorita, usted no debería contestar por ella...En otras palabras:«¡Yo estoy intentando tratarla, no venga a presumir su romance aquí!»Lorenzo frunció el ceño, un tanto molesto: —¿Para tratarla necesitas saber tanto sobre ella?Su expresión parecía estar diciendo que el doctor tenía malas intenciones con Celeste.Después del inci
Celeste giró la cabeza para mirar hacia fuera de la oficina.En el pasillo, Lorenzo estaba recargado en la pared, con la cabeza ligeramente inclinada, frunciendo el ceño mientras fumaba. Su apuesto rostro estaba envuelto en una delgada capa de humo, lo que le daba un aire más misterioso a su actitud fría. La luz del sol iluminaba su esbelta figura, confiriéndole un halo luminoso.Como si sintiera su mirada, Lorenzo levantó repentinamente la vista y la miró. Sus miradas se encontraron a través del espacio.La mirada de Lorenzo se ensombreció un poco, haciendo que el corazón de Celeste temblara un poco. Ella desvió de inmediato la mirada por instinto.Miró al médico y le dijo:—Vine para recibir terapia psicológica, no para que usted analice mi interior. Mejor comencemos con el tratamiento.El médico no se enojó, sino que le sonrió: —Muy bien, pues empecemos ahora. Señorita, rara vez recuerda a tu madre, ¿verdad?Celeste se sorprendió, y asintió levemente: —Sí.—Perdió a su madre siend
Lorenzo no dijo nada más y se fue a pasos agigantados, su esbelta figura dejando tras de sí una ráfaga de aire frío.Cuando su figura desapareció, el médico se secó un poco el sudor frío de la frente y soltó un largo suspiro de alivio. Parecía que Lorenzo solo tenía buena cara cuando se trataba de Celeste, ¡era tan aterrador en otros momentos!***Celeste salió del edificio y se dirigió al auto estacionado en la calle.—¡Celeste!De pronto se escuchó la voz de una muchacha. Viviana estaba parada a lo lejos con un vestido y un abrigo blanco. SU cabello estaba suelto sobre los hombros. Se había pintado los labios de un rojo intenso, ocultando su aspecto de enfermedad. Sin embargo, ese rojo resaltó aún más su rostro pálido.—¡Pensé que me he equivocado! ¡No me imaginé que realmente fueras tú! —dijo Viviana acercándose alegremente.Celeste echó un vistazo a su bolso de decenas de miles que llevaba en la mano y le preguntó:—¿Por qué estás aquí?—Iba al hospital y estaba esperando el auto.
—No te juntes mucho con esa mujer.En el carro, Lorenzo tenía su barbilla apoyada en el hombro de Celeste, oliendo su delicado aroma de su cuerpo.Cuando hablaba, su aliento le cosquilleaba la piel del cuello a ella, y Celeste se encogió un poco: —¿Te refieres a Viviana? ¿No te cae bien?Esos ojos de Celeste eran tan bonitos que Lorenzo no pudo evitar pellizcar suavemente su carita: —No me gustan las mujeres presumidas.—¿Por qué dices que es presumida?—Ella sabe de nuestra relación y desde la primera vez que me vio me llamó 'cuñado'. Sabe cómo complacerme y sacar provecho de eso. Esa mujer es bastante astuta.Frente a Lorenzo, los pequeños trucos de Viviana eran completamente sencillos.Celeste recordó los momentos en que se había encontrado con Viviana durante este tiempo y asintió:—Es cierto que es muy hábil para relacionarse, y bien atrevida.Lorenzo le pellizcó la mejilla: —Ella sabe cómo caerle bien a quien le puede dar beneficios, y comparada contigo, ¡eres una tonta!Solo
Enrique se disculpó con una sonrisa.Celeste sacudió la cabeza con una sonrisa: —No pasa nada.Enrique y Lorenzo todavía tenían asuntos que atender, así que le dio la naranja a Melodía y se fueron al estudio.Melodía se sentó en un banco del jardín con Celeste para charlar un poco.—Parece que Enrique es muy bueno contigo.Enrique era un joven mimado de una familia adinerada, que era capaz de admitir su error delante de Melodía, lo cual sorprendió bastante a Celeste.Melodía asintió con una sonrisa: —Él me trata bien. Pero, no hablemos de mí, ¿qué te pasó? ¿Fue Yael quien te atacó?Celeste negó con la cabeza y le contó todo lo sucedido. Melodía lo escuchó con incredulidad: —¡Resulta que era la esposa de Jacob! ¡Ese maldito! ¡Te traicionó y ahora su esposa tampoco te quiere dejar en paz! Menos mal que esa mujer ya fue a la cárcel.—Habla más bajo —Celeste miró hacia atrás rápidamente.—¿Qué pasa? —dijo Melodía un poco exasperada—: No me digas que todavía te gusta Jacob...Celeste se
Enrique se fue con Melodía.Lorenzo envolvió a Celeste en sus brazos y le dio un mordisco en la mejilla. Le preguntó:—¿De qué estaban hablando ustedes?—No hablamos de nada, solo cosas de chicas —Celeste sonrió—: ¿Por qué extorsionaste a Enrique?Lorenzo la abrazó mientras caminaban hacia el jardín trasero. —Enrique no es tonto, aceptó este precio porque obtendrá ganancias mucho mayores. Tu guion le hará ganar más de ese precio.Celeste lo tenía bien claro: —En los círculos de guionistas no hay precios tan altos, aceptó porque tú se lo pediste, una vez que firme el contrato conmigo, ustedes tendrán más negocios juntos.Lorenzo se detuvo: —Entonces me debes un favor, así que más vale que te comportes bien.—¿Comportarme bien?La mirada sombría de Lorenzo era insinuante.Celeste estaba desconcertada, justo cuando iba a preguntarle, se dio cuenta de que estaban junto a la piscina...Lorenzo la besó y le dijo con su voz grave y seductora:—Ve a escoger un traje de baño, te espero aquí.