Capítulo 293
El ocaso había teñido el amplio estudio de un intenso tono naranja.

Celeste estaba sentada en el escritorio, y el hombre, de gran estatura, se encontraba de pie frente a ella. Con una mano sujetaba su delgado cuello y con la otra rodeaba con fuerza su cintura, envolviéndola entre sus brazos mientras la besaba profundamente.

Una brisa pasó, levantando ligeramente el blanco vestido de ella, cuyo dobladillo rozaba suavemente los pantalones negros de él, formando una escena apasionada.

Gurrr...

Lorenzo escuchó el sonido y la soltó, y acariciándola con delicadeza el sonrojado y delicado rostro de ella con su pulgar de la mano que sostenía su cuello. Con voz ronca y grave, le preguntó:

—¿Tienes hambre?

Celeste, parpadeando ligeramente por el acelerado pulso, abrió lentamente los ojos y lo miró tímidamente:

—¿No habías reservado un restaurante? Vamos a comer.

—¿Cómo lo sabes? —Lorenzo levantó una ceja.

—Umm, Andrés me lo dijo, dijo que estabas enfadada en la videoconferencia.

Lorenzo frunc
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