Capítulo 0145
Ni siquiera sentí cuando el jeep se estrelló, delicadamente contra uno de los laterales del jardín de la mansión del Alfa, mi labor era otra, arrancarle la ropa sin control y sin medida, del hombre que tenía frente a mí.

- “¿Qué te ocurre por Diosa, Sirena?”- me decía, pero solo gemidos inteligible
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