Irina. - “¿Cuándo se lo diremos?”- me preguntó Ava, tras terminar de despachar todos los asuntos relacionados con el alojamiento y llegada de las comitivas de las diferentes manadas, un deber que tenía como la reina, y compañera del Rey, de todas las manadas de Asia y Europa. Yo la miré y no dije
Irina. Por eso se habían establecido unas reglas, imposible de romper, y que todos debían cumplir, tanto las manadas que iban a asistir, como dentro de la organización, para mi presentación. Entre las reglas estaba la limitación de personas que podían asistir para cada comitiva, al evento, que se l
Desmond. - “¿Se está supervisando bien la llegada de todas las comitivas?”- pregunté a mi beta mientras observaba a través de la pantalla de vigilancia qué había en la casa de la manada, como mis sospechas se confirmaban. Casi todos habían cumplido con el pacto que hicieron para asistir a la re
Desde ese momento, la enemistad entre esos dos clanes había crecido, y crecido, hasta el punto de que se habían declarado la guerra el uno al otro. - “Tendremos que intervenir”- dije levantándome de mi asiento para dirigirme al salón para poner freno a la disputa, entre esas dos manadas. - “Espe
Narrador. El beta Nikolái Bykow, vio como su adorada hermana salía huyendo de él, y en cierta forma lo comprendía y lo esperaba, le había costado entender lo mal que se había portado con ella. En ese momento estaba dominado por su deber como futuro Beta. Tanto él, como su padre, estaban muy comprom
Después se enfrentó a su primo para que este, liberara a su padre, y fue así, tras una gran pelea donde Nikolái quedó mal herido, que también fue recluido junto a su padre. Durante casi un año ha estado encerrados los dos, mientras el Alfa Stefan, intentaba localizar a su prima. Pero cuando recibió
Ava. Supe el momento justo, en el que la influencia de Irina había dejado de afectar a estos dos estúpidos alfas. Al principio, mientras me reunía con ellos, me di cuenta de que su respiración dejaba de ser tan agitada, y sus gruñidos disminuían de intensidad. No pude evitar sonreír al imaginar cóm
Esta acción no pasó desapercibida, para el Alfa que llevaba un buen rato mirándome, al que yo apenas, ante tanto olor entremezclado de los miembros de las diferentes comitivas, que se reunían en ese momento en el salón, pude detectar, si lo hubiera hecho quizá no me hubiera sorprendido tanto cuándo,